Insoportables tóxicos

26 de Abril de 2015

El síndrome de sensibilidad química múltiple (SSQM) aún no está reconocido por la Organización Mundial de la Salud, pero en algunos países está oficializado.

Si no soporta el aire cargado con olores a químicos, le afecta estar en contacto con móviles, electricidad, luz solar y no puede usar productos cosméticos, es porque podría sufrir el síndrome de sensibilidad química múltiple (SSQM).

Según el artículo ‘Prisioneras en un mundo tóxico’, publicado en la revista XLSemanal (2008), algunas mujeres en España lo padecen. Una es la profesora de secundaria española Alicia Mayo, que al exponerse a las ondas de teléfonos móviles se quema por minutos y siente dolores horribles; y solo cuando está alejada de estos no siente los síntomas. Incluso para pasear por el campo usa un medidor de microondas para detectar las antenas de los móviles. Además, sobrevivió a un cáncer, pero tras el tratamiento desarrolló una hipersensibilidad magnética.

Otra es la española Elvira Roda. Ella pasa todo el día encerrada, tampoco soporta el aire impregnado de químicos. Para ella la luz del sol es un tóxico, por lo que siempre usa gorra y gafas, más cuando está en la playa y tiene que oler las cremas solares. Dice que es algo insoportable, como vivir en una auténtica burbuja.

Países que la reconocen

La sensibilidad química múltiple (SQM) aún no está reconocida por la Organización Mundial de la Salud (OMS), pero sí se encuentra oficializada por los sistemas de salud de Alemania, Austria y Japón. Incluso el año pasado España la reconoció oficialmente al incorporarla a su Clasificación Internacional de Enfermedades o CIE (el sistema con el que la Sanidad clasifica y codifica sus diagnósticos).

Esta es la fórmula autorizada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para que un gobierno –bajo ciertas pautas– pueda oficializar las dolencias de sus ciudadanos que ella aún no ha catalogado a nivel internacional.

A criterio de la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (OSHA) de los Estados Unidos, la SQM sigue siendo un tema controversial. Dice que es complicado clasificarla como una enfermedad y considera que “teóricamente” es una reacción física adversa a niveles bajos de sustancias químicas. Además, tiene como sinónimos Síndrome del siglo XX o Síndrome alérgico total.

Asimismo en el texto ‘Sensibilidad química múltiple: un desafío para la salud ocupacional’, de la Revista Médica del Uruguay (2014), la SQM es conocida también como intolerancia ambiental idiopática o enfermedad ambiental, es polisintomática y puede afectar a múltiples órganos o sistemas, tales como respiratorio, nervioso, músculo esquelético, piel, mucosa ocular, cardiovascular y genitourinario.

Indica que afecta a individuos de ambos sexos, con diferentes edades y nivel educativo. Sin embargo, el predominio en mujeres se observa en la mayoría de las series publicadas.

Los síntomas reportados con mayor frecuencia son: dolor en la deglución, alteración del gusto, boca seca, tos seca, picor o mucosidad de garganta, afonía o disfonía, dolor torácico o palpitaciones; cefalea, pesadez o tensión en la cabeza, embotamiento o desorientación; molestias nasales (picor, escozor, sequedad, rinorrea, estornudos).

 

Opinión médica

Según el alergólogo infantil John Zambrano Haboud, tanto el síndrome de sensibilidad química múltiple como la fibromialgia y el síndrome de fatiga crónica comparten ciertos rasgos comunes como el ser de muchos síntomas e involucran diferentes sistemas del organismo, así como el hecho de que no exista una definición de los mecanismos patológicos por los que se producen los síntomas. Esto, junto a la ausencia de biomarcadores que establezcan la enfermedad, ha condicionado que los servicios sanitarios simplemente ignoren su existencia o se consideren de origen psicológico o como médicamente inexplicable.

“Los médicos somos instruidos para dar crédito a todo lo que nuestros pacientes digan para, en base a estos datos, más los generados a partir del examen físico y los exámenes complementarios (laboratorio, radiología y otros) dar un diagnóstico sobre la dolencia y establecer así la conducta a seguir para que el paciente recupere su salud”.

Cuando el médico se enfrenta a casos como este tipo de hipersensibilidades “a todo”, en los que solo existen síntomas (es decir, lo que el paciente siente –subjetivo–) y no hay signos (es decir, una expresión de la enfermedad que pueda ser verificada o mensurable), que sean coherentes entre ambos, encasillarlo como un diagnóstico es muy complejo.

Tratamiento

Según el doctor William J. Rea, pionero investigador y clínico en medicina ambiental y sensibilidad química, fundador y director del Centro de Salud Ambiental de Dallas (Texas, EE.UU.), sí existe tratamiento contra el SSQM. Pero depende de cada paciente y se siguen varias fases. Él sugiere:

• Evitación masiva: limpiar habitaciones, quitar alfombras, no tener pesticidas, pinturas, colas, esmalte de uñas o útiles de plástico...

• Comer solo alimentos orgánicos y beber agua potable de manantial o filtrada y almacenada en envases de acero o cerámica. No usar botellas de plástico porque liberan productos químicos que causan alteraciones endocrinas.

• Si son alérgicas a determinadas sustancias químicas sugiere inyecciones subcutáneas de neutralización. Es decir, inyecta una dosis de la misma sustancia que provoca sus síntomas y de forma progresiva las va disminuyendo, y deja de hacerlo cuando la reacción alérgica ha desaparecido.

• Tratamiento nutricional adecuado a cada caso, si es necesario por vía intravenosa.

• Si aún hay reactividad, usar el sauna a alta temperatura para eliminar el máximo posible de toxinas por el sudor. Después masajes y ejercicios en condiciones ambientales controladas.

• Terapia con oxígeno.

• Vacunas a partir de linfocitos del propio paciente que aumenten las defensas de su sistema inmune.

• Sacar implantes dentales, mamarios o de otro tipo, ya que mucha gente tiene reacciones alérgicas a ellos. (S.M.) (I)

 

QEESI

Es el Cuestionario Rápido de Exposición y Sensibilidad Ambiental. Este permite identificar a los agentes desencadenantes de los síntomas, cuantificar la gravedad y las repercusiones de la sensibilidad química múltiple (SQM) en las actividades de la vida diaria.
 

Reducir episodios

Minimizar la exposición a sustancias químicas ambientales, en particular a los plaguicidas y derivados del petróleo, es extremadamente importante para reducir los episodios de la SQM, lo que podría tener un impacto preventivo más amplio, alcanzando también a la población en general.
 

 

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