Más turistas responsables: Para proteger a las especies

Por Paula Tagle
02 de Febrero de 2014

“¿Qué importancia puede tener para la humanidad? Asumirán que tratándose de un pequeño animal, es, por tanto, una ofensa pequeña. Pero la gravedad de la transgresión no es directamente proporcional al tamaño de la falta”.

Es un día soleado de playa y los huéspedes disfrutan de las bondades de Puerto Egas en la Isla San Salvador en Galápagos. Unos caminan por la arena negra, otros suben a explorar las instalaciones de la abandonada mina de sal; un grupo se ha dispersado por las formaciones de toba a fotografiar lobos marinos. Hay gente haciendo buceo de superficie, otros simplemente nadan. Los guías patrullan el área por la seguridad de los pasajeros, a cuidar que no se ahoguen o resbalen, y por supuesto, siempre atentos a que se respeten las reglas del Parque Nacional Galápagos, que a nadie se le ocurra tocar un animal o prender un cigarrillo, cosas que en general ocurren muy poco.

Pero hoy es la excepción. Una pareja de huéspedes se acerca hasta el guía, están indignados y no pueden ocultar su enojo. Han visto cómo otro pasajero lleva en su mochila una cajita de plástico con algo que a la distancia parecía ser una concha marina. El guía no pierde tiempo, una vez denunciado el hecho, se acerca al maletín y descubre que, en efecto, oculta un cangrejo ermitaño, acomodado entre papelitos húmedos, enclaustrado en un recipiente. El guía convoca al grupo entero. Se cancelan las fotos, el buceo y la diversión. Hay que confrontar el hecho. Un visitante del Parque Nacional está incumpliendo las reglas y esto es grave, sea cangrejo, iguana o tortuga, es una violación a las normas del lugar, es un delito, un caso de corrupción.

Para muchos podrá parecer una exageración. Un cangrejo de apenas 3 centímetros de largo, ¿que importancia puede tener para la humanidad? Asumirán que tratándose de un pequeño animal, es por tanto una ofensa pequeña. Pero la gravedad de la transgresión no es directamente proporcional al tamaño de la falta; es igualmente seria y condenable y la sanción debe ser la misma en cualquier caso. Un delito es el irrespeto a una norma, es romper con la confianza depositada, y repito, un caso de corrupción, porque en términos filosóficos y morales, la corrupción se define como impuridad moral o espiritual; llevarse a escondidas un animalito de las islas, es definitivamente un acto impuro, la desviación del ideal de comportamiento respetuoso hacia la naturaleza y el Parque Nacional.

La corrupción puede incluir diferentes actividades como soborno, extorsión, fraude, trampa, puede ser a diferentes niveles, de gobierno, político, personal. La palabra corrupto significa literalmente “intensamente roto”, y fue usada primeramente por Aristóteles y luego por Cícero. Ocurre a diferentes escalas, pero para mí la gravedad del acto no es mayor o menor. Corrupción es una sola, y está mal.

Con frecuencia escucho comentarios de que el llevar un porcentaje de la compra de un servicio o bien para el estado, provincia, pueblo o comunidad no es un acto de corrupción. Se argumenta que esto es un ritual instaurado en nuestros países hace mucho tiempo, es un procedimiento normal, aceptado y ratificado sin importar quién esté de paso por el poder. Sea 5% o 10% o 50%, no porque se haya hecho costumbre es menos corrupto. Allí derivamos en la conformidad, el acto de justificar actitudes y comportamientos cuando se han establecido como normas implícitas de grupo independientemente de que no sean correctas, o conscientemente aceptadas.

Y si somos capaces de esconder una criatura viviente en una caja para sustraerla de su hábitat, si ofertamos promesas que sabemos no podremos cumplir, si evadimos compromisos adquiridos y deudas, engañamos a nuestros propios compañeros de trabajo con falsos proyectos, somos, en efecto, corruptos, y no a mayor o menor escala, simplemente corruptos, y no merecemos ocupar cargo público o político alguno.

nalutagle@yahoo.com

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