En el 2013: Tiempo de cambios

Por Paula Tagle
06 de Enero de 2013

“Seguro existe algo intrínseco al ser humano que nos lleva a respetar los derechos de los demás. Pero ‘los demás’ debe extenderse a toda especie, no solamente a los círculos de etnias o creencias o nacionalidades semejantes”.

Se hablaba de que el 21 de diciembre terminaría el mundo. Las velas en Puerto Ayora se agotaron por miedo a la gran oscuridad, y muchos iban interpretando cada evento inusual como un indicativo de que el momento se acercaba.

No logré sustraerme de la histeria colectiva. ¿Y qué tal si ocurría lo previsto por los Mayas, por escatólogos (estudiosos del fin del mundo) de movimientos y religiones varias? El 17 de diciembre, desde muy temprano en la mañana, avistamos diferentes especies de ballenas en el canal Bolívar: treinta calderones, un par de ballenas tropicales, y para completar la alegría, unos veinte cachalotes.

Estos últimos flotaban en la superficie como troncos, sin ninguna intención aparente de moverse, como si estuvieran a la espera de un gran acontecimiento. No lo niego, pensé en el fin del mundo en aquel momento, y más aún, cuando el 18 aparecieron ballenas azules, el 19 delfines y el 20 fueron casi una centena de tortugas gigantes que vimos en Santa Cruz.

Según varios estudiosos de la cultura Maya, el 21 de diciembre de 2012 marcaba el fin del Baktun decimotercero; el baktun es una unidad de medida de tiempo lineal que representa 390 años; pero así como significa el fin de un ciclo, sella igualmente el inicio de otro nuevo.

Llegó el 21, y el mundo no se acabó. Somos consumidores domesticados para gastar sin importar las consecuencias; somos individualistas, nos importan únicamente los miembros de nuestro clan más próximo; somos cómodos y hacemos de ojos ciegos ante las infinitas injusticias que se cometen contra “los otros”.

No deseo que se acabe el mundo, pero definitivamente aspiro a que se transforme nuestra conciencia. Seguro existe algo intrínseco al ser humano que nos lleva a respetar los derechos de los demás. Pero “los demás” debe extenderse a toda especie, no solamente a los círculos de etnias o creencias o nacionalidades semejantes. Somos hijos de un único planeta, hay que asimilar que pertenecemos a la misma gran tribu. ¿Será necesaria una invasión de otras galaxias para lograr la identidad de familia terrestre?

Decenas de filósofos han tratado el asunto de la moralidad y los derechos humanos a lo largo de siglos de historia, y si es o no un principio inherente al hombre.

Durante una conferencia sobre Los Derechos Humanos del reconocido académico en lingüística y política exterior, el profesor Noam Chomsky, una joven estudiante preguntó “¿existe una gramática universal de moralidad, una noción innata de lo que son derechos humanos?”.

Chomsky respondió: “la respuesta debe ser sí, tiene que serlo. Se ha probado que el hombre posee la capacidad de emitir juicios morales ante situaciones nuevas, lo cual es únicamente posible si estos principios son parte de nuestra naturaleza. Hay varios estudios de psicología experimental que lo prueban. No existen otros organismos que tengan la facultad del lenguaje y de la moral. Desde que los humanos dejaron África hace unos cincuenta mil años, existe poca variabilidad genética.

Esta noción de moral humana, así como la capacidad de lenguaje, debe ser la misma para todos, que proveemos de idénticos orígenes, una única rama de Homo sapiens que evolucionó en África”.

Las palabras de Chomsky son un aliento para esperar tiempos mejores. Si no ocurrió con el inicio del nuevo baktun maya, que sea al empezar el 2013; rescatemos y hagamos prevalecer esa naturaleza puramente humana del respeto a los demás hombres y mujeres, y extendámosla a los demás seres vivos que comparten este planeta, a la Tierra misma.

nalutagle@yahoo.com

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