Preparar un buen ambiente prenatal

22 de Mayo de 2016

No es suficiente desear ser padres. Hace falta preparación física, espiritual y emocional para asumir con madurez los cambios en el hogar.

Es ideal que hombre y mujer compartan el deseo de ser padres, sin que el uno fuerce al otro, para evitar conflictos a futuro, dice la psicóloga Silvia Cordero, ya que ambos asumirán ese deseo y la responsabilidad en el cuidado, acompañamiento y desarrollo integral de los hijos.

El hogar, estima Cordero, experimentará cambios al menos durante los tres primeros años de vida del bebé. Viendo esto, la pareja debe planificar para que la mujer prepare su cuerpo y su mente meses antes del embarazo.

Los futuros padres a menudo olvidan el cuidado emocional durante el embarazo, considera Cordero, “ya que afecta el desarrollo del feto, lo que va a repercutir en cómo se afronta la crianza, en el estado del bebé, por tanto, en el desarrollo social, cognitivo y emocional”.

La Organización Mundial de la Salud argumenta que, junto con las toxinas (drogas, etanol y tabaco), el estrés y la carga de trabajo de la madre son una muy fuerte influencia en el crecimiento fetal. Otros temas que se suelen olvidar, continúa Cordero, son la información que transmite la madre al niño desde la vida intrauterina, así como la educación para ser padres.

La educación desde el vientre

Los psicólogos saben que la conducta no nace con el bebé, y que así como el feto aprende a identificar la voz de su madre, recibe de ella un constante suministro de hormonas relacionadas con los ciclos de sueño, los hábitos alimentarios, el movimiento y la respuesta al estrés.

Janet DiPietro, quien conduce investigación neurológica en la Universidad Johns Hopkins, explica que las madres que viven bajo mucha presión suelen tener fetos más activos o irritables.

Una madre elige no tener empleo, otra decide trabajar hasta el día del parto y hay quien no tiene otra opción que hacerlo. Todas crean versiones distintas de lo que los psicólogos llaman el ambiente prenatal.

Los padres que quieren favorecer el desarrollo mental de sus hijos nonatos deberían asegurarse de que ese ambiente sea bien nutrido, de bajo estrés, libre de drogas. En cambio, no hay mayor respaldo científico para acciones como hablar al bebé a través de un tubo de cartón, poner música clásica cerca del vientre o encender linternas frente al abdomen. Nadie haría eso a un recién nacido que duerme, y el feto pasa durmiendo el 90% del tiempo.

El psicólogo conductista William Filer, quien trabaja en la Universidad de Columbia monitoreando los ciclos de sueño y el desarrollo cerebral del feto, sugiere a ambos padres hablar calmadamente a la criatura, para el bienestar de todos.

¿Qué lo ayudó a prepararse para tener un hijo? Coméntenos

Preguntas necesarias

Cordero sugiere plantearse de manera individual y en conjunto: • ¿Cómo está mi salud física, emocional, familiar y económica?

• ¿Quiero tener un hijo o es por complacer a mi pareja?

• ¿Estoy completamente de acuerdo en ayudarnos mutuamente y compartir todo el proceso de educación y crianza?

Antes de iniciar el embarazo se deben revisar situaciones pendientes en la pareja para buscar resoluciones y no transferir malestares emocionales al niño. “Para desarrollarse integralmente, él no necesita un hogar perfecto, sino estable, que se le brinde amor incondicional, y que se le inculque el valor humano, social, familiar y espiritual”.

Cordero advierte que la tarea de ser padres no termina en los primeros 3 años de cambios ni a los 12 cuando empieza la adolescencia ni a los 18 ni a los 30. “Es a largo plazo. Un hijo no se deja por aburrimiento ni se puede cambiar en un almacén”.

Ser hijos para ser padres

Un buen ambiente no empieza con la concepción, observa el psicólogo Óscar Nieto, quien dice que, en general, no hay preparación emocional para tener hijos y tampoco en el paso previo.

“Para establecer un matrimonio o pasar a vivir juntos con un compromiso de amor no suele haber reflexión”, especifica Nieto. “El curso prematrimonial, con un tópico espiritual, está bien, pero hay raíces importantes para que una relación de amor tenga éxito y pase a aquello que impulsa la vida, el tener hijos. Una de ellas es que ambos cónyuges tengan un equilibrio emocional que solo lo puede brindar el reconocimiento a sus propios padres, aun cuando no los puedan ver”.

El especialista recomienda, antes de casarse o unirse, mirar cómo está la relación de ambos con su padre y su madre. “Si esas relaciones son malas, no habrá fortaleza en la unión. Nada puede reemplazar la fuerza emocional que dan el padre y la madre”.

No se puede, agrega, negar o anular a los padres a causa de sus acciones. “No es una cuestión moral, sino una cuestión biológica, vital. Con la vida que me dieron he construido algo. Si después de eso no me dieron más, no importa. No tengo nada que exigir, demandar, perdonar”. Lo sano es agradecerles y darles un lugar emocional importante.

Nieto expresa que la madre es el referente para una sana afectividad. “Si un hombre dice: ‘Mi madre me abandonó’, tiene que reconocerla como quien le dio la vida, porque eso lo faculta para una relación de pareja. Y la mujer que no estima a la madre no puede ser sana y feliz”.

Una buena relación de cada cual con el padre, como contraparte, aporta fuerza, seguridad y autoestima. “Cuando una mujer no reconoce al padre, y se casa o establece una relación de amor, tiene dificultades para respetar al hombre. Y si el hombre no reconoce al padre, es débil ante la relación con la mujer”.

¿Por qué este preámbulo a la paternidad o maternidad? “Porque si la relación se establece de esa manera estamos listos para tener un hijo. ¿Qué pareja puede impulsar la vida? Aquella que tiene a sus padres como cimiento, como raíz”.

