Protección contra el cáncer de ovario

03 de Enero de 2016
Sheyla Mosquera para La Revista, desde EE.UU.

Nuevos descubrimientos sobre el origen del cáncer de ovario ofrecen soluciones para prevenirlo. El doctor Gil Mor, científico de la Universidad de Yale, las comparte.

Gil Mor no solo es el científico que está al frente del grupo de investigadores sobre el cáncer de ovario en la Escuela de Medicina de la Universidad de Yale, situada en New Haven, Connecticut, Estados Unidos, también es ecuatoriano. Nació en Quito hace 55 años y la última vez que estuvo en Ecuador fue hace más de diez años para dictar conferencias a médicos sobre avances en obstetricia y ginecología y ciencias reproductivas.

En esta institución, Mor es director de la División de Ciencias de la Reproducción y de la Unidad de Inmunología Reproductiva. Además, es editor en jefe de American Journal of Reproductive Immunolgy (AJRI). Incluso es miembro de la Asociación Americana para la Investigación del Cáncer y la Sociedad para la Investigación Ginecológica, entre otras comunidades científicas.

En una entrevista realizada por vía telefónica para La Revista, él explica que, basado en las nuevas evidencias relacionadas con el origen de las células malignas, el cáncer de ovario “no existe”. “Nosotros llamamos cáncer de ovario a toda clase de masa maligna que encontramos en este órgano y la diagnosticamos como tal. Pero al estudiar las características histológicas (tejido) no muestran una única enfermedad, porque presentan particularidades que provienen de otras áreas del cuerpo”.

Hasta el momento, asegura Mor, nadie ha podido identificar con exactitud dónde se origina el cáncer de ovario. Sin embargo, su laboratorio, entre 2005 y 2006, desarrolló un test llamado Ovasure para detectar esta enfermedad, el cual fue puesto en uso clínico. “Muchos de mis colegas no le dieron crédito porque la mayoría de las proteínas que descubrimos no existían en el ovario, sino en el útero o el colon, entre otras partes. Por eso dijeron que no era específico”, asegura.

Pero, afirma, hace cinco años investigadores de la Universidad Johns Hopkins, en Baltimore, encontraron en las trompas de Falopio células malignas con una mutación en la proteína llamada p53. Entonces determinaron que un grupo de cánceres de ovario tenía su origen en las trompas. Esto trajo nuevamente la idea de que el cáncer de ovario no se origina en este órgano, sino fuera de él.

Desde un punto clínico esto es muy importante, ya que todas las pacientes con cáncer de ovario siempre son tratadas con la misma terapia de hace 40 años, platium y taxol, sin tomar en cuenta el tipo de tumor que tienen; además, se espera que todos los diferentes tipos de cáncer puedan ser identificados con un mismo marcador. “Hay que reconocer y aceptar que el cáncer de ovario es mucho más complicado de lo que se piensa. Primero, porque no se origina en los ovarios, y segundo, porque el tumor no es una masa de células que crece sin control, sino un órgano bien organizado. Por eso, la identificación temprana y el tratamiento demanda nuevas formas para poder erradicar la enfermedad”, explica Mor.

Células madre cancerígenas

Siempre se pensó, dice el doctor Gil Mor, que el cáncer era una célula que crecía sin control. Pero es solamente parte de la verdad, indica, porque está formado por muchos tipos de células que están organizadas en una forma jerárquica. “Hay un grupo de células que nosotros identificamos en el cáncer del ovario y son las células madre cancerígenas. Tienen la capacidad de dar origen a los tumores y son las que sobreviven después de la terapia química”.

Cuando se dan medicamentos como el platinum o el taxol, lo que se hace es matar a las células sensibles que se inhiben muy rápido, pero dejamos en el cuerpo a estas células madre malignas, las cuales cuando se termina la terapia, comienzan a crecer de nuevo, y son las que dan origen a lo que se llama resistencia a la terapia química.

“Nuestro laboratorio está investigando y desarrollando nuevas medicinas que van a tratar de matar a esas células. No a las que se dividen rápido, que son sensibles a la terapia química, sino a estas células madre carcinogénicas”.

Protección contra este cáncer

En la actualidad, menciona Mor, existen dos estudios epidemiológicos relacionados con la mejor protección contra el cáncer de ovario: ligar las trompas de Falopio mediante cirugía –amarrarlas o cortarlas– y bloquear o inhibir la ovulación con una píldora anticonceptiva. “Ambas soluciones protegen sin tener nada en común”, asegura.

