Próstata, observación y espera

08 de Enero de 2012
Jane E. Brody - The New York Times

La prueba del antígeno prostático específico (PSA) incrementó el diagnóstico del cáncer de próstata, a menudo de casos que nunca se habrían convertido en un problema clínico.

Al tiempo que estalla la polémica respecto de si  los hombres deberían someterse a revisiones para detectar el cáncer de próstata con la prueba de sangre PSA (antígeno prostático específico), la experiencia de un hombre octogenario sugiere una alternativa a una simple respuesta afirmativa o negativa, así como opciones para la prevención y tratamiento que hombres de todas las edades pudieran considerar.

El hombre, prominente neoyorquino que por razones profesionales solicitó que su nombre no fuera publicado, sabía que la prueba PSA no estaba recomendada como prueba de detección para hombres mayores de 75 años o para cualquiera con una expectativa menor a diez años. Pero, aunque tenía 82 años en ese momento, dijo: “Yo insistí. Sentía que la edad no tenía nada que ver en eso”.

Actualmente de 85 años, explicó en una entrevista: “Tiene que ver con cómo te sientes, no cuántos años tienes. Me siento de 60. Estoy lleno de vigor. Con mi nivel de energía, mi perspectiva de la vida, las doce horas de trabajo que hago cada día y las muchas actividades culturales de las que gozo, paso por alto mi edad. Además, no quería correr riesgo alguno de que el cáncer de próstata se interpusiera en todo esto”.

Se sometió a la prueba, y cuando su lectura de PSA llegó a cerca de 5, optó por someterse a una biopsia (4 es el límite al que los médicos suelen recomendar el procedimiento). Se encontró un cáncer en sus primeras etapas en un lado de la glándula. Análisis posteriores revelaron una puntuación Gleason de 7, lo cual sugería que el cáncer era un tanto más agresivo que de lento crecimiento.

No fue considerado buen candidato para cirugía y de todos modos él no lo habría querido, pero tampoco estaba emocionado ante la perspectiva de tratamientos de radiación. Más bien  consultó al Dr. Aaron E. Katz, director del Centro de Urología Holística del Centro Médico de la Universidad de Columbia y autor de La guía defensiva para el cáncer de próstata. El enfoque de Katz hacia esta enfermedad pudiera describirse como “más es menos”; para la mayoría de los hombres con cáncer en sus primeras etapas que no son particularmente agresivos, siga el enfoque menos invasivo.

Eso podría ser lo que Katz conoce como “vigilancia activa con posible intervención demorada” si el cáncer empieza a crecer, o para alguien como el anciano neoyorquino que quería eliminar el cáncer, un procedimiento relativamente nuevo conocido como criocirugía.

¿Vigilancia activa?

El cáncer de próstata es sumamente común. La enfermedad puede hallarse en hasta el 30% de los hombres mayores de 50 años. La mayoría de los varones que lo desarrollan no muere a causa de esto; más bien muere con él, a menudo sin saber que estaba presente.

El desarrollo de la prueba PSA y su uso generalizado incrementó marcadamente el diagnóstico de esta enfermedad, a menudo de casos que nunca se habrían convertido en un problema clínico.

En ese tipo de casos, los médicos pudieran sugerir una “espera atenta”; esto es, vigilancia repetida de la próstata sin tratamiento, a menos que el cáncer empiece a progresar.

Si bien faltan pruebas definitivas, los cambios en la dieta y la conducta que él sugiere se fundamentan tanto en la observación como en estudios clínicos que los han vinculado con un riesgo menor de padecer una forma de cáncer agresiva y morir de la enfermedad. Por ejemplo, en 1993, Edward Giovannucci y colegas de la Facultad de Salud Pública de Harvard documentaron una relación entre el alto consumo de carne roja y un mayor riesgo de padecer cáncer de próstata avanzado entre 51.529 hombres que, al principio, habían estado libres de cáncer.

En otro estudio del mismo grupo de hombres seguidos por hasta 16 años, Giovannucci y sus coautores encontraron un riesgo menor de cáncer de próstata avanzado y fatal entre quienes consumieron mucha salsa de tomate, rica fuente de una sustancia conocida como licopeno, y quienes participaron en niveles mayores de actividad física vigorosa.