Cuando se concibe un hijo en estas condiciones, se lo asume con responsabilidad, alegría, gratitud y amor. “La vida cambia. No puedo ser el de antes”.

Planes que se complican

Frente al aborto, sea que la pareja esté de acuerdo o no, Nieto pide verlo como un mensaje que se envía al cuerpo y a la vida: “Es decir: ‘No quiero tener nada que ver con esto’. Al hacerlo, se también rechaza el amor al otro. Muere algo de cada uno. La vida se complica. Si la relación, a pesar de todo, continúa, y se quiere tener otro bebé, comienzan los problemas de infertilidad y pérdida involuntaria. Afecta a la persona de manera integral. La memoria de los hijos no nacidos siempre está presente”.

¿Qué ayuda a sanar estas experiencias? “Nombrar a esos hijos. Contarlos en la familia. Hacer algo en su memoria en favor de otros niños. Que los hijos por venir puedan crecer sin la pena de la ausencia de sus hermanos”.

Para quienes no pueden tener hijos por circunstancias diversas, como infertilidad, Nieto aconseja: “Se puede dar sombra, atender a otros niños de otras maneras. No es indispensable adoptar”, asegura, “sino dar algo del hogar a alguien que lo requiere para crecer y ser feliz, siempre teniendo en cuenta al padre y a la madre de esa criatura, para darles las gracias, para manifestarles respeto y deseos de bienestar”. En la adopción, la misma actitud hacia los padres biológicos es menester para el bien del niño. “Y si están vivos, debe saber de ellos y darles un lugar en su vida”.

Otra posibilidad es no querer una pareja, pero sí un hijo. En opinión de Nieto, es un tipo de desorden. “El hijo requiere de ambos padres. Así no deseen vivir juntos, necesitan mantener un vínculo por ser los padres de la criatura. Mucha gente tiene la fantasía de tener un hijo para cumplir con un ideal, pero el niño va a sufrir, porque le faltará mirar a uno de los padres, a quien nadie podrá reemplazar o representar”.

Un padre ausente aumenta la posibilidad de adicciones. “La adicción al alcohol, al tabaco o a la droga se genera desde el rechazo al padre. Los chicos que van a programas de recuperación muy difícilmente van a lograrlo si su padre biológico no es contemplado en ese proceso”.

El amor en orden

El hijo entra en la esfera del padre y la hija en la esfera de la madre. Son sus referentes. “En nuestra sociedad lo manejamos como broma: los hijos prefieren a la madre, y las hijas al padre. Eso crea, a futuro, relaciones de pareja muy complicadas. ‘No hay mujer como mi madre, no hay hombre como mi padre’. Hay que volver al orden”.

Nieto cita al filósofo indio Osho, en una de sus meditaciones: “La mitad de tu ser consiste en tu madre, y la mitad de tu ser consiste en tu padre. Tú estas aquí por ellos (...). Por lo tanto, cualquier cosa que hayan hecho, tienes que agradecerlo. Ellos siguen siendo tu origen, ellos siguen siendo tus raíces. Entonces, no lo olvides, eso es todo”.

“Este es un amor ordenado, que no depende de caprichos, de conceptos, de moralidades o de argumentos”, concluye Nieto, basado en lo que el filósofo alemán Bert Hellinger denominó los Órdenes del Amor. “Si no hay orden, no hay posibilidad de amar. No puedo entregarme a una pareja si no tengo orden a mis espaldas, a mis padres sosteniéndome, y no puedo dar vidas felices y sanas, porque al crecer, ellos sufrirán lo que yo no logré ordenar antes”. (D. V.) (F)

“Para desarrollarse integralmente, el niño no necesita un hogar perfecto, sino que sus padres vivan en un hogar estable, que le brinden amor incondicional, y que le inculquen el valor humano, social, familiar y espiritual ”. Silvia Cordero Encalada

 

Manual para los padres

Los futuros papás no pueden posponer la búsqueda de balance. Para el hijo, el padre significa la fuerza para tomar la vida, la autoestima, el amor propio, la responsabilidad de estar al servicio de una mujer y de unos hijos, salir y generar bienestar para ellos. Ser un líder equilibrado. “Si rechaza al padre”, comenta Nieto, “tiene dos posibilidades: convertirse a su vez en un padre resentido y desquitarse con los hijos, o decir: ‘Voy a hacer todo diferente, voy a dar a mis hijos todo lo que no me dieron’, y criar personas capaces solo de recibir, sin responsabilizarse nunca. Siempre querrán, hasta adultos, que papá les dé todo”.De la madre, el hijo recibe el permiso para amar a una mujer y a unos hijos. “No es ser un hijo de mamá, porque en este caso, el hombre tiene dificultad para amar a una mujer, y cree que puede amar a varias. En esa búsqueda, fantasea con encontrar a mamá, pero nunca lo hará, porque no tiene permiso. Es muy diferente a amar a la madre, aceptarla con lo bueno y lo malo, sin quejas ni juicios, y así saber amar a una mujer en un hogar equilibrado”.

Tener hijos, en palabras de Nieto, no es una aventura comparable a comprar un boleto de avión. Es un tema existencial, un proceso que va a afectar la vida. Alguien que antes era un ‘yo’ se vincula con alguien a quien ama (no para depender, sino para compartir, caminar juntos) y tienen hijos y se van amoldando. “No hay manual para ser padres: el manual es el hijo. A medida que crece el vínculo afectivo con el niño, se crea el ser de padre y el ser de madre y se afianza el amor de pareja. ¿Qué hace feliz al hijo? Que papá y mamá se amen y se respeten mutuamente”, aun si ya no pueden vivir juntos.

 

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