Mujeres a empoderarse

02 de Marzo de 2014

Si bien se han logrado algunas victorias en el campo de la equidad de género, aún permanecen ideas que alejan a la mujer de su completa autonomía.

Mujeres a empoderarse.

Hace décadas, las mujeres empezaron a abrirse puertas para gozar los mismos beneficios que los hombres. El camino hacia la igualdad de los derechos aún no ha sido recorrido totalmente, pero en el proceso algunas creencias se han volteado completamente, sobre todo las relacionadas con el poder de la mujer y el matrimonio. Esto último, considerado por siglos por la sociedad como la meta cumbre a cumplir y parte de la educación femenina.

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Según la psicóloga clínica Annabelle Arévalo, especialista del Centro Ecuatoriano para la Promoción y Acción de la Mujer (Cepam), se debe a varias razones. No solo se han incorporado temas relacionados a los derechos de la mujeres en las políticas públicas, y desde el Estado ha habido un esfuerzo por asumir algunas acciones para que se cumplan, sino que hay mayor información de sus derechos en distintos medios de comunicación, televisión, radio, medios escritos, como también existen más espacios donde demandarlos.Estos giros en la historia de la humanidad han impulsado a más mujeres a tomar control de su vida en todos los ámbitos, a empoderarse de ellas mismas. Es decir, dejar de ser vistas como seres vulnerables o consideradas como objetos, para ser quienes lleven las riendas de su propia vida.

Incluso, la participación de la mujer en el ámbito público se ha incrementado. Por ejemplo, en la Asamblea Nacional existe un porcentaje considerable de mujeres. Arévalo sostiene que las que tienen formación política son muy pocas y otras son arrastradas al sistema patriarcal que de alguna manera terminan ubicándose en contra de los derechos de las mismas mujeres.

La abogada Anunziatta Valdez explica que las leyes de cuota y el concepto de paridad permitieron que las mujeres llegaran a ocupar cargos en cuerpos colegiados (Congreso, Asamblea). La Constitución del 2008 exige que en toda designación pública, es decir, no solamente de elección popular, haya equidad de hombres y mujeres. “Siempre ha habido mujeres brillantes pero no llegaban a la política. Esas leyes abrieron la puerta. (Pero) si las mujeres que entran por esa puerta son capaces o no, eso depende de los partidos políticos que las designaron, al igual que a los hombres (designados)”.

Todavía se utilizan discursos patriarcales que no favorecen el ejercicio de los derechos de las mujeres. Se escuchan expresiones como el hecho de que deben estar junto a sus hijos e hijas, y los padres no tienen ese deber”, Annabelle Arévalo, psicóloga clínica.

Tomar el control

En las universidades, la presencia de las mujeres es un poco más de la mitad que los hombres. Según los datos del Instituto Ecuatoriano de Estadística y Censos, es una proporción que se ha mantenido los últimos 7 años.

Casi el mismo reparto se puede observar en el número de propietarios y gerentes de establecimientos económicos a nivel nacional. De un total de 511.130 propietarios, el 48% son mujeres, de acuerdo al censo económico del 2010.

Aquellas que han logrado empoderarse, explica Arévalo, es porque se han informado de cuáles son sus derechos, cómo pueden hacer uso de ellos y siempre exigen que se cumplan. Estos son el derecho a estudiar, a tener una profesión, al trabajo remunerado, al descanso, a la recreación, a tomar decisiones.

Y si han tenido dificultad para ejercerlos, buscan apoyo profesional que puede ser de tipo psicoterapéutico, legal o médico, entre otros.

Otro aspecto importante que tienen claro algunas mujeres es que son iguales a los hombres en dignidad y condición humana. Pero, dice la psicóloga, al mismo tiempo son diferentes en distintos aspectos como el biológico, físico y psicológico. Por lo tanto, deben tener las mismas condiciones y oportunidades para el desarrollo de un buen vivir entre ambos sexos.

Los hombres asumen el rol de proovedores debido a su naturaleza.

En pareja

Una mujer empoderada, en relación de pareja, ejerce sus derechos de autonomía, independencia económica, toma decisiones personales sin necesidad de que se las apruebe su cónyuge o las acuerda en conjunto. “La opción del matrimonio es eso, una opción, basada en la realización de ambos, no en el sometimiento del uno al otro... Es un mayor reto, porque no se sustenta ni se mantiene por la dependencia ni por la necesidad, sino que se sostiene por el afecto la comprensión, ambos tienen un plan de vida juntos”, aclara Valdez.

Arévalo agrega que en esta etapa, la toma de decisiones sobre su desarrollo personal es comunicando a su pareja y no pidiendo permiso, sino mediante acuerdos. “Es de las que piensan que en una relación de pareja ambos tienen los mismos derechos y las mismas responsabilidades”.

Según Valdez, este conjunto de factores acarrean menos matrimonios o menos relaciones consideradas estables, porque ya no existen los lazos de dependencia económica. “Toda relación entre seres humanos debe ser en base al libre consentimiento, no solo al inicio sino en el mantenimiento. Y debe ser el resultado de una vinculación afectiva, patrimonial, sexual, de intereses, de ideales; es una comunidad de afectos y de comprensión”.

Y si es una mujer soltera empoderada, no debe sentirse presionada por su familia, grupo social o por los compañeros de trabajo para que tenga novio o se case, sino que toma sus decisiones de acuerdo a las prioridades que ha establecido en su vida.

