‘Aprendí que jamás debo ser tan confiada’

18 de Diciembre de 2011

Hace años leí una carta en El Especialista de un joven que enamoraba a su chica con poesía. Me pareció maravilloso que aún exista un chico de ese tipo. Desde entonces viví soñando con encontrar a alguien parecido.

Yo siempre fui alguien muy soñadora y romántica. Mi abuela siempre me contaba que mi abuelo le mandaba cartitas de amor con gotas de perfume. Eso hacía más interesante la relación.

No como ahora que esos detalles casi que no existen, tampoco las famosas serenatas para conquistar el amor. Pero hace dos años, a mis 25, llegó a mi vida alguien parecido a mi ideal de hombre: romántico, estudioso, buena persona y aunque no tan guapo, sí era muy agradable para mi gusto. Comenzamos una relación hermosa, él jamás me faltó el respeto ni me insinuó que fuera suya.

Todo iba bien hasta que un día una compañera de la universidad empezó a hablarme mal de él. Me decía que no era ningún santito y que le encantaba ser muy coqueto. Yo no lo podía creer y más bien pensaba que mi compañera lo quería para ella. Un día decidí visitarlo en su casa por primera vez como su amiga, y su mamá, una señora muy agradable, me dijo que él había salido con su enamorada. Me quedé muda, pues me impacté tanto que me decepcioné de él de inmediato, mi hombre ideal se fue a la basura.

No podía creerlo y aunque me deprimí mucho, aprendí después que jamás  debo ser tan confiada y que si alguien alguna vez me pide tener una relación seria, debo empezar por relacionarme con la familia de él.
Vanesa,
Guayaquil

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