Marcelo y Luis Carlos Mussó

22 de Julio de 2012

Cuatro veces (1999, 2000, 2006 y 2008) usted ha sido Premio Nacional de Poesía.

¿Hay prisa por un quinto?
Un poeta no lo es mejor ni peor en el caso de ganar premios. En cuanto a la prisa, sería solamente para igualar a Brasil en su pentacampeonato.

En el poema El oficio impracticable, usted escribe que la muerte es creación del sueño. ¿Y la vida, creación de quién o qué?, le pregunto.
La vida es creación escatológicamente nuestra (o sea, invariablemente, de las pesadillas). Aunque no descifro aún qué rostros y la acción de quién sobre nuestras conciencias son las que nos las causan.

De niño usted solía ir a las procesiones del Cristo del Consuelo y ahora de adulto, en Jugando a ser el homo lengens, afirma que Dios nunca fue Dios, que Dios nunca fue nada. ¡Qué cambio!
No hay tal cambio: de pequeño me llevaban de la mano (reconozco que funcionaba el sebo de la carne en palito y los muchines); de adulto me llevo adonde quiera y adonde pueda.

“Un poeta –dijo Keats– es la cosa menos poética del mundo”. ¿A qué sabe esta frase?
A una inmensa, irrefrenable verdad. A que es preferible leer la producción de los poetas (por supuesto, no de todos), a que nos guíen fuera de la república. Pero una cosa son sus textos: para estar fuera de la república nos bastamos solos.

¿Qué debería hacer cualquier escritor, prolífico o no, para volverse inexpugnable a la contundencia de la crítica?
Lo único sería refugiarse debajo de las piedras (ni la muerte salva al autor de la crítica), porque la crítica es la otra rueda imprescindible (la mayoría imagina necesaria solo a la creación) para que avance el eje de las letras.

Amar a la humanidad es fácil, pero amar al prójimo resulta muy difícil. ¿Por qué?
Porque las abstracciones no toman en cuenta las particularidades que nos afectan. O sea, la humanidad ha configurado un único mandamiento que algunos no observan: No joderás en vano a tu prójimo.

¿Cuáles son las cinco palabras menos importantes del idioma castellano?
Las que reflejan escisión, aunque cada una por razones distintas (y pensar que tienen varias aristas, también). Ahí están autoridad, distante, yo, importancia, masa.

¿Por qué será que en el matrimonio las parejas aprovechan la noche para ponerse al día?
Porque siempre al tiempo oscuro se le saca brillo. Pero hay que recordar que también es importante la madrugada, que ni es noche ni es día.

¿Cree usted que algún día una editorial se atreverá a publicar Las memorias de Alzheimer?
Equivale a zurcir con una sola mano la sábana para una familia de elefantes, y pueda que se esté haciendo durante el tiempo que ocupan estas preguntas y respuestas. Pero es muy posible que las olvide.

Sáqueme de una duda. ¿Un condorito es un preservativo pequeño?
En efecto, igual que un cochino es el coseno de un habitante de la China.

¿Qué quisiera que se escriba en su epitafio?
Aquí está quien fue imposible en la palabra / Y ahora es imposible en el silencio.

¿Cuál será su alegato en el Día del Juicio Final?
Si no nos vamos a encontrar, será vano cualquier alegato. Y si nos vamos a encontrar, tal y como están las cosas, pediría cuentas detalladas de la administración divina del mundo.

¿Qué piensa hacer después de muerto?
Tomarme un respiro de esta condena que me impuse de corregir neuróticamente mis escritos.

Hágase una pregunta y contéstela.
¿Por qué crees que el tiempo es importante? Lo es precisamente porque no existe.

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