Cuando dos personas son autónomas, el matrimonio tiene conflictos (...), hay decisiones que cada uno tiene que tomar según su plan de vida, pero nada debe ser una imposición”, Anunziatta Valdez, abogada

 

Dificultades para empoderarse

Nada es fácil en la vida y la mujer para empoderarse tiene que enfrentar a diario dificultades frecuentes. Una, explica Arévalo, es la cultura patriarcal en la que se relacionan y recrean concepciones existentes en la sociedad y en los distintos estamentos del Estado, así como en la población en general. “Hay una práctica patriarcal en la que estamos las mujeres, bajo ‘la protección’, que a su vez es lo mismo que estar bajo el control de los hombres más cercanos como nuestros padres, hermanos, abuelos, tíos, pareja y/o expareja, que impiden el desarrollo de la autonomía, independencia y poder de decisión sobre nuestros cuerpos y de nuestra vida misma”.

Arévalo sostiene que los discursos machistas y patriarcales no favorecen el ejercicio pleno de los derechos de las mujeres. Se prioriza la creencia de que las mujeres están para el cuidado de sus hijos dentro del hogar y se deja en segundo plano el desarrollo humano de ellas.

También ocurren ejemplos sexistas. Existen hombres que admiran el trabajo e inteligencia de la mujer, le piden consejos y respetan su opinión, le manifiestan creer en la igualdad de los sexos, la apoyan en el trabajo y cuidado de los hijos. Pero, lamentablemente, cuando ambos tienen una reunión de trabajo en la noche, de manera equivocada, piensan que la de él es más importante.

Si se analiza el aspecto psicológico, dice Arévalo, muchas veces las mujeres quedan expuestas a bromas, chistes y mensajes sexistas y machistas que atentan contra la integridad emocional. “ Si no eres mía, no serás de nadie” o “ya estás lista para convertirte en mujer.”

Una mujer que no tiene autonomía no es independiente, ni tiene poder de decisión. Piensa y actúa de una manera dependiente de la figura masculina, cree que su opinión no es válida, es insegura hasta para hablar sobre sí misma y cree que debe consultar a su pareja en mínimos detalles hasta para dar una opinión. Incluso es callada, se observa indecisa, no es capaz de defender sus ideas en las instituciones donde labora y es una mujer que se encuentra en estado de vulnerabilidad.

Y en lo económico, muchas veces, no son sujetas de crédito y los sueldos son menores por el mismo trabajo que realizan los hombres.

“Todavía la sociedad presiona a la mujer a que siga manteniendo roles que han venido de siglos... Hay mucho más condicionamientos, pero es un proceso paulatino. Las mujeres actuales tienen mucho menos dificultades”, puntualiza Valdez (S.M.; D.L.; G.Q.).

 

mujeres Exitosas y las relaciones de pareja

El éxito profesional y personal de una mujer puede generar diversas reacciones en su pareja. Algunos hombres podrían llegar a sentirse opacados o desplazados por las metas alcanzadas por su esposa o novia. ¿A qué se debe esta actitud? De acuerdo con el sociólogo Leonardo Pesántez, es una respuesta a la naturaleza del hombre. “Genéticamente el macho ha sido el proveedor, es algo que se ve en todos los animales y también en los humanos. Esta característica se ha convertido en un rasgo cultural”, explica.

Por eso, afirma, resulta devastador cuando el hombre pierde esa condición, ya sea por haberse quedado sin trabajo o por alguna enfermedad. “Para un hombre, eso es tan traumático, como cuando a una mujer se le comunica que no puede concebir”, sostiene.

El especialista reconoce que, para afrontar esta situación, el hombre necesita cultivar un alto grado de madurez para aceptar la ayuda de su pareja, reconocerla y agradecerla.

Por otro lado, la mujer también deberá esforzarse por dar su apoyo emocional a su pareja y brindarle seguridad. Según el experto, esto no significa que ella deba disminuir sus logros o no disfrutar de la satisfacción personal que le brinda su trabajo. De acuerdo con la máster en psicología y educación Soledad Ramírez Manrique, algo de competencia entre los miembros de una pareja es saludable, pero puede tornarse negativa cuando amenaza la independencia de uno de los dos. “Comienza una lucha para someter e imponer al compañero los deseos propios y hacerle saber que se es superior, esperando su respeto y admiración”, comenta. “Por detrás, se define una necesidad de reconocimiento y elevación de la autoestima que da la sensación de poder, que suele ser seductora, pero también motivo de ansiedad”, explica.

En los últimos años esta situación se ha vuelto frecuente tras los logros laborales alcanzados por las mujeres y las manifestaciones machistas. “El acceso a ciertos roles sociales y laborales por parte de la mujer ha originado un desplazamiento de los roles históricos del varón, ocasionándoles heridas narcisistas capaces de suscitar estallidos de furia, si la mujer se destaca en alguna situación”, dice. Un entorno podría volver perjudicial la relación de pareja.

En contraste, la especialista sugiere cultivar la empatía. “Identificarse y sentirse partícipe del éxito del otro, o sufrir a la par de él su fracaso, más que una alternativa es una elección de vida para que una pareja se desarrolle en armonía y cooperación, aspirando siempre a que solo se puede alcanzar la felicidad, si ambos miembros la ha obtenido”.

 

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