Furia al volante

07 de Julio de 2013

Controlar el carácter mientras se maneja es vital para evitar maniobras desconsideradas e irresponsables que causan accidentes.

Léster Cedeño, de 34 años, es de esos conductores de vehículo que aseguran enojarse cada vez que ejercen su trabajo: llevar a pasajeros a su destino.

Pero su cambio de ánimo no es por sus clientes, sino por los otros conductores e incluso peatones, que no respetan las señales de tránsito. La mayoría, en ambos casos, andan distraídos, apurados, agresivos o demasiado lentos.

“No conciencian que si cometen un error mientras manejan cualquier tipo de vehículos o si el peatón cruza una calle estando el semáforo en verde o toreando a los carros pueden causar accidentes. El problema principal es la falta de cultura y el no dejar los problemas en la casa u oficina, que los transforma en personas agresivas al volante”, asegura Léster, quien maneja desde hace 17 años.

En cambio, Adriana, de 33 años, apenas tiene un año manejando y coincide con Léster en que un gran porcentaje de conductores siempre andan apurados o enojados y no se percatan de que su genio va cambiando. “Para mí es común empezar la mañana tranquila, pero apenas empiezo a conducir mi auto me enfurezco y exploto, a tal punto de insultar a los otros conductores, pero con el vidrio arriba; y es mi esposo quien me dice contrólate, no insultes. Lo hago porque otros conductores, especialmente los motorizados, se me cruzan apurados o me rebasan por la derecha”.

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Preocupación constante

Según la psiquiatra Julieta Sagñay, en la actualidad manejar un vehículo es una preocupación creciente entre los conductores. La mayoría teme más a los choferes agresivos con violencia que a los que conducen borrachos. Aunque se podría pensar que la violencia al conducir es un problema más extendido en áreas urbanas con mayor concentración de personas, los estudios indican que el problema tiene un alcance mundial.

La conducción agresiva, agrega, cae en la categoría de maniobras desconsideradas e irresponsables que causan accidentes. Además, es importante tener en cuenta las faltas de comunicación que ocurren cuando vehículos de diferentes tamaños y vehículos conducidos por personas con grados variables de paciencia e ira comparten el camino.

“Cuando se habla de violencia todos dicen que la rechazan rotundamente, pero al momento de reconocer una mala actitud personal, solo se encuentran justificaciones sobre las reacciones de la ira como algo natural y normal”, asegura.

Para la psicóloga clínica Giselle Urquiza, la furia o ira al volante se podría conceptualizar como la respuesta emocional, con una activación fisiológica y vivencia de rabia o enojo, que predisponen al conductor a la lucha o agresión verbal con otros conductores o peatones, cuyas conductas se transforman en estímulos generadores de dicha agresión.

Aunque no es la norma, en ciertos casos, muchas personas que aparentemente son apacibles y serenas, frente al volante suelen cambiar de actitud. Por lo general, los conductores furiosos o iracundos son personas que tienen tendencia a manifestar esta conducta agresiva, en otras circunstancias les cuesta controlar sus emociones y fácilmente ceden a la ira, tienen un bajo control de impulsos y baja tolerancia a la frustración.

Ira puede prevenirse

La buena noticia, dice Sagñay, es que la ira al conducir puede prevenirse siguiendo directrices de sentido común y reglas básicas en la carretera. Si el conductor siente que se está poniendo impulsivo y enojado al volante, debe tratar de calmarse y evitar una confrontación peligrosa. “Lo importante es tener presente que la prioridad es garantizar su seguridad y la de sus pasajeros. Además, no debe tomar represalias contra otro conductor, y tener muy claro que no puede controlar el comportamiento de otros, pero sí es responsable del suyo. Como nuestras carreteras se congestionan más, también se acumulan la ira y la furia de otros conductores”.

Si el conductor se enoja, explica Urquiza, es importante que el copiloto mantenga la calma y ayude a su compañero del volante a bajar la tensión para que no actúe con gritos, insultos o movimientos gestuales que pueden disminuir su capacidad de reacción ante otros estímulos y generar un accidente o un enfrentamiento físico con el otro conductor.

Incluso, dice, si el agresivo es el copiloto e inicia una discusión con otro conductor, debe pensar que su actitud distraerá a la persona que conduce el auto que ocupa y hará que disminuya su capacidad de reacción, se afectará su atención selectiva y por ende, se podría producir un accidente.

Por último, Urquiza sugiere trabajar en conductas alternativas a la agresión, furia o ira. También en el desarrollo de habilidades sociales como la capacidad para establecer acuerdos, formular pedidos, responder a las críticas y poner límites en formas socialmente aceptables. Incluso manejar situaciones conflictivas mediante herramientas de comunicación y negociación diferentes a la agresión.

“Creo que tanto el conductor como el copiloto deben trabajar con estas recomendaciones, pero de manera específica en el caso del copiloto recordar que su apoyo y serenidad permitirá manejar mejor las situaciones generadoras de ira o enojo del conductor”. (S.M.de.C)

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