Yoga del yo

03 de Marzo de 2013
  • Andrea Naranjo, instructora de esta disciplina, gusta de practicar los ejercicios en la playa durante la temporada vacacional.
  • La actriz Frances Swett y su enamorado, Carlos Pérez Peña, durante la meditación.
  • Andrea Goldbaum se introdujo al yoga como disciplina física, pero con el tiempo lo conoció como vía para encontrar paz y felicidad.
Moisés Pinchevsky

Esta disciplina física y mental está creciendo en el país, ubicándose en distintos escenarios naturales, porque cada vez más personas encuentran en ella un camino para conocerse en lo profundo.

No son contorsionistas ni equilibristas. Tampoco gimnastas ni devotos de la cultura física. Lo primero que debemos conocer sobre el yoga es que no se trata de una disciplina eminentemente corporal, sino espiritual.

Muchos alumnos que se inician en el yoga llegan por ansiedad o depresión. Ingresan a las clases buscando una paz interior que han extraviado en algún resquicio de sus rutinas agitadas, situación que ha alterado su actitud hacia la vida, volviéndolos negativos, indiferentes, aburridos de sus entornos, oscuros en su mirada, incluso algo agresivos con colegas, familiares o amigos.

Aquellos son casos comunes observados por la profesora de yoga Andrea Goldbaum, quien lleva doce años practicando esta disciplina oriental cada vez más popular entre los ecuatorianos.

“Lo más bonito es ver cómo aquellos estudiantes cambian su actitud hacia la vida, verlos cómo lucen más felices y relajados, conectados mejor con el momento presente, ver cómo los ejercicios físicos y mentales influyen en su interior”, considera esta experta guayaquileña, quien señala a la ansiedad como el gran enemigo de hoy.

“Es la mente que parece darte cuchillazos, porque no hay peor crítico que tú mismo. Tienes a ese crítico interno dándote dolor, y sientes esa ansiedad y esos pensamientos que provocan reacciones en el sistema nervioso alertándote de que algo no está bien. Lo que yo he sentido por mi experiencia es que el yoga te trae paz, mucha paz”, indica Goldbaum.

De temporada

Los practicantes del yoga suelen tener espacios en sus hogares para realizar sus ejercicios, aunque la mayoría prefiere cumplirlos en alguno de los estudios especializados ubicados en la ciudad.

Sin embargo, esta búsqueda de paz suele aproximarse a nuevos escenarios en la temporada de vacaciones. Andrea Naranjo, instructora de yoga, observa que en esta época de playa es muy placentero realizar las prácticas del yoga y meditación junto al mar, “ya que este ambiente es muy propicio para traer paz en nuestra mente, cuerpo y espíritu”.

Así las sesiones transcurren sobre la arena caliente y con el susurro de las olas ayudando a esa búsqueda del equilibrio interno, que Andrea ha sentido en su vida.

“Cuando estaba en la universidad me costaba mucho concentrarme para leer, pero esta práctica me dio un enfoque y claridad mental que me ayudó mucho a lo largo de mi carrera y me sigue ayudando en este aspecto diariamente. Definitivamente, la práctica del yoga y la meditación me trajeron mucha serenidad, además dicha y gratitud para recibir cada regalo que la vida me trae diariamente. Ahora, ¡amo la vida con intensidad!”, dice Naranjo, quien practica esta disciplina desde el 2000, motivada por el libro Yoga para todos, de Indra Devi, tras lo cual contrató a un profesor.

Dato

El yoga aporta al aspecto físico, mental y espiritual de sus practicantes

En pareja

Los viajes resultan una tendencia entre los practicantes de yoga. “Buscamos conectarnos con la naturaleza, preferiblemente en lugares con la presencia de agua, como el océano, un lago, una cascada”, considera Frances Swett, también practicante de esta disciplina.

Frances y su enamorado, Carlos Pérez Peña, han realizado retiros de esta práctica a sitios como Yanayacu, que tiene aguas termales en el cantón La Troncal (Cañar); Baños de Agua Santa, en la provincia de Tungurahua, y San Cristóbal, en las islas Galápagos, aunque su mayor viaje fue a la India, en el 2010, donde cumplieron un peregrinaje espiritual recibiendo clases en varios monasterios (áshrams) de ese país, el cual planean visitar nuevamente en septiembre de este año.

Tales experiencias les han enseñado que el yoga es eminentemente meditación, más que la actividad física. “En la India, las clases son 10 minutos físicas, y una hora y media de meditación. En los países de occidente, incluido el Ecuador, suele ser al revés. Los ejercicios físicos con como el kínder del yoga, son como el inicio, pero lo más profundo está en conectarte con el yo interno”, considera Frances.