Se conoce que las células malignas pueden viajar del útero a través de las trompas de Falopio y de ahí a los ovarios. O de cualquier parte del peritoneo –tejido– de la cavidad abdominal y establecerse en los ovarios. Pero ¿cómo y por qué ocurre? La respuesta, explica Mor, está en la ovulación.

Cuando la mujer ovula cada mes, la superficie del ovario –tejido– se rompe como si se cortara la piel con un cuchillo. Esto permite al ovocito –célula germinal femenina que crea al óvulo– salir y luego entrar a las trompas de Falopio para encontrarse con el esperma en caso de que exista el coito. Como resultado de la ovulación, el ovario tiene una puerta abierta hacia la cavidad peritoneal la cual contiene los órganos del abdomen, como los intestinos, el colon, los riñones y otros.

Durante la ovulación, refiere Mor, el ovario crea unas sustancias que atraen a las células espermáticas, principalmente, embriónica, entre otras. Asimismo, las células cancerosas se sienten atraídas por estos elementos e ingresan al ovario por la herida de la ovulación y se pegan en el interior. Luego, al terminar la ovulación, explica, las células epiteliales del ovario empiezan a cerrar la herida.

También, dice, se descubrió que las células malignas no solo se dirigen al ovario, sino al peritoneo –tejido que recubre la pared del abdomen– y se pegan en la cavidad abdominal.

¿Qué hacer? Mor sugiere evitar la ovulación con pastillas anticonceptivas, porque el riesgo de padecer cáncer de ovario disminuye mucho. Cada vez que se la evita no se crea la herida, la puerta no se abre y los factores que atraen a las células malignas no se liberan. Y si se cortan las trompas de Falopio, las células que están viajando del cuello del útero y demás no pueden llegar al ovario. Así se previene que se introduzcan en el ovario.

¿Qué sabe sobre este tipo de cáncer? Coméntenos

¿Sacar o no los ovarios?

Extirpar los ovarios para prevenir este tipo de cáncer, asegura Mor, puede hacer bien cuando la mujer padece el de mama. Pero, agrega, el sacarlos a una mujer de 35 años tiene consecuencias muy serias. “Es transformarla en posmenopáusica en 24 horas”.

“La mujer sufrirá pérdida de la memoria, problemas cardiovasculares, pérdida de la libido sexual y problemas de osteoporosis.

Es poner el cuerpo en un estado de hambre por todas las hormonas que el ovario produce y que son indispensables para todas estas funciones”.

El remover los ovarios, dice, es una decisión muy seria. Pero algunas pacientes por miedo al cáncer lo prefieren. Sin embargo, agrega, “el problema no son los ovarios, ya que tan solo con inhibir la ovulación se evita que las células malignas ingresen a estos, y aun así los ovarios tienen niveles hormonales que el cuerpo necesita”.

¿Pero cuándo hay que sacarlos? Mor considera que si hay mutación no es necesario remover los ovarios a edad temprana, sino el útero y las trompas de Falopio; pero sí hay que extirparlos a los 50 años, antes de que empiecen los cambios hormonales de la menopausia.

Las investigaciones indican que las células malignas que entraron en los ovarios están durmiendo en la edad que la mujer tiene ciclos normales. Pero cuando se entra a la edad posmenopausal, los cambios hormonales asociados con la falta de estrógenos, y el proceso inflamatorio que está asociado con la muerte de los ovarios tiene la capacidad de despertar a estas células malignas, y no solamente a las que están en el ovario, sino a las que están en la cavidad peritoneal, entonces comienzan a crecer sin control.

“Esa es la razón por la cual las pacientes que se someten a exámenes de imágenes como un eco scan no tienen nada y seis meses más tarde presentan un estado tres de cáncer de ovario. No es un problema de no hacer bien el examen, es que estas células ya estaban allí desde hace muchos años y por razones que aún se desconocen comienzan a crecer y aparecen con toda la enfermedad”, concluye. (I)

 

La tasa de mortalidad

De cáncer de ovario sigue siendo alta debido al diagnóstico tardío y la recurrencia. Un paso fundamental para mejorar la detección y el tratamiento de esta enfermedad es entender su origen, segun Gil Mor.
 

MÚLTIPLES ORÍGENES

Un creciente número de estudios han revelado que el cáncer de ovario puede desarrollarse a partir de múltiples orígenes extra-ováricos, incluyendo las trompas de Falopio, tracto gastro-intestinal, cuello uterino y endometriosis.
 

 

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