8 vasos de agua: ¿Sí o no?

01 de Noviembre de 2015

La edad, la actividad física diaria y ciertas condiciones de salud indican la cantidad recomendable para cada quien.

Los ocho vasos de agua son un mito y no hay ciencia detrás de ello, anuncia Aaron E. Carroll, profesor de Pediatría de la Universidad de Indiana y blogger de investigación sobre la salud en The Incidental Economist.

Aunque Carroll recomienda el agua como la mejor bebida, no es la única fuente de hidratación. Está en frutas, vegetales, jugo, cerveza, té y café. No toda se va a consumir bebiendo agua. “Tampoco hay que preocuparse demasiado por no sentirse sedientos. El cuerpo está calibrado para indicar que es hora de beber antes de estar realmente deshidratado. Y antes de que alguien diga que el café es deshidratante, las investigaciones demuestran que eso tampoco es cierto”.

Sin embargo, otros especialistas explican que lo que podría estar bien en el caso de una persona adulta completamente sana que viva en condiciones ambientales ideales y tenga una alimentación equilibrada, no aplica a todos.

¿Cómo está su dieta?

La cantidad ideal de agua se aplica a una persona en condiciones ideales. Un adulto sano, explica Ruth Martínez Espinosa, docente e investigadora de Ciencia y Tecnología de Alimentos de la Universidad Técnica Particular de Loja, elimina al día 0,8 litros de agua durante la respiración y transpiración, otros 1,4 en la orina y 0,1 en las heces. En total son 2,3 litros que deben ser repuestos.

Severo Wong, médico clínico nutriólogo, aclara que no existe un consenso oficial de la cantidad de agua que una persona debe tomar al día; el cálculo de los ocho vasos se ha hecho tomando en cuenta el metabolismo promedio de un individuo adulto.

En ese caso, continúa Martínez, esto incluiría jugos, infusiones y una alimentación rica en frutas y verduras. Al estar saludable y con una dieta óptima, lo normal sería acompañarla con un poco más de 1 litro de agua.

Pero esto cambia por varios factores. “El sudor puede hacer variar considerablemente el requerimiento de agua, al igual que una dieta salada y alteraciones de salud como vómitos, diarreas o infecciones que provoquen una reacción febril”, dice Martínez.

Wong estima que los requerimientos de las personas cambian dependiendo de la actividad física y ciertas características fisiológicas de hombres y mujeres. “Ellas tienden a no sudar tanto, la pérdida es menor y sus necesidades también. Los varones tienen un gasto energético mayor y más necesidad de líquido”.

Además, la forma de comer es decisiva. Cuando se consume una dieta altamente energética, el consumo de agua debe ser mayor. Martínez detalla que “lo mínimo es un mililitro de agua por cada kilocaloría consumida. Para una dieta de 2000 kcal al día se requieren 2 litros de agua”.

Ella recomienda beber agua, jugos naturales e infusiones y no sustituirlos por bebidas azucaradas o refrescos procesados, que contribuyen al aumento de peso y a la incidencia de enfermedades.

¿Cree que bebe la cantidad de agua suficiente? Coméntenos

DESHIDRATACIÓN

Una prueba sencilla de hidratación es el signo del pliegue, que consiste en sujetar la piel del brazo entre los dedos por unos segundos y soltarla. Debería volver automáticamente a su posición. Pero en una persona deshidratada, la piel recupera su lugar muy lentamente. “En general, es un método útil en un adulto mayor”, dice Wong.

“Si quiere saber si está tomando suficiente agua, observe el color de la orina. Si no está tomando fármacos que puede teñirla, debería ser límpida y clara. Si el color es intenso, el riñón la está concentrando, lo que da mayor tendencia a infecciones e inflamación”.

La sed es un medidor de alto extremo. “Funciona como la luz amarilla del tablero del auto, es un mecanismo de protección cuando los niveles de líquido están extremadamente bajos. No es el parámetro de control, pues ese lo ejerce la persona, que sabe cuánta agua ha tomado en el día y cuánta le hace falta”. Otros signos son calambres y lentitud en el movimiento.

“Yo no he visto problemas por tomar mucha agua, sino lo contrario”. Ciertos pacientes con enfermedades renales son la excepción. A ellos se les pide que limiten el consumo de agua, porque el riñón es incapaz de manejar los excesos.