“El yoga es una filosofía de vida; Buda, Gandhi, Jesús, la madre Teresa de Calcuta han compartido ese tipo de pensamiento”, indica Pérez, quien lamenta que aún haya personas que relacionen al yoga estrictamente con lo físico.

Gustavo Plaza, editor de la revista Radical y experto en meditación, yoga y filosofía oriental, asegura que el yoga no es sinónimo de ejercicio físico, no es un método para bajar de peso ni algo para reducir el estrés, y sería un gran error ubicarlo en la misma categoría de los pilates, el gimnasio, el crossfit o los aeróbicos.

Esa confusión resulta común debido a los beneficios alternos que brinda esta disciplina, como mejorar la calidad de vida, mejorar la concentración y eficacia en el trabajo, mejorar la salud, “pero reducir el yoga a esto sería cometer una barbaridad”, indica.

“El hatha yoga (rama dedicada a las posturas) nos relaja y eso ya es bastante, pero eso de ninguna manera es un estado avanzado de yoga”, indica explicando que las posturas son vías para activar ciertas zonas del cuerpo que motivan la concentración.

“Yoga es un método de autorrealización, un sistema que nos regresa al estado natural del ser; que nos va liberando capa a capa de todo aquello que evita que entendamos nuestra real naturaleza”, considera Plaza.

Esa naturaleza humana busca, a través de esta disciplina, conectarse a la naturaleza del planeta… porque comparten irremediablemente la misma pureza.

Contactos: Andrea Goldbaum 099-942-2393; Andrea Naranjo 098-488-1237; Frances Swett 099-912-5931; Asociación Escuela de Autorrealización 283-1839, 253-0870.

 

Diversas posturas

Yoga de la risa
La felicidad es contagiosa

También llamado laughter yoga, esta rutina de ejercicios nace por idea original del Dr. Madan Kataria, un médico de Mumbái (India) que inició el primer club de yoga de la risa en un parque el 13 de marzo de 1995, con tan solo 5 personas. Esta idea ha creado hoy más de 6.000 clubes en más de 60 países.

El yoga de la risa combina la risa incondicional con la respiración yóguica (pranayama), ya que cualquiera puede reír sin ninguna razón, sin depender de humor, chistes o comedia. La risa nace como un ejercicio grupal, que junto al contacto visual y actitud juguetona se convierte en risa real y contagiosa. Esto porque el cuerpo no puede diferenciar entre la risa fingida y la espontánea, por lo tanto, ambas aportan los mismos beneficios. En Ecuador, Suleen Díaz y Ricardo Llorente, maestros certificados con el Dr. Madan Kataria, ofrecen estos talleres.

Contacto: Puerto Azul, mz E5, villa 47; 099-933-5238, 299-0884, yogadelarisaecuador.com.

 

Paddle yoga
Navegando por la paz espiritual

En esta temporada vacacional, la escuela Narasimha Yoga ofrece clases de paddle yoga, actividad popular en Estados Unidos que se practica sobre una tabla de paddleboard (similar a la de surf, pero usa remos).

Por la tarifa de $ 25, Narasimha presta la tabla al alumno y ofrece la clase, pero la persona tiene que llegar al balneario por su cuenta. Es necesario que cada practicante sepa nadar, y si no sabe hacer yoga, tiene que estar pendiente de los movimientos del instructor y su ayudante. Los expertos también hacen paddle acroyoga, con dos personas en una sola tabla.

Para Simha Rambay, instructor de Narasimha, cuando alguien tiene bases en el yoga y sabe realizar las ásanas (posturas), en el paddle yoga ganará mucho más equilibrio que en el piso. Desde junio, esta actividad se trasladará al parque El Lago, ubicado después del peaje de la vía a la costa.

Contacto: Urdesa Central, Mirtos entre Guayacanes e Higueras. 288-0148, 099-977-6001. Nuevo local en c.c. Puerto Azul.

 

Yoga aéreo
Vuelo espiritual

Esta variante del yoga requiere una especial habilidad, ya que incluye técnicas que se utilizan en la gimnasia acrobática y el circo.

El yoga aéreo emplea columpios de telas para buscar la relajación, aunque también trabaja la fuerza del cuerpo, que debe combatir contra la de gravedad. Los expertos indican que esta modalidad mejora la salud gracias al acondicionamiento físico y a la estimulación del organismo con las posturas invertidas.

El columpiarse ayuda a relajarse, reducir las tensiones y aliviar el estrés, al mismo tiempo que trabaja el centro de estabilidad del individuo, fortaleciéndolo y mejorándolo para obtener mejores posturas.

Contacto: Acro Pole Fitness Center (c.c. Las Terrazas), acro.pole@hotmail.com

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