Resiliencia: Contra viento y marea

06 de Enero de 2013
Sheyla Mosquera de Calderón

En las personas resistentes o fuertes las experiencias negativas de vida son la oportunidad para reestructurarse, reponerse y obtener éxito personal.

Se preguntará qué significa resiliencia. En psicología positiva es nada menos que la capacidad que tienen algunas personas de sobreponerse a situaciones difíciles que pueden experimentar en sus vidas. Por ejemplo, traumas como consecuencia de experiencias fuertes, pérdidas personales y materiales, fracasos, conflictos, agresiones físicas y psicológicas. Es decir, experiencias y dificultades que salen de la rutina y cotidianidad de vida.

El término resiliencia tiene pocas décadas de uso entre el léxico profesional y social; pero como concepto se empezó a investigar a profundidad aproximadamente a partir de 1970. Incluso, existen muchas corrientes y tendencias para su análisis y planteamiento, ya sea en el área de la psicología positiva, la neurociencia o desde el punto de vista social.

Según la psicóloga clínica Mónica Llanos de Mora, lo que hacen estos diferentes enfoques en realidad es realizar estudios que en un momento dado se vuelven complementarios y permiten tener una visión amplia de esta característica que si bien no está presente en todas las personas, sin embargo, se busca promover y desarrollar en la mayoría de ellas, más aún en la época actual, la cual es característica de sucesos cambiantes, amenazantes y desestabilizadores.

Quienes han estudiado a Freud, agrega, pueden realizar una comparación paralela con los aportes de sus teorías, puesto que este al estudiar la personalidad plantea que las personas poseen características innatas de recuperación y defensa frente a situaciones traumáticas desestabilizadoras, a las cuales las denomina “mecanismos de defensa”. Además, dentro de estos resalta el mecanismo de la “sublimación”, lo cual no es otra cosa que desplazar la pulsión (tensión, ira, dolor) de la situación amenazante y traumática, a situaciones o experiencias socialmente aceptadas y que por lo tanto traerán un componente gratificante para las personas.

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Para la psicóloga clínica Pilar Villavicencio la resiliencia es una capacidad que el ser humano puede aprender a desarrollar, ya que es dinámico, activo y fuerte, por eso de manera natural puede resistir, adaptarse y reponerse a pesar de la adversidad, concepción que se enmarca dentro de la psicología positiva. Sin embargo, se produce dificultad cuando la persona padece de alguna enfermedad mental o depresión.

Llanos asegura que para la mayoría de las personas las experiencias devastadoras podría afectar significativamente el estado de salud física y psicológica, no obstante, para las que tienen la capacidad de resiliencia, estas experiencias negativas de vida constituyen la oportunidad para reestructurarse, reponerse y obtener éxito personal.

Origen de la resiliencia

No se puede establecer a ciencia cierta los factores que inciden directamente en el desarrollo de la resiliencia, asegura Llanos, pero considera que es la suma de ellos como, por ejemplo, las características de personalidad, el aspecto social y del entorno familiar.

“La familia y el periodo de formación juegan un papel de mucha importancia, los patrones de comportamiento de los padres; la forma de relacionarse entre los miembros de la familia o la manera en que ellos enfrentaron las crisis y problemas de vida. Así como la instrucción dada a los hijos en las diferentes circunstancias de sus propias vidas, desde que eran pequeños”.

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El diario de ANA FRANK muestra a una niña resiliente que pese a las adversidades es optimista.

Según el psicólogo clínico Eduardo Tigua Castro, los resilientes tienen una salud mental más sólida debido a que no fueron vulnerados de niños, por eso salen adelante en la vida con más facilidad que aquellos que fueron maltratados, golpeados y castigados.

En cualquier parte del mundo, agrega, hay quienes nacen con una salud mental debilitada desde el vientre de la madre, ya que el bebé sintió su rechazo o el de otros como el padre o los abuelos que no querían que naciera. En cambio, los que nacen fuertes son aquellos que han tenido un buen prenatal, es decir han recibido todas las infraestructuras básicas como cuidados médicos, cariño, amor y una buena alimentación. Similar a la construcción de un edificio: si tienen buenas bases soportan, sino son vulnerables y se caen.

“Las personas resilientes provienen de padres que poseen una buena filosofía de vida y que han enseñado a sus hijos valores, virtudes y principios, sobre todo, a ser capaces de buscar la solución a las dificultades para salir adelante, a no rendirse fácilmente y a confrontar bien la realidad”, asegura.

