Infecciones en hospitales
Hay bacterias, especialmente en terapia intensiva, que pueden convertirse en enemigas al infectar al paciente. No obstante, existen medidas de control para minimizar el riesgo y tratar la enfermedad.
Hace dos años, Reina, una guayaquileña de 44 años, soltera, fue operada de un tumor cerebral en un hospital privado. De la intervención salió muy bien: reaccionó y se movía. Sin embargo, en su tercer día de permanencia en terapia intensiva entró en coma.
Según Blanca, de 59 años, la explicación que le dieron los médicos sobre su hermana era que había sufrido un infarto cerebral. “Cuando entré a terapia intensiva y la vi, le habían realizado una traqueotomía a nivel de la garganta para que pudiera respirar y estaba conectada a un respirador”.
Tres días después, Reina salió del coma, pero no movía la parte izquierda del cuerpo. Agregado a esto, recuerda Blanca, había adquirido neumonía y le estaban dando antibióticos para contrarrestarla.
“Pero lo que más me impactó fue que el médico intensivista me dijo que otra vez estaban en apuros, porque el ojo izquierdo de Reina se había infectado por una bacteria llamada Pseudomonas y que debía ser tratado de inmediato por el oftalmólogo, pues podía perderlo”.
Blanca no sabía qué hacer de tanta angustia. Era el único ojo que le quedaba a su hermana para poder ver, ya que el derecho había sufrido una lesión a causa del tumor cerebral. El oftalmólogo le manifestó que la infección de Reina estaba avanzada y que tenía ulceración de córnea, y lo único que quedaba por hacer era combatirla con antibióticos fuertes: tres o cuatro tipo de gotas cada tres o cuatro horas para tratar de salvarlo.
“Pedí que me permitieran estar en terapia intensiva para ser yo misma quien le administrara las gotas en el ojo, así me aseguraba de que fueran colocadas como el doctor había indicado. Me dieron mascarilla y gorra. Pero observé que los familiares de otros pacientes entraban al sitio sin tales accesorios. Lo único que hacían era usar el desinfectante para las manos que contienen los dispensadores”.
A pesar de que la infección de Reina seguía, la familia pidió al médico que autorizara estar fuera de terapia intensiva si era adecuado. Todo por miedo a que fuera a adquirir otra infección. “Fue trasladada a la habitación y ahí seguiría nuestra lucha por sacarla adelante. Mi hermana debió someterse a un trasplante de córnea, a la colocación de un lente intraocular y a la recuperación del derrame. Ahora está dando pasos poco a poco con la ayuda de una enfermera y de un fisiatra”, asegura.
MEDIDAS DE SEGURIDAD
Las medidas de seguridad que se implementan en los hospitales contra las bacterias, dice el doctor Ángel Zambrano, son para tratar de reducir el riesgo de contagio en el paciente y no porque los hospitales en Ecuador sean malos, ya que todos a nivel mundial tienen el mismo problema.
“En los últimos diez años casi no ha habido moléculas nuevas de antibióticos y la gente por la automedicación y el mal uso de estos ha logrado que las bacterias que eran inocuas de la comunidad ahora sean muy resistentes a los antibióticos”, asegura.
Esto, dice Roberto Morla, provoca que tanto el paciente como los gobiernos pierdan mucho dinero, ya que la estancia del paciente se va a prolongar, además hay que usar antibióticos muy caros. “He conocido casos de pacientes que han tenido seis meses de permanencia entre terapia intensiva y la habitación”, comenta.
Un problema mundial
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), existen más de 1,4 millones de personas en el mundo, como Reina, que contraen infecciones en el hospital.
El médico clínico e internista Roberto Morla Larrea explica que este es uno de los grandes problemas, independientemente de los centros hospitalarios, porque todos tienen bacterias que han crecido en estos y han aprendido a defenderse de los antibióticos.
Actualmente, muchas bacterias son multirresistentes. “Entre ellas están la KPC (Klebsiella pneumoniae, productora de carbapenemasa), Acinetobacter baumannii, Gram negativas, productoras de betalactamasas de espectro extendido (BLEE), los enterococos y estafilococos meticilino resistente, que afortunadamente no hay mucho en nuestro medio”.
