La herencia de papá

18 de Junio de 2017
Dayse Villegas

La seguridad emocional y la confianza para enfrentar al mundo y aceptar la vida tal como es, de sentir que se merece estar vivo, son algunos de los beneficios de la relación padre–hijo.

La presencia del padre previene conductas abusivas.

El rol del hombre tiene dos funciones en el contexto familiar. Como esposo, compañero de vida, apoyo mutuo con la mujer, permite a los hijos identificarse con lo que significa ser hombre y esposo. Y como padre, enseña a crecer. “Levanta, sostiene, nutre. Es como el sol a la semilla, acompaña en cada etapa del crecimiento. En contra de los estereotipos, el padre ayuda a crecer con sabiduría y misericordia, dice la psicoterapeuta Carmen Ojeda.

Esto, por supuesto, contrasta con muchas realidades familiares. Ojeda menciona al doctor Aquilino Polaino, quien en su libro ¿Hay algún hombre en casa? Tratado para el hombre ausente (2010) plantea que “muchos padres creen todavía, aunque no lo manifiesten así, que educar a los hijos es competencia de la escuela o la universidad, que ellos bastante hacen con pagar los gastos que esa educación comporta”.

La preocupación de este psicólogo y educador es que muchos de los problemas de los jóvenes se deben a que les ha faltado el contacto “afectivo y efectivo” con el padre: un déficit de paternidad que obliga a la madre a convertirse en una supermujer, con todas las consecuencias negativas para la psiquis de ella y para la educación de los hijos.

Y agrega que, si bien un terapeuta puede ayudar a resolver este conflicto, la escuela definitivamente no puede hacer ese trabajo.

El padre ausente

¿Cuál es el legado intangible de los padres? “La presencia de lo masculino es la fuente de la autoconfianza para el hijo. Es la fortaleza para pararse ante el mundo, abrir los brazos y tomarlo, diciendo: Merezco vivir”, declara el psicólogo Óscar Nieto.

Esto no implica que el padre esté físicamente presente ni que haya sido ejemplar. Significa que el hijo pueda asentir al hombre que le dio la vida, tal como fue, sin quejarse, sin juzgarlo. “No puedo aprobarlo si se porta bien o desecharlo si se porta mal. Es mi papá, y punto”.

La posición contraria, negar la importancia del padre biológico, es también una negación existencial. “¿De dónde viene la vida que tenemos ahora sino de él en comunión con la madre?”, se pregunta Nieto. “El argumento de que no es necesario el padre biológico porque hay una mamá que es ‘padre y madre a la vez’, es una distorsión de la figura femenina y de la imagen masculina. Es una carga demasiado pesada, no solo para esa mujer, sino para la mujer universal”.

Él habla de una sociedad latina ‘despaternalizada’, que cree firmemente que todos los hombres son inútiles, malos, abandonadores, infieles, maltratantes, machistas. “Lo cual es cierto en algunos de los casos. La creencia sirve para sobreexaltar a la madre. Y las consecuencias son hombres débiles e hijas que no respetan a los hombres, que ven al hombre como un ser menor. Esto genera una reacción violenta, machista por parte del hombre: un círculo vicioso”.

Amores diferentes

Un requisito psicológico indispensable para el desarrollo de todo chico es sentirse valioso. Eso está dado por el amor. Pero, especifica el psicólogo Sergio Paz, es diferente el amor que da la madre al que da el padre. El de la primera es mucho más cómplice, afectuoso, tierno. El segundo va desde la seguridad, la fuerza, la confianza y la contención.

“Si no se logra desarrollar el apego del niño a su padre, de adulto presentará problemas profundos de inseguridad e inmadurez emocional. Un hombre nace de una mujer, pero se hace hombre con el ejemplo de otro hombre”. Esto podría explicar, reflexiona Paz, la cantidad de chicos sin carácter, con desconfianza y baja autoestima, evidenciados en altos índices de depresión, conductas autolesivas, abuso de sustancias.

Las adicciones, concuerda Nieto, son consecuencia de la ausencia del padre, no de reglamentos permisivos o de malas compañías. El muchacho o la muchacha que caen en ella, expresa, tienen en común a un padre despreciado por la madre.

¿Cómo se debería tratar la adicción? “Devolviendo al padre al lugar que le corresponde en la vida de la familia. El problema más difícil de tratar cuando la mujer no solo desprecia al padre de sus hijos, sino a su propio padre, creando una cadena de hombres despreciables”.

Históricamente, dice Nieto, los hombres se ganaron ese lugar porque maltrataron y abandonaron a las mujeres. Y han generado el rechazo de la mujer. “Es el argumento para decir: Ya no necesitamos a los hombres. Pero la naturaleza nos ha dotado de masculinidad y feminidad para dar vida. Cada cual debe ocupar su lugar para que los hijos crezcan de una manera saludable”.

Dar su lugar al padre

La ausencia del padre no se trata solamente de un desequilibrio, en opinión de Paz. “Ha habido una degradación del género masculino. Ha sido estereotipado con violencia, infidelidad, abuso. Los términos descalificativos están vinculados a lo masculino”.

Esté él presente o no, la madre tiene que reconocer lo masculino, empezando con su propio padre y su pareja, para poder transmitir ese mismo sentido de valor a sus hijos. “Esa es la clave para que el padre tenga lugar en la vida de los hijos y abre la puerta a que en algún momento ese padre reaparezca y el hijo tenga la dicha de encontrarlo”, dice Nieto. En la actualidad, la figura del padre se ha redescubierto como potencialmente tierna y amorosa, pero también como una presencia fuerte y de contención, que más que poner límites, guía y canaliza el comportamiento académico y conductual de los hijos.

Paz da algunos lineamientos (para hombres y mujeres) para fortalecer la figura del padre:

1. No descalificar los roles.Cada vez que hay una interacción comunicativa, ambos interlocutores son influenciados por la información que están intercambiando. Comentarios como ‘tengo que aguantar a este hombre por ustedes, los hijos’, a la larga, envían mensajes que devalúan la imagen del padre. Los hijos no son culpables de ese tipo de sacrificios.

2. Adquirir capacidad de compromiso. Un niño necesita a ambos padres. La mujer que es ‘padre y madre’ es un mito. Un niño que se cría en ausencia del padre, busca a un tío o un abuelo para tratar de compensar la falta de la figura masculina. El sentido de compromiso se desarrolla a partir de la relación con el padre, el cual está con el hijo para satisfacer sus necesidades y requerimientos.

3. Cultivar la capacidad de tolerar la frustración. Para tener esta cualidad, hay que tener la certeza que después del esfuerzo va a venir una recompensa, algo mejor. Poder confiar en el futuro. Pero la mayoría de chicos no han desarrollado la capacidad de esperar porque no tienen la certeza de lo que les depara el futuro, por la ausencia de un papá que cumpla su palabra. Por el abandono, no solo físico, sino emocional.

4. No ser solo el proveedor. Hay que desechar la idea de que ese es el único rol del hombre, de que la educación y la crianza son trabajo de la madre. La presencia del padre en situaciones desafiantes (visitas al médico, a la escuela) son experiencias emocionales constructoras de autoestima. El padre que explica al niño lo que va a suceder con tranquilidad y confianza, reduce el miedo y aumenta la satisfacción.

5. Ser un referente sólido y confiable. Sus hijos deben poder acudir a usted en el momento de dificultad. “La mayoría de hombres son amargados, poco comunicativos. Se autodescalifican al no ser inspiradores. ¿Quiere ayudar a su hijo? Dele razones por las cuales él quiera parecerse a usted”.

6. Emplear verdadera disciplina. Hay mucha sobreprotección y también algo que pretende pasar por disciplina, pero es reacción descontrolada por la cólera. Su principal desafío como padre es aprender a controlar sus propias conductas, desarrollar templanza, control y habilidades comunicativas más sofisticadas, para no solo saber transmitir información, sino emociones.

7. “Harás con tus hijos como tus padres hicieron contigo”. Las historias familiares tienden a repetirse, advierte Paz, incluyendo abandonos y rupturas. El desafío como adultos es corregir los errores que se cometieron durante nuestra crianza.

PRESENCIA INDISPENSABLE

¿A qué se refieren los psicólogos con el padre ausente? No al retiro físico, sino al rechazo promovido por la madre. Se genera lo que llama el síndrome de alienación parental, donde uno de los dos habla mal al hijo del otro. Y no cabe duda de que el que más mala fama tiene, concluye Nieto, es el padre.

Incluso en la vida escolar de los chicos está más presente ella que él, lo cual es otra distorsión que los hombres no reconocen, diciendo: Ella tiene que hacerse cargo de la escuela, yo soy el proveedor. “Un chico sin presencia paterna en la vida escolar no tendrá un buen desempeño. Y si lo tiene porque la madre está detrás, luchando por el último punto, será un éxito temporal, que posiblemente genere frustración después del bachillerato. En su actitud ante la vida y el trabajo, será un adulto joven débil, no podrá sostenerse”.

El padre tiene que tener presencia en la vida de desarrollo intelectual y social de los hijos, y esto es posible, insiste Nieto, incluso si ya no está físicamente con la familia, siempre y cuando esta lo reconozca y le dé su lugar.

 

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