El amigo más antiguo

27 de Mayo de 2018
Gustavo Costa von Buchwald, para La Revista

La cercana conexión entre perros y seres humanos es parte de la historia de la humanidad. Niños y cachorros parecen haber jugado desde siempre.

Konrad Lorenz, premio Nobel de Medicina en 1973, padre de la teoría del comportamiento, se apasionó desde joven por la historia natural, en especial por la etología. Así se denomina el estudio del comportamiento animal y humano en el proceso de evolución y selección natural de las especies. En su libro Cuando el hombre encontró al perro, indica que el origen de los perros no es el chacal, sino el lobo.

Pero ¿cómo es que el hombre de las cuevas se relacionó con un lobo? Lorenz lo describe así: “A través de la hierba alta de la llanura, un pequeño grupo de hombres llevan lanzas y flechas hechas de huesos, cazan el animal y dos de ellos llevan las sobras de un jabalí. Su destino es una cueva en el borde del desierto donde las mujeres y los niños tienen hambre esperando su regreso. Mientras la carne se tuesta sobre la hoguera, el sonido se puede escuchar en el desierto. Uno de los hombres toma un pedazo de carne asada y lo arroja en la dirección del sonido. Nace una relación entre hombre y lobo”.

El portal de History Channel para México (mx.tuhistory.com) indica que en 1977 hubo el descubrimiento de un cachorro enterrado hace 12 mil años junto a un ser humano, lo cual llevó a pensar que los perros fueron domesticados poco antes del comienzo de la agricultura; no obstante, posteriores hallazgos, 4.000 años más antiguos, señalaron que la amistad con el perro comenzó cuando los humanos eran aún cazadores recolectores.

La misma fuente agrega que casi todos los científicos coinciden en que los perros fueron quienes promovieron esta relación: comenzaron a domesticarse a sí mismos, por así decirlo, a cambio de una alimentación mejor a la que podían conseguir por sus propios medios.

Precolombino andino

Se considera que una vez que el hombre atravesó el estrecho de Bering, para poblar el actual continente americano, ya vino con el perro, el cual ya tenía desde cachorro un tierno encanto natural que atrapó la atención del ser humano. En Ecuador, ya en el sitio conocido como Real Alto, 3000 a.c. (Santa Elena), hay restos fósiles de perros relacionados con la siembra del maíz.

Uno de los hallazgos perrunos más famosos en la zona andina es la excavación del señor de Sipán, de la cultura Moche (entre los siglos II y VII), en el norte del actual territorio peruano. En su tumba, este gobernante preincaico yace junto a su mujer, los sirvientes y su perro. Se trataba de un viringo, la raza conocida como el perro sin pelo peruano.

En estas culturas el perro tenía diferentes funciones. Para algunas se utilizaban como fuente de carne y energía espiritual, ya que los sacrificaban como ente sagrado para que la persona asimilara la esencia del espíritu animal o para que lo guiara al inframundo como guardianes.

En el periodo Inca, los perros aparecen representados en vasijas y tejidos, donde se lucen junto con animales ceremoniales como el puma y la serpiente. En los rituales médicos se pensaba que podían aliviar dolencias, ya que el contacto de la piel del paciente con la piel del perro sin pelo presuntamente podía sanar el reumatismo y ciertas alergias.

Relación de siempre

Ursula Birr en su libro Dog’s best friend (El mejor amigo del perro) sintetiza así nuestra asociación con los perros: “Ningún otro animal ha influido en el desarrollo de la humanidad de manera tan importante o duradera como el perro. Nuestro compañero en el trabajo y el juego”.

El Manifiesto de las especies de compañía de la antropóloga Donna Haraway describe muchas de las relaciones actuales que mantenemos los humanos y los perros. Ella dice que no solo existe la compañía como relación de afecto positiva, sino también en una extremada sobreprotección; e incluso relata cómo los perros son tratados como bebés. Por eso los encontramos en las ciudades con ropa, zapatos e incluso con el pelo tinturado.

La autora se pregunta si este trato es considerado un abuso más de la hegemonía humana. Por otro lado, también describe las relaciones en las cuales los animales son prisioneros de espacios cerrados como terrazas, balcones y garajes. Para Haraway, el proceso de domesticación de los perros ha sido traumático para ellos y se pregunta cuántos perros o animales de compañía en nuestro mundo son realmente felices.

Y por último vemos la problemática de los perros callejeros como resultado de una indiferencia hacia estos animales que llamamos nuestros mejores amigos.

Los humanos aman a sus perros y a su vez los perros nos aman. Como mascotas son compañeros de juegos de niños, se ocupan de las personas mayores y con frecuencia son nuestra última responsabilidad en la vida.

En resumen, los perros son a menudo nuestro primer y último contacto con la naturaleza.

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