‘No me avergüenzo de ser sensible’

03 de Junio de 2012

Desde que tuve uso de razón me di cuenta de que era una niña muy sensible, pues lloraba por todo. Pienso que se debía a que siempre viví con mis padres en un ambiente de campo donde me rodeaba mucha paz y mis mayores diversiones eran cazar palomas, pescar en el río o andar en bicicleta.

Nunca tuve mucho contacto con amistades fuera de la escuela y tampoco me llevaban a fiestas infantiles y menos tocaba los adornos en casas ajenas. En resumen fui una niña feliz, pero muy sobreprotegida. Lo malo es que crecí creyendo que todo era bueno y cuando me enfrenté a la realidad de la ciudad empecé a darme cuenta de que la maldad existía hasta en mis compañeras de escuela.

Esto me fue traumatizando, pues crecí pensando que mi forma de ser era equivocada y cada vez que algún compañero de trabajo se reía de mí por alguna expresión mal dicha, me lastimaba. Esto hizo que me sintiera no tan capaz o que en realidad yo tenía algo malo, pero una buena amiga me motivó a no hacerle caso y a buscar ayuda de un profesional. Así que acudí donde una psicóloga que contesta cartas en El Especialista y me indicó que ser sensible no es malo y que más bien era una característica muy importante en mí que no debía bloquear, porque siempre es bueno expresar lo que uno siente sin temor a avergonzarse, es decir, lo que a muchos les hace falta. Ahora soy muy feliz y con mi autoestima elevada.
Jazmín,
Guayaquil

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