En cambio, agrega, los poco o no resilientes son el resultado de padres destructivos. ¿La razón? Ellos están equivocados. Algunos creen que tratando mal o fuerte a sus hijos van a ser obedientes o resistentes, pero ocurre todo lo contrario, los debilitan de tal manera que pierden toda su entereza y vigor de luchar en la vida.

“El haberlos vulnerados, muchas veces sin darse cuenta, los convierten en personas listas para ser afectadas o derrumbadas por cualquier estímulo negativo, aunque sea pequeño. De tal manera que son capaces de enfermarse con gastritis, úlceras, hipertensión e infartos, neurosis o psicosis”, asegura Tigua.

Dice también que todas las personas tienen una parte de su salud física o mental vulnerable. Mientras unas comen de todo y nunca les pasa nada, otras hacen lo mismo y les da parálisis, neumonía o se mueren por el cambio de temperatura. Incluso hay quienes toleran cualquier trauma que les pudo haber ocurrido, están bien y dan la impresión de que se encapricharan y tomaran fuerza; pero otras con lo mínimo que les ocurre se derrumban e incluso hay quienes se quejan de situaciones simples como, por ejemplo, ¡me miró mal! o ¡me hizo una mueca! Esto es suficiente para suprimirse, desquiciarse y pasarla mal.

Dolor o razón

Según Llanos, las personas frente a un conflicto o crisis tienen dos opciones: dejarse golpear, caer, paralizarse y/o retroceder o por el contrario, levantarse, aprender, fortalecerse y emprender un nuevo camino, tal como lo hacen los resilientes. Sin embargo, la segundo opción no significa no caer y sufrir, ya que también viven su dolor, la diferencia es que no permiten que sus sentimientos dominen su razón.

“En los resilientes no existen tiempos específicos de recuperación, pero definitivamente, estos en relación a una persona no resiliente, son mucho más cortos, especialmente en fracasos o crisis repetidas, porque ya se ha logrado un tiempo de aprendizaje e implementación de estrategias que les ha dado resultados y confían que si lo lograran una vez, lo lograrán nuevamente”.

Villavicencio opina igual. El individuo resiliente es alguien fuerte que vive las adversidades, pero que sale de estas con más facilidad que otras, aunque también sienta dolor o sufrimiento como todos. “Simplemente, no se paraliza, se adapta, continúa su vida y su desempeño”.

Llanos asegura que la persona resiliente no solo logra tener control de sus emociones, sino entenderse, recuperarse, reflexionar y plantearse varias opciones de vida y de salida para la situación en la que se encuentra. Por ejemplo, frente a un divorcio o separación, en lugar de quedarse en la posición de víctimas y poner su energía en alimentar sentimientos de amargura y lamento, por la situación vivida o la persona que les causó dolor, consiguen perdonar, superarse, disfrutar de su nueva condición y plantearse metas para lograr la superación personal y de sus hijos. Pues buscan demostrarse a sí mismos y a los demás lo valiosos y capaces que son de salir adelante.

Asimismo, agrega, hay personas que han atravesado una crisis económica, pero han buscado y encontrado nuevas y creativas formas de generar ingresos. Incluso, hay víctimas de abuso y maltrato físico, sexual o psicológico que han logrado desligarse de la situación traumática, ya que decidieron revalorarse, aprender y no repetir patrones de comportamiento o formas de pensar que las lleve a situaciones similares.

Tener resistencia

Según Mónica Llanos las siguientes características se las encuentra en las personas resilientes:

• Tienen un sano autoconcepto, son realistas, no sobredimensionan los hechos, se centran en el lado positivo de las personas y las circunstancias, y suelen ser muy analíticas y metódicas en las decisiones que van a tomar.

• Logran levantarse luego del episodio de dolor o frustración y empiezan a analizar todos los factores en forma objetiva. Esta actitud las lleva a tomar decisiones más certeras.

• Han desarrollado un alto sentido de autoconfianza y autorregulación que les permite tener una actitud positiva en la cual no ven los posibles fracasos, sino las oportunidades que se pueden presentar y luchan por alcanzar las metas propuestas.

• Están conscientes de los riesgos y posibles fracasos, pero consideran todas las posibles opciones para evitarlos y si no lo logran, se reponen para empezar una vez más.

 

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