El reciente informe de la OMS, basado en datos de 114 países, ofrece el panorama más general que se ha obtenido hasta la fecha acerca de la resistencia a los antibióticos. “Se calcula que cada año cientos de millones de pacientes de todo el mundo se ven afectados por infecciones nosocomiales u hospitalarias. La carga de estas es varias veces superior en los países de ingresos bajos y medianos que en los países de ingresos altos”.
Para la doctora Greta Miño, pediatra infectóloga, la ocurrencia de las infecciones asociadas a la atención de la salud (infecciones hospitalarias) se ha reconocido por algunas décadas y pese a todos los esfuerzos a nivel mundial continúa aumentando, ya que las bacterias siguen desarrollando mecanismos de resistencia ante la presencia de los antibióticos (cuando un paciente lo recibe y probablemente no lo amerita).
Por eso, enfatiza, el profesional de salud debe diferenciar si la bacteria encontrada en un cultivo es verdaderamente causal de una infección o es una colonización, de tal manera que no necesariamente requiere usar antibióticos, por ello la intervención del especialista en el tema. Además, explica, en países tanto del primer mundo como los que están en vías de desarrollo hacen grandes esfuerzos para prevenir este tipo de infecciones.
En el Hospital Alcívar, por ejemplo, se tienen diferentes estrategias, explica Miño, quien asesora en el Departamento de Prevención y Control de Infecciones. Se realiza vigilancia activa de las infecciones en las unidades de terapia intensiva: adultos, pediátricos y recién nacidos. Se hace un reconocimiento temprano de las infecciones ante los datos clínicos y epidemiológicos y se toman las muestras necesarias para identificar los gérmenes (cultivos).
Existe, agrega, un trabajo permanente y oportuno de laboratorio de Microbiología con Prevención y Control de Infecciones, donde el rol de la enfermera juega un papel importante (se reúnen cada semana y se analizan los gérmenes que se presentan en toda la institución para establecer las tendencias y los ajustes requeridos).
Se notifica al médico de cabecera para la toma de decisiones en el control de la infección del paciente y la prevención de diseminación de los microorganismos.
En este tema se trabaja en forma continua en la promoción de un clima de seguridad institucional, a través de la práctica de las precauciones recomendadas para determinado tipo de infección, se evalúan los riesgos y se fortalece la higiene de manos, tanto la desinfección con gel alcohol como el lavado de manos en el personal de salud y en los visitantes.
“Se capacita en las medidas de bioseguridad. En general, en el hospital se previenen y controlan las infecciones como se realiza internacionalmente en hospitales de igual nivel”, asegura Miño.
Asimismo, dice Morla, en el Omnihospital existe un comité de infecciones en el que participan un médico, un bacteriólogo, un epidemiólogo y una enfermera de control de infecciones que ayudan a establecer medidas y normas para evitar incluso que los médicos propaguen las infecciones. También se estudia cuáles son las infecciones más frecuentes y los teóricos antibióticos que deben utilizarse.
Conocer la realidad
Igual control se da en el Hospital Clínica Kennedy, según el jefe de Terapia Intensiva, Ángel Zambrano Solórzano. Desde hace cuatro años el Comité de Infecciones está trabajando formalmente, pero de manera informal lo ha hecho desde años atrás. Está formado por el director técnico a través de sus representantes, jefe de enfermeras, microbiólogos, jefe del departamento de Medicina y el laboratorio de Microbiología, quienes generan reportes mensuales y condensados.
Es muy importante, dice, que la gente conozca la realidad. En todos los hospitales del mundo las bacterias no siempre son las mismas. En EE.UU., por ejemplo, donde usan mucha agua calentada, tienen la bacteria Legionella pneumophila. En cambio, en nuestro medio las más comunes son las Pseudomonas aeruginosa, los estafilococos resistentes y últimamente la Klebsiella pneumoniae, generadora de una cepa resistente llamada KPC.
“Las bacterias están en todas partes, donde se pone el dedo hay una. Lo que sucede es que algunas son patógenas y otras no. En nuestro medio, por cultura, siempre se minimiza la enfermedad. Sin duda hay pacientes con riesgos de infectarse en el hospital. Entre más días tengan en el sitio existe mayor posibilidad de adquirir una infección”, asegura Zambrano.