Agua sin añadidos

Wong defiende el consumo de agua sin agregados. “Creemos que cualquier líquido es agua. Cuando se la asocia a una sustancia o a un polvo, se convierte en una solución, y el cuerpo la absorbe más lento o más rápido dependiendo del elemento mezclado”.

Los jugos puede consumirlos quien está en un peso saludable, sin problemas de diabetes. “Pero las bebidas azucaradas son causa de problemas como el síndrome metabólico, hipertrigliceridemias, agotamiento pancreático y, finalmente, diabetes. Es bueno el té natural, no la bebida que parece té pero está hecha con productos químicos. No hay ningún problema con el café, siempre que sea solo con agua”.

Wong aconseja no depender de sopas y caldos, pues brindan energía a través de carbohidratos y grasas “y el agua no tiene ahí mayor función”.

La temperatura perfecta

Wong ha escuchado que tomar agua caliente diluye la grasa y hace bajar de peso; otros alegan que el agua fría rompe la grasa con mayor facilidad. “Eso es mentira. Una vez que el agua ingresa, toma la temperatura del cuerpo. Si el agua está fría, el cuerpo le cede calor. Si está caliente, el cuerpo absorbe el calor. El cuerpo necesita agua a temperatura ambiente”.

¿Quiénes deben tomar más agua?

En este grupo están los que por razones genéticas sudan más (hiperhidrosis) y los adultos mayores, pues ellos pierden su instinto de sed. “Necesitan tomar agua así no quieran. Si la deshidratación se deja pasar, se reduce el volumen hídrico interno y puede llegar a producir enfermedades renales”.

También deben prestar atención quienes tienen una alta incidencia de producción de cristales de oxalato y uratos en el riñón. “Dependiendo del nivel de concentración del agua y de la alimentación, tienden a producir cristales que con el tiempo se unen y empiezan a formar litos o cálculos”.

En estos casos, aparte de hacer modificaciones en la alimentación, se le pide al paciente que consuma al menos un litro más del estándar, para producir una gran cantidad de orina y reducir la posibilidad de cálculos renales.

El agua y la piel

La dermatóloga Ángela Borja Chávez explica el rol del agua en una piel limpia e hidratada. “Hidrógeno y oxígeno causan reacciones antioxidantes en el cuerpo, que ayudan a eliminar los radicales libres que se acumulan a diario a causa de la luz solar, el humo, el cigarrillo y la contaminación, que causan daño al organismo en general, lo que se refleja en la piel”.

Borja argumenta que no se trata de 8 vasos diarios sino 16. ¿Por qué el doble? “Se ha comprobado que el índice de filtración glomerular en el riñón (donde se depura el plasma sanguíneo en el proceso de formación de la orina) puede aumentar (por causas como la concentración de proteínas sanguíneas) y es necesario, para suplir esa demanda, beber más agua”. Y no es lo mismo, dice Borja, consumir líquido a través de los alimentos que tomar agua, en especial por el creciente número de pacientes que no pueden consumir azúcar. (D.V.) (I)

el líquido en el cuerpo

El agua es el componente mayoritario del cuerpo humano, constituye el 80% del peso corporal en el recién nacido, mientras que en la edad adulta dependiendo del sexo, edad y otros factores como la adiposidad, puede ir del 75 al 60%.
 

8 vasos de 8 onzas

“La primera puntualización es la medida de los vasos”, dice Severo Wong. “El entendimiento que cada uno tiene con respecto a esta medida es variable. En nutrición, un vaso equivale a 250 ml (8 onzas). Cuatro de ellos hacen un litro”.
 

el agua en otras bebidas

Las bebidas no alcohólicas de dieta son 100% agua, el café y el té son 99.%%. Las bebidas rehidratantes son 95%. Los jugos de frutas van de 90 a 94%. La leche descremada, semidescremada y entera son 91%, 89% y 87% respectivamente (OMS).
 

EJERCICIO E HIDRATACIÓN

El estado de hidratación es crucial para el desempeño de los atletas y el personal militar. A los deportistas se los instruye para reemplazar el agua perdida de acuerdo al cambio en el peso corporal durante entrenamiento y competencias.
 

 

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