Ser una dama

04 de Agosto de 2013

La conducta de la mujer moderna dista mucho de las estrictas normas que debían obedecer las damas en siglos pasados. Sin embargo, existen buenas costumbres que deben ser rescatadas.

Siglos atrás, el que una mujer vistiera un pantalón, una prenda considerada exclusivamente de uso masculino, habría sido un escándalo. Más aún, si se atrevía a saludar con un beso en la mejilla o darle su mano a un desconocido, en lugar de hacer una venia, el cual era el saludo apropiado entre hombres y mujeres en esa entonces.

En aquella época, la educación femenina era muy estricta sobre las normas de conducta que una dama debía manifestar en sociedad. Y aunque la mayor parte de estas reglas han caído en desuso, las buenas costumbres prevalecen.

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María Teresa Noboa, instructora de etiqueta y buenos modales, explica que el concepto de dama se remonta al año 1300, durante el reinado de la Dinastía Ming. “La importancia de tener cerca de la reina a mujeres, que sin ser nobles tenían buenos modales se extendió a las cortes de la realeza europea, donde servían de compañía no solamente a la reina, sino a las princesas e infantas”, explica.

Entonces, algunas de las cualidades más destacadas de las damas eran la sumisión, la discreción y la obediencia a los mandatos de su reina. “Así podían ser consideradas grandes damas o simplemente doncellas; pero en ambos casos, su condición dependía exclusivamente de su buen comportamiento y fineza en el trato”, agrega.

Pese a que ya no se exige dicho estricto comportamiento, Noboa considera que existen normas que la mujer debe aplicar. Así, menciona, el comportarse con tacto y prudencia, mantener la compostura sin dejar de ser cordial, desarrollar habilidades para desenvolverse en cualquier ámbito anteponiendo el respeto hacia los demás. “Sin duda alguna, mucho del comportamiento es el reflejo de la formación en el hogar, pero siempre hay lugar y oportunidades para pulir algunos detalles que se quieran mejorar”, dice. “Es muy agradable descubrir que las más jovencitas, inmersas en su mayoría en el mundo electrónico, expresan su vivo interés por aprender normas de cortesía”.

Noboa explica que en la actualidad, la práctica y aplicación de los valores tradicionales delinean el marco de normas de conducta que se ajustan a la sociedad contemporánea. “Los buenos modales no tienen tiempo, es el tiempo el que marca la calidad de modales”, enfatiza.

Más allá de la forma

La historiadora Jenny Estrada explica que el término dama ha tomado un nuevo significado social en la actualidad y puede referirse a una mujer de buenas costumbres, temperamento sereno, finos modales, discreta elegancia y algo de cultura general que se proyecta en su personalidad.

“A través de la historia el concepto y la representatividad de las “damas” ha evolucionado mucho y de diversas maneras, prevaleciendo en ciertas esferas cuando se trata de otorgar prestancia a una mujer”, comenta. “Por ejemplo, el denominativo de ‘primera dama’ que se le confiere graciosamente a la esposa de un presidente, no por sus propios méritos, sino por ser la compañera del jefe de Estado”, detalla.

Advierte, además, que las damas modernas no pertenecen únicamente a una clase social de élite y que no deben ser calificadas por sus tarjetas de crédito, su marca de ropa, el carro que conducen o las fiestas que ofrecen.

“Si lo que se busca son valores que destaquen a una mujer distinguida por su femineidad e inteligencia, por su capacidad profesional y su sobresaliente actitud frente a la vida, los ejemplos los tenemos a la vista en modernos arquetipos de mujeres emprendedoras, inteligentes, elegantes y valientes. A esas yo las ubicaría como las verdaderas damas del siglo XXI”, puntualiza Estrada.

 

de modales y...

María Teresa Noboa destaca ciertas normas para las damas modernas. “Decían las abuelas que a una dama ‘se la conoce en su vestir y caminar’ haciendo alusión al ‘frufrú’ de la ropa discreta, guardando lo que hay que reservar para la intimidad”, dice.

Sugiere también que la pisada con tacones o estiletos (taco de aguja) debe ser inaudible, comparándola con el paso de una geisha en la sala de masajes.

El tocador debe ser el lugar elegido por toda mujer para retocarse su maquillaje, por lo que se debe evitar hacerlo en la misma mesa que se comparte con otros invitados.

El trato de usted, dice María Teresa, también es muy apropiado al referirse a personas de mayor edad, jerarquía profesional o relevancia. “El usted es sinónimo de respeto. Una dama que se precia de serlo, evita el tuteo cuando se trata de personas mayores”, afirma.

También considera que una mujer correcta debe manifestar el dominio sobre su carácter, evitando explosiones de ira o gritos desagradables.

Las palabras “por favor”, gracias” siempre deben formar parte del vocabulario de toda dama, en cualquier situación en que se encuentre.

Asimismo, sostiene que no es apropiado que una mujer lleve “paracaidistas” o “colados” a una reunión social que haya sido invitada. También les recuerda a las damas que no es de buena educación acercarse a la anfitriona a pedir diciendo “un pedacito de torta para llevarle a mi esposo que no pudo venir”. Una recomendación muy importante para las mujeres es no salir a la vereda a beber alcohol para celebrar el triunfo de algún equipo. Tampoco, explica, es propio de una dama contestar el teléfono con la boca llena, ni sentarse sobre una de sus piernas en el trabajo o en la oficina.

Finalmente, no prestarse como cómplice de situaciones que lastimen a terceros. “Y para que nadie diga que ‘la mujer es la primera enemiga de la mujer’, una dama debe callar cuando se trata de lastimar la imagen o el honor de otra persona”.

 

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