Al ‘astillero’ en Zambia

03 de Noviembre de 2013
  • Elefantes en el Mosi-oa-Tunya National Park, zona donde realizaron un safari.
  • Jóvenes de la misión en Mishikishi representaron a Barcelona y Emelec.
  • Los autores de esta nota en las cataratas Victoria.
  • Atardecer en el emblemático río Zambeze, que alimenta la cascada Victoria.
  • Primates suelen deambular por las calles de las ciudades en Zambia.
  • La vida silvestre deambula en el Mosi-oa-Tunya National Park
Texto y fotos: Mario Mendoza y Lorena Cabrera de Mendoza, especial para La Revista

En agosto anterior tuvo lugar el primer clásico del Astillero jugado en África. Muchachos de una misión religiosa fueron los protagonistas. Sus organizadores nos cuentan la experiencia.

Somos una pareja de guayaquileños que lleva siete años de matrimonio; tenemos cuatro hijos y estamos en el negocio de la moda (@loreboutique).

Nuestra pasión es viajar, conocer lugares y vivir nuevas experiencias, las cuales, gracias a Dios, hemos podido disfrutar juntos.

En el mes de agosto anterior tuvimos la oportunidad de viajar al corazón del África, Zambia, para asistir a la ordenación sacerdotal de un amigo en ese país.

Este amigo es Ronny Gallegos, hermano de las comunidades Neocatecumenales de la parroquia Reina de El Quinche, de Guayaquil, quien culminó su formación religiosa en el seminario Redemptoris Matter, de la ciudad de Ndola.

Viajamos con un grupo de doce hermanos de la comunidad y como parte de la experiencia pudimos visitar una misión en Mishikishi, de esa diócesis católica, donde ayudamos a organizar el primer clásico del astillero jugado en África, lo cual fue un motivo de inmensa alegría para los niños y jóvenes que participaron de esta actividad.

Todo surgió por idea de Ronny, quien nos pidió a los hermanos de la parroquia que lleváramos los uniformes de Barcelona y Emelec para entregarles a los chicos convocados de esta misión, la mayoría huérfanos, para quienes nuestra presencia era todo un acontecimiento y más aún cuando les dimos los equipos para jugar.

Pero antes de la entrega de los uniformes les contamos un poco acerca de la tradición del clásico en Ecuador y lo que representaba para nuestro pueblo; ellos se mostraban contentos y agradecidos de que serían parte de esa tradición deportiva de nuestro país.

Aunque muchos de ellos no disponían de zapatos, esto no fue impedimento para que participaran del juego, durante el cual observamos a muchos de ellos con una gran calidad para manejar el balón, además de que corrían como verdaderas gacelas en la sabana.

Nosotros disfrutábamos del partido al pie del campo, mientras los jugadores recibían el aliento de los niños y mujeres que habían acudido a observar la novedad del encuentro. Además, las hermanas de la comunidad que nos acompañaban les enseñaban a gritar a unos por Barcelona y a otros por Emelec.

¿Cuál fue el marcador final? Ganó Barcelona por 6 a 4, pero lo más memorable fue haber conocido ese lugar mágico habitado por hombres, mujeres y jóvenes que por más de una hora parecían defender con orgullo los colores de las camisetas que tanto entusiasman a los guayaquileños.

Salvaje y hermosa

El clásico del Astillero jugado en Mishikishi fue solo el comienzo de una experiencia inolvidable en este país que recibe al extranjero con alegría y afecto. Para saludar decíamos ulishani o mulishani y ellos respondían wiro, también éramos conocidos como los abasungu, es decir, los blanquitos.

Luego de la ceremonia religiosa, nuestro destino final fue Livingstone, en un viaje terrestre de 15 horas, pasando por las ciudades de Katwe y Lusaka, esta última la capital de Zambia.

En Livingstone visitamos las cataratas Victoria, situadas al sur del país, las cuales hacen frontera con Zimbabue.

Esta caída del poderoso río Zambeze forma la cortina de agua ininterrumpida más larga del mundo (1.708 metros de ancho), que se despeña cien metros de altura, choca contra una pared vecina y forma, con un estruendo colosal, una enorme nube de vapor de agua siempre animada por los colores del arcoíris.

Los nativos kelolos llamaban a esta catarata “mosi oa tunya” (humo que truena), pero que el misionero y explorador escocés David Livingstone rebautizó con el nombre de su reina, Victoria, por el misionero, de quien el próximo mes de marzo se cumple el bicentenario de su nacimiento.

El paseo luego nos llevó por un safari en Mosi-oa-Tunya National Park, donde pudimos admirar la naturaleza por la diversidad de animales salvajes que allí se encuentran, como elefantes en manadas o solitarios, monos, jirafas, cebras, jabalíes y algunas variedades de antílopes, entre otros, todo como si se tratara de la película el Rey León.

El panorama siguió sorprendiéndonos mientras hacíamos una travesía por el río Zambeze para llegar a la frontera con Zimbabue. Navegamos por esas aguas que estaban infestadas de cocodrilos e hipopótamos, aunque aquello no era un problema para unos nativos que practicaban para una regata.

Este es el mismo río que David Livingstone llamó “la autopista de Dios en África”, porque en sus aguas veía circular ángeles africanos (su gente), tremenda cascada, la nube de agua que produce y el arcoíris, produciendo un cuadro conmovedor cuando el sol se oculta entre sus aguas, cada atardecer.

Aquella fue una de las últimas escenas que observamos en Zambia, ya que nos despedíamos de esa naturaleza mientras el sol desaparecía para darle espacio a la noche más pura, más salvaje, más tierna, mostrándonos un ocaso inspirado en la alegría de haber visitado un país que nos vio como hermanos.

 

La sede del partido

Zambia se promociona como un destino turístico que brinda paseos de aventura y adrenalina, incluidos rafting, kayak, canotaje, safaris y cabalgatas. El país iene la mayor reserva de agua de África con cinco grandes lagos donde se ofrece pesca deportiva, además de 18 cascadas, incluida la cascada Victoria.

Su población es de casi 15 millones de habitantes, entre los cuales hay 72 grupos étnicos, la mayoría de los cuales habla el idioma bantu. El 90% pertenece a nueve grupos etnolingüísticos: Nyanja-Chewa, Bemba, Tonga, Tumbuka, Lunda, Luvale, Kaonde, Nkoya y Lozi.

Fuente: www.zambiatourism.com

 

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