Ser y no ser: XIII Bienal de Cuenca

05 de Febrero de 2017
  • Museo de Medicina, antes el Hospital San Vicente de Paúl, es una de las sedes de la Bienal de Cuenca 2017.
  • Oswaldo Terreros presenta su obra en la Federación Obrera Artesanal del Azuay .
  • Obra de Juan Carlos León combina el ambiente político con la tecnología.
  • María José Argenzio expone su trabajo en el Museo de la Ciudad.
  • Karina Aguilera expone en el Museo antropológico de Pumapungo, collages fotográficos junto a antiguas fotografías en blanco y negro.
María Inés Plaza desde Cuenca

Hoy es el último día de la muestra curada por Dan Cameron. La XIII Bienal de Cuenca se tituló Impermanencia y contó con más de veinte mil visitantes. Aquí un conjunto de obras y sedes.

En la sala principal del Hotel Santa Lucía, que da tanto al patio como a las terrazas hacia las calles del casco histórico, pareciese que la época colonial no ha terminado. Todo cuidado con devoción, y entre los detalles asoma hasta el perfume a flor de tamarindo, entre coqueteos con el costumbrismo y la sobriedad del clasicismo europeo que fue importado por los cuencanos a finales del siglo XIX al Ecuador.

Allí se divisa la naturaleza de los rincones de la ciudad en los que las obras de arte que componen la XIII Bienal de Cuenca están expuestas.

Impermanencia es el nombre que el curador de la Bienal, Dan Cameron, da al pretendido marco teórico. Dicho nombre atenta contra la aparente crisis mediática en la hipérbole del internet, en los géneros prevalecientes del arte contemporáneo. 

Cameron es reconocido por sus exposiciones en el Museo Reina Sofía, en La Caixa de Madrid, la fundación de la Bienal de Nueva Orleans, los diez años de directorio en el New Museum de Nueva York, o su participación en la Bienal de Estambul.  Con

Impermanencia pretendió conectar a la ciudad de Cuenca con el discurso del arte que se ejerce más allá de las problemáticas de la región latinoamericana. 

Ser una de las bienales más viejas del continente tiene un mérito considerable; junto con la Bienal de Sao Paulo y la Bienal de La Habana, la Bienal de Cuenca tiene ya sus treinta años, y que en su treceava edición tuviera un curador norteamericano representa un esfuerzo enorme por conectar al evento con otras redes culturales. Cameron no parece sorprenderse de tal mérito y procede con el concepto a pesar de su ajetreada agenda.

Enfocado en el antropoceno, la cultura pos-Internet y el aceleracionismo como base socio-filosófica, el contexto en donde debería funcionar un título como Impermanencia no pisó suficiente terreno en donde las obras de arte escogidas o comisionadas pudiesen acentuarse. Pero se defendieron individualmente.

El ambicioso número de exposiciones individuales y grupales (20) fue desplegado en dos circuitos: dentro del casco histórico y alrededor del río Tomebamba. La bienal ha sido dirigida en esta ocasión por el escritor, editor, curador y gestor cultural cuencano Cristóbal Zapata, quien supo llevar el evento a pesar de la difícil coyuntura económica por la cual atravesó. Aquí ocho ejemplos dentro de las sedes de la gran exposición.

Circuito Centro Histórico

La compleja vocación social y artística de Oswaldo Terreros se manifiesta en su alter ego, que resulta ser una agrupación política; el Movimiento GRSB. En la  Federación Obrera Artesanal del Azuay elabora una obra in-situ que le otorga una mención de honor por parte del jurado, y en el Museo de Arte Moderno, una serie de investigaciones que atraviesan las bellas artes, el diseño gráfico y la abstracción de la propaganda. En su serie Listados, desarrollada en un periodo de más de diez años que coincidió con la desaparición gradual del periódico impreso como fuente principal de información, el catalán Ignasi Aballí reflexiona sobre la especificidad y a su vez el anonimato con el que se representa a individuos en las noticias. Las listas son hilarantes entre sí, agudas en su formación a lo largo de una antigua capilla dentro del Museo de las Conceptas.

María José Argenzio modela sobre la imagen del ingreso palaciego y majestuoso de la nobleza, posible gracias a la ilusión del poder mediante la proyección de una iconología visual directa, Banderines cargados de simbolismo. Los íconos en la Escuela Central (Museo de la Ciudad) parecen inofensivos: una mano, un ojo, un corazón, un árbol, chozas de aldea. Pero en una ciudad como Cuenca, donde su expresivo legado arquitectónico estuvo vinculado a un pasado histórico de poder político y económico, la obra de la artista ecuatoriana entraña un ejercicio de crítica social, camuflaje histórico y una exploración de cómo los símbolos se transforman en abstracciones irrelevantes.

Circuito Río Tomebamba

En el Museo de la Medicina, Kader Attia escogió algunas esquinas en sus paredes de yeso donde se han formado grietas para crear suturas de hierro. Estas amplían la atmósfera quirúrgica de la sede, para las que Attia utilizó una grapadora de construcción. La intervención del artista no es una solución a la decadencia del edificio, sino más bien una manera de llamar nuestra atención hacia los rasgos casi ocultos del tiempo.

En el colegio Benigno Malo, Estrategias para encontrar el color de la democracia, de Juan Carlos León, utiliza la robótica para la construcción de un ala de cóndor artificial, cuyos movimientos están definidos por el flujo de información que sucede en las cuentas de Twitter de agentes políticos, y por un color que parece no tener ninguna conexión con la realidad biológica. El color resulta de la fusión de todos los tonos asociados a los partidos políticos que han ganado las elecciones democráticas del Ecuador desde 1997. Para León, la relación entre las aspiraciones de la gente y los resultados de las elecciones no se aborda adecuadamente dentro del discurso público. El hecho de que el color sea uno insípido y turbio expresa en sí la desconexión entre el proceso electoral y la convicción cívica de los ecuatorianos.

Karina Aguilera Skvirsky documenta su viaje y elabora una serie de collages fotográficos que yuxtaponen fotos en color tomadas en el camino, con antiguas imágenes en blanco y negro coetáneas a la odisea de su bisabuela trazadas por la misma ruta que la artista muestra, 100 años después.

Satélites

La muestra de Illich Castillo en Museomático expone series fotográficas de plantas e insectos tituladas: Physis y bichos de jardín, Trampas cromáticas, Ejercicios de agrimensura y Algo después, así como instalaciones que juegan con contenidos obsoletos a técnicas y conocimientos básicos del aprendizaje. Castillo acapara Museomático, jugando con nociones comunes sobre la psiquis, la naturaleza, el paisaje y la cultura material.

Rodolfo Kronfle Chambers acompañó conceptualmente la muestra y aprovechó la Bienal de Cuenca para presentar avances en su investigación sobre el artista Eduardo Solá Franco.

El impulso autobiográfico en el Museo de Arte Moderno (MAM); sin embargo, no se exhibió más que en la intersección de la apertura de la Bienal a finales de 2016 y el tiempo antes de que esta se inaugurase.

Las postales diseñadas para transportar impresiones personales de Cuenca y las interferencias que se alcanzan a realizar en su centro abarcan en sí aproximaciones entre el mundo y el arte. (I)

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