Hay varios factores, por ejemplo, el tiempo de estadía del paciente y dependiendo de en qué área se encuentre. Si está en una zona de hospitalización común y solo tiene suero, el riesgo de infección es bajo, pero si permanece en cuidados intensivos conectado a un tubo endotraqueal, con distintos drenes o con una vía central, tendrá más riesgo de infectarse. “No es lo mismo un paciente diabético que está con las defensas bajas a uno con anemia o depresión”.
Salvar al paciente
El riesgo que corren los pacientes de infectarse con alguna bacteria en un hospital, dice Morla, es que una vez que está dentro del organismo es difícil de tratar. “La solución está en utilizar el antibiótico apropiado, pero antes hay que determinar qué bacteria está afectando mediante un cultivo bacteriológico”.
Según el doctor Henry Parra, experto en microbiología del Centro de Investigación Microbiológica, en Ecuador se puede identificar de manera rápida un germen agresor con tecnología de punta. No solo investigar una bacteria, sino micobacterias, hongos y levaduras en menos tiempo.
La mayor parte de los hospitales de Europa y EE.UU. cuenta con el sistema de espectrometría de masas denominado Maldi-TOF.
“Actualmente, los equipos automatizados hacen pruebas basadas en reacciones bioquímicas colorimétricas, pero dependen de si la bacteria pueda estar activa o no activa en su expresión enzimática, lo que podría ocasionar un resultado variable, por este motivo se buscan cada vez más metodologías muy precisas que nos permiten identificar de una manera más eficiente y correcta el género y la especie de los microorganismos que se están investigando.
Según la doctora Jeannete Zurita, especialista en microbiología, las micobacterias, entre las cuales se encuentra el Mycobacterium tuberculosis, son un problema de salud a nivel nacional. “Para su identificación se cuenta en el Ecuador con un sistema automatizado que se basa en el cultivo en un medio líquido que tiene un sensor que advierte al operador que la bacteria ya está presente en la muestra, pues ha logrado detectar su crecimiento”.
También se cuenta con un método a base de huevo, porque las micobacterias necesitan muchos ácidos grasos para su desarrollo. La desventaja es que tarda entre 7 y 30 días en crecer la bacteria en este medio, por lo que al tener metodologías como el de espectrometría de masas se ha logrado obtener resultados en menor tiempo y con más precisión. “Es una gran ayuda para el paciente, pues el médico puede instaurar una terapia oportuna”.
Parra y Zurita dicen que las bacterias que no pertenecen al grupo de las micobacterias con los métodos tradicionales utilizados en los laboratorios de microbiología clínica demoraban 18 horas en crecer y otras 18 en identificarse, pero ahora en cuestión de minutos.
“Este sistema permite identificar más de 6.000 especies bacterianas. La limitación que existe es que si no está una bacteria dentro del software de este número de especies, el equipo no la identificará, pero es posible ir alimentando desde todas las partes del mundo con bacterias nuevas o que no constan en el programa”.
Bacterias
Son procariotas, es decir, células individuales que no contienen un núcleo. Miden pocos micrómetros (entre 0,5 y 5 µ de longitud) y tienen diversas formas, incluyendo filamentos, esferas, barras (bacilos), sacacorchos y hélices.
Anton van Leeuwenhoek
Fue un científico neerlandés que en 1683 observó las primeras bacterias usando un microscopio de lente simple diseñado por él mismo. Inicialmente las denominó animálculos y publicó sus observaciones en la Real Sociedad de Londres para el Avance de la Ciencia Natural.
Lactobacilos
Es un tipo de bacteria amistosa que vive normalmente en nuestro sistema digestivo, urinario y genital sin causar enfermedades. También se encuentra en alimentos como el yogur y en suplementos dietéticos. Se utiliza para el tratamiento y la prevención de la diarrea, entre otras.
Bacterias patógenas
Son las que causan enfermedades en los seres humanos, en animales y en las plantas. Pueden ser eliminadas de forma natural por las células inmunitarias que las reconocen como extrañas. Pero si hay resistencia a estas bacterias, se las combate con antibióticos.