Para los pacientes que optan por la vigilancia activa, Katz recomienda el pescado, particularmente pescados aceitosos de mar como el salmón, trucha alpina o salvelino, macarela del Atlántico y sardinas, como la mejor fuente de ácidos grasos omega-3. Entre otros alimentos protectores que, dijo, pueden estabilizar o reducir niveles de PSA y la progresión del cáncer están frutos de color intenso como la granada, uvas rojas, té verde, linaza y nuez de castilla.

Además exhorta a los hombres a que incrementen considerablemente su consumo de vegetales, particularmente los vegetales crucíferos como el brécol, col, col de Bruselas, coliflor y col rizada, así como otros vegetales de hojas verde oscuro como la espinaca y la acelga.

Este enfoque dietario puede fomentar la pérdida de peso, importante porque los hombres obesos tienen mayores probabilidades de padecer cánceres de próstata agresivos, y también brindar protección contra enfermedades cardiacas, el principal asesino de varones estadounidenses.

En cuanto a suplementos, Katz dijo que debido a que más de 75% de los hombres presentan una deficiencia de vitamina D, él empieza con una toma diaria de 2.000 a 3.000 unidades internacionales para normalizar los niveles de la sangre. Otros suplementos que él ha encontrado útiles en términos clínicos son el AHCC, combinación de hongos medicinales que mejoran la respuesta inmunológica, y Zyflamend, combinación de diez extractos herbales con propiedades antiinflamatorias que, con base en estudios de laboratorio y los primeros estudios clínicos, él y otros creen que puede contrarrestar lesiones precancerosas de la próstata y reducir la propagación del cáncer a los huesos.

Criocirugía, opción terapéutica

Muchos hombres que descubrieron a través de pruebas PSA que tienen cáncer de próstata se muestran reacios a demorar un tratamiento definitivo. Sin embargo, los procedimientos más comunes –eliminación quirúrgica de la próstata y radiación– pueden ser excesivos para hombres con la enfermedad en las primeras etapas y resultan con frecuencia en dos problemas debilitantes: incontinencia e impotencia.

Katz es uno de aproximadamente 50 urólogos en centros académicos por todo Estados Unidos que se especializan en criocirugía, procedimiento de consulta externa cubierto por el programa Medicare en el cual solo se congela la parte enferma de la próstata, evitando tejido sano y   serios efectos secundarios. Si la enfermedad recurriera, se puede repetir el procedimiento.

El neoyorquino de 85 años se sometió a criocirugía y aún sigue las recomendaciones de Katz, hasta ahora sin evidencia de recurrencia del cáncer o proliferación. “Estamos tratando excesivamente a muchos hombres en este país con nueve semanas de radiación que le cuesta a Medicare $ 50.000 y con cirugía robótica con máquinas que cuestan $ 2 millones”, notó Katz. “Se tiene que detener esto. Necesitamos normas   respecto de quién debería recibir tratamiento. Y antes de que se practique una prueba PSA, los pacientes tienen que ser educados sobre  lo que significa la prueba realmente y a qué puede conducir”.

Estas últimas palabras fueron repetidas en cuatro artículos publicados recientemente en línea por la Revista de Medicina de Nueva Inglaterra, lo cual sugiere un uso más discriminatorio del PSA.

“Necesitamos normas   respecto de quién debería recibir tratamiento.   Y antes de que se practique una prueba PSA,    los pacientes tienen que ser educados sobre  lo que significa la prueba realmente y a qué puede conducir”.
Dr. Aaron E. Katz

 

CONSEJOS

La vigilancia activa, dijo Katz, puede aplicarse a hombres con un PSA menor a 10 puntos y un puntaje Gleason por debajo de 7 que tengan la enfermedad en su primera etapa y no exista evidencia de cáncer más allá de la próstata. Describe el enfoque, más bien poco convencional, de la siguiente manera:

• Haga cambios en la dieta que incluyan una reducción o eliminación de carne roja y productos lácteos y coma muchos vegetales.
• Tome suplementos de ácidos grasos omega-3, vitamina D y agentes herbales con propiedades antiinflamatorias.
• Adopte un programa de ejercicios que incluya aeróbicos tres veces por semana.
• Practique un método de reducción de estrés como yoga o meditación.
• Sométase a una prueba PSA cada tres a cuatro meses y examen de tacto anal cada seis meses,
• Repita una biopsia de la próstata cada 12 a 24 meses.

 

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