Sobrepeso y autoestima

24 de Abril de 2016

Tener problemas de peso no impide afirmar el valor personal. La familia puede enseñar hábitos saludables, pero también es clave para proteger la emocionalidad.

Gordura es un término estético, pero sobrepeso y obesidad son términos médicos e indicadores de problemas de salud a mediano y largo plazo.

Los profesionales se valen del Índice de Masa Corporal (IMC), que provee una manera sencilla de medir en forma numérica el grosor de la persona, lo que permite discutir problemas de peso de manera más objetiva con pacientes adultos, independientemente del sexo o la edad. Un IMC de 18,5 a menos de 25 puede indicar peso óptimo. De 25 en adelante significa sobrepeso. Y de 30 en adelante sugiere que la persona tiene obesidad en alguno de sus tres grados.

Pero el IMC no es un método perfecto. “Personas como los fisicoculturistas, que tienen gran cantidad de masa muscular, reflejan un IMC que indica sobrepeso, cuando ese no es el caso”, comenta la médica nutricionista Narcisa Zambrano de Lecaro.

Del otro lado están quienes a pesar del sobrepeso aún no tienen problemas de presión arterial ni elevación en los niveles de glucosa. Pueden sentirse muy bien y estar confiados, “pero a la larga tendrán problemas de hipertensión o diabetes”.

Está comprobado que los adolescentes y adultos jóvenes con sobrepeso, aunque este no sea exagerado ni les cause molestias, tendrán mayor probabilidad de muerte súbita en el futuro.

Más importante que el IMC, dice la especialista, es el contorno de la cintura, a nivel de ombligo. “La grasa en exceso se deposita alrededor y dentro del hígado, el páncreas y los órganos, y produce citoquinas que aumentan la presión arterial y la resistencia a la insulina, y aumentan el riesgo de ciertos tipos de cáncer, como el de mama”.

Así que, resume Zambrano, no es tan simple como decir que hay ‘gordos sanos’, pues existen complicaciones a futuro para todos. En especial para las mujeres en edad reproductiva. “La que piensa en tener un hijo debe alimentarse correctamente desde mucho antes, pues durante el embarazo puede desarrollar diabetes gestacional o preeclampsia”.

La protección familiar

Si bien es cierto que los niños heredan la tendencia a engordar, el mayor efecto viene por lo que aprenden al imitar a sus padres.

Pero también influye crear espacios de bienestar emocional. “Un estudio indica que reunirse a comer en familia por lo menos tres veces a la semana disminuye el riesgo de obesidad (el 12%) y los trastornos alimenticios como anorexia y bulimia (el 35%) y enseña opciones de alimentos saludables, además de fortalecer la salud socio-emocional”, siempre y cuando, agrega Zambrano, haya al menos un padre presente y la comida se prepare en casa.

Se refiere al proyecto EAT (Alimentación y Actividad en Adolescentes, Universidad de Minnesota y Universidad de Columbia), publicado en la revista Pediatrics. Los resultados reafirman el rol protector de la familia contra la obesidad juvenil. Al crear patrones dietarios en la adolescencia se contribuye a evitar varias enfermedades crónicas relacionadas con el sobrepeso.

Jessica M. Berg, directora del sondeo, explica que estos encuentros proveen oportunidades para conexiones emocionales entre los miembros de la familia, la comida será probablemente saludable y los jóvenes estarán expuestos a un comportamiento correcto en la mesa (cantidades, postura, conversación).

Gordura y salud emocional

Hay que administrar bien el cuerpo, expresa la psicóloga Toyi Espín de Jácome. Se toma la decisión de hacer algo por él “cuando se hace conciencia de que tenemos la tarea de su cuidado y mantenimiento”, estableciendo un equilibrio entre ejercicio, alimentación y citas médicas.

“Al cuidarnos físicamente contribuimos también a nuestras áreas emocionales y espirituales”. El dolor o inseguridad emocional provienen de las comparaciones o calificativos que parten, dice Espín, de una sociedad con tendencias crueles, un contexto discriminatorio y violento.

Si bien la persona no puede cambiar su entorno, sí puede recibir orientación y acompañamiento en el proceso de mejora y aceptación. “Si pasa por una crisis emocional, debe buscar ayuda profesional para fortalecer su carácter y enfrentar escenarios de maltrato y discriminación”.

Cuando no se está en paz con el propio cuerpo, considera Espín, se generan reacciones de ansiedad, agresividad e impotencia por no poder cambiar la situación. “En estos casos no solo se debe trabajar la parte física, sino la emocional”.

Aún más complejo, dice la psicóloga, es negar la realidad del sobrepeso y usar mecanismos de defensa: decir que se disfruta vivir de esa manera o alegar conformismo o indiferencia. (D. V.) (I)

 

¿Dónde es más común?

La mayoría de la población del mundo vive en países donde el sobrepeso y la obesidad son más mortales que la delgadez extrema. Esto incluye a todos los países de ingresos altos y a la mayoría de los de ingresos medios (OMS).
 

Problema en alza

En 2013, 42 millones de niños menores de 5 años tenían sobrepeso u obesidad. Considerado alguna vez un problema del primer mundo, ahora crece más rápidamente en países de ingresos bajos y medios, especialmente en las ciudades.
 

 

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