Enseñanzas: El hechicero mexicano

Por Paulo Coelho
04 de Noviembre de 2012

“No tiene la menor importancia lo que puedas esconder o mostrar a tu semejante, porque tú sabes quién eres. Y si no te aceptas como eres, ni siquiera la más profunda enseñanza filosófica podrá tener efecto alguno”.

“Cuando sale el sol, voy a trabajar. Cuando el sol se pone, vuelvo a casa y descanso. Cavé el pozo del que saco agua para beber, y cultivo el campo que me da el alimento. Actuando así, estoy en perfecta comunión con el Creador, y no hay rey que pueda hacer nada mejor que eso”.

Este antiguo texto chino también sirve para sintetizar la filosofía de uno de los más importantes pensadores de mi generación, Carlos Castañeda. Sus enseñanzas, condensadas en una serie de libros, fueron siempre objeto de críticas y dudas, pero tuvieron un gran impacto en mi vida. Como hoy en día ya prácticamente nadie sabe quién es Castañeda, al menos una vez al año transcribo y comento algunos de sus fragmentos. No sé si con ello conseguiré que no sea olvidado; pero, por lo menos, al hojear sus páginas, me encuentro con una obra que se renueva a cada lectura.

La energía y la libertad

La libertad es la única fuerza verdadera que conozco. Libertad de volar más allá de los propios límites. Libertad de dejarse llevar por el viento, de disolverse. Libertad de ser como la llama de una vela que, pese a que la contemplan billones de estrellas, no se deja intimidar ni pretende ser nada más que lo que es, una simple vela.

La energía viene de aceptarse a sí mismo

No tiene la menor importancia lo que puedas esconder o mostrar a tu semejante, porque tú sabes quién eres. Y si no te aceptas como eres, ni siquiera la más profunda enseñanza filosófica podrá tener efecto alguno. ¿Pero, quién eres tú? ¿Acaso eres consciente de que, en este momento te encuentras cercado por la eternidad, y puedes usar su energía a tu favor?

Partiendo del principio de que conoces tus limitaciones, conoce también todas tus posibilidades y podrás ser considerado un guerrero impecable. La diferencia entre un guerrero impecable y los otros es que aquel sabe cómo emplear su fuerza.

La energía del silencio

Cuando estamos quietos, nos damos cuenta de que alguien (o algo) está intentando enseñarnos. Siempre que conseguimos parar nuestro diálogo interior, algo extraordinario termina sucediendo en nuestras vidas. Descubrimos cosas que jamás pensamos conscientemente, pero que están allí, listas para ayudarnos.

Sin embargo, lo difícil es precisamente alcanzar este silencio; nuestra cabeza vive ocupada con música, listas, cosas que hacer, preocupaciones, noticias de los periódicos, cálculos matemáticos sobre nuestras posibilidades financieras.

Si conseguimos detener este flujo inútil de reflexiones que no nos llevan a ninguna parte, todo es posible.

La energía es acción

Para un hombre de conocimiento, solo existe el Aquí y el Ahora. Por lo tanto, entiende que cada vez que actúa, está aumentando su poder y su fuerza. Al hacerlo, observa con atención todo aquello que lo rodea, y sabe que cada cosa, por pequeña o insignificante que sea, está cargada de energía, y puede enseñarle algo: plantas, clavos, hojas caídas, todo eso necesita de una gigantesca energía para mantener los átomos en su lugar, de modo que puedan ser percibidas y tocadas.

Un verdadero guerrero consigue absorber esta fuerza, y la usa en su provecho.

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