Fortaleza emocional

01 de Mayo de 2016

Para desarrollar esta cualidad es fundamental el espíritu de hermandad, dicen especialistas. Cuando el afligido ve que los demás luchan, se anima a imitarlos. ¿Cómo ser modelos de entereza?

En caso de emergencia, tener lista la mochila es una recomendación que finalmente ha ganado espacio en la conciencia colectiva. ¿Qué hay del equipaje básico emocional, ese que le permitirá aumentar su capacidad de ponerse a salvo a usted mismo y a otros al tomar buenas decisiones basadas en información correcta y reacciones sabias? Tal vez necesita solo hