La fuerza del afecto

18 de Diciembre de 2011

Una caricia o una mirada amorosa puede quedar grabada en la memoria de por vida. Son necesarias para vivir.

El afecto es importante para sobrevivir. Así quedó demostrado en la Segunda Guerra Mundial, cuando se realizaron varios trabajos en niños. A un grupo de ellos les daban de comer, los cuidaban, pero no los tocaban; mientras que a otros los acariciaban, peinaban, les decían palabras agradables y aunque no recibían muchos cuidados nutricionales, cuando llegaban las epidemias eran los que sobrevivían. Pero los que no fueron acariciados morían fácilmente.

Estas investigaciones, dice la psiquiatra María Luisa Meneses, especialista en orientación y terapia familiar, determinó que el sistema inmunológico se potencializa con el afecto. Además, desde el punto de vista neuroquímico existen varias hormonas que se liberan con el contacto como, por ejemplo, la oxitocina u hormona de la confianza y la dopamina que se libera en la afectividad, entre otras.

También está demostrado que las neuronas (células del cerebro) embriológicamente tienen el mismo origen que las células de la piel. Por lo tanto, ambos órganos están directamente comunicados.  De allí que  una caricia de manos, un beso o un abrazo pueden  generar sensaciones agradables cuando la parte afectiva lo permite.

Cuando alguien no quiere ser tocado es porque psicológicamente tiene afectada su integridad, seguridad y confianza. ¿Cómo lo expresa? Tiene tendencia a revivir los momentos dolorosos, posee muchos miedos, situaciones de enojo, tendencia a la depresión. Además, hay fallas en la percepción, es decir, ve la realidad en forma diferente y juzga constantemente a los demás.

Lo bueno, dice Meneses, es que esa carencia afectiva o huellas del dolor puede curarse con psicoterapia individual o familiar o con psicofármacos. Estos últimos cuando hay daño en la estructura, es decir, en la forma como se da la información en el cerebro. El tratamiento es dado por el psiquiatra, previo a una evaluación del daño psicológico, que puede ser leve, moderado o grave.

Asimismo, el aparato psíquico se lo repara con las emociones, que pueden ser de amor, alegría y afecto. Pero cuando se vive en una sociedad de emergencia, donde aflora la ansiedad a través de los miedos, la depresión y aparecen el enojo, la ira o agresividad, estas tres últimas emociones permiten sobrevivir porque están diseñadas biológicamente para ello.

Entre amigos

Según la psicóloga clínica Romy Albuja Arteaga, las manifestaciones afectivas mímicas y verbales entre amigos son un gran fortalecedor y estimulador espiritual, sentimental y emotivo para los seres, aun para el que a simple vista sea agresivo e indiferente. La experiencia demuestra que la constancia y perseverancia de las caricias al final siempre dan un  resultado positivo. Despiertan la sensibilidad del más fiero de los seres.

Sin embargo, agrega, igual que en todo debe tener reglas en las que estas mantienen los límites que tiene la amistad, es decir, un frotar la cabeza, palmar los hombros, las mejillas, un beso en la frente o dorso de la mano. Así la intención no se confundirá con otro tipo de afecto o intención.

En pareja

Para el psicólogo clínico Óscar Nieto Barquet, el afecto manifiesto no solo es la clave de la felicidad, sino del desarrollo armónico, físico, emocional y espiritual de las personas. “Cuando se trata de la pareja, una de las necesidades básicas típicamente humanas es la necesidad de relación, según Fromm, autor de El arte de amar”.
Una relación que provee contacto, caricias, palabras, miradas, atención, dedicación y que por sobre todo es recíproca y equilibrada, genera alegría para vivir, estados saludables del cuerpo y del alma. 

Meneses asegura que si durante la relación conyugal no hay contacto físico, este vínculo muere lentamente. Luego se llega a la segunda parte que es la abstinencia sexual y después ya no se siente amor. Sin embargo, agrega, puede haber reconstrucción con terapia de pareja. Es decir, volver a empezar, a enamorarse, entre otras.

En cuanto a la relación entre padres e hijos, Nieto refiere que el afecto se convierte en algo absoluto: carecer del mismo y de sus manifestaciones bloquea la posibilidad de que el niño crezca orientado por el amor, la empatía y las actitudes necesarias para establecer relaciones sociales productivas y felices, de respeto y consideración para con los demás.

El amor que los hijos reciben de los padres, con su presencia, sus palabras, sus caricias, sostiene su vida, la fortalece, la vuelve plena. Pero cuando esta presencia amorosa se interrumpe, se genera interiormente en el niño un bloqueo afectivo que lo afectará en sus relaciones posteriores, en su capacidad para establecer vínculos, en su trabajo, en su salud y en todo lo que emprenda.

Por eso nunca se debe olvidar, dice Nieto, que la falta de afecto en la niñez genera, entre otras enfermedades, el marasmo, caracterizado por la pérdida del interés por vivir y hasta llevar a la muerte. En los adultos  un signo clave de la carencia de afecto paterno es cualquier tipo de adicción y por la falta de afecto materno, la depresión. (S.M.de.C.)

 

Estrategias para amar

La doctora María Luisa Meneses Guevara da varias recomendaciones que ayudarán a las parejas y a los padres a establecer mejores vínculos afectivos.

Para las parejas:
• Lo que se puede reconstruir para qué destruir.
• Existen estrategias de reiniciar o de revivir el romance. Salgan a tomarse café, cine, darse más abrazos, dormir abrazados para darse calor mutuo. Dejarse notitas.
Para los padres
• Es muy importante tener una estrategia, sobre todo cuando hay agresividad infantil, que es darle tiempo especial al hijo. regalarle 20 minutos en el día. En ese tiempo el niño o adolescente puede hacer lo que quiera, iniciar el juego o sugerirlo. En ese momento, mamá o papá no da órdenes, no  solo escucha o acompaña.
• Deben programar las salidas con anticipación.
• A la hora del sueño deben contarles historias, decirles hasta mañana y darles muchos besos. 
• Nunca deben perder la oportunidad de dar abrazos a los hijos, en el momento que lo reciben, que lo despiden o acuestan, o en un momento difícil o de alegría, o cuando van a dar un examen, eso les da confianza y se sienten amados.
• Para evitar un mal desarrollo infantil hay que recordar que los primeros siete meses son los más importantes para el contacto físico de la madre con el niño. Ellos necesitan sentirse queridos y seguros, por eso no hay que perder la oportunidad de darles un masaje en la piel cuando lo terminan de bañar o lo están vistiendo.

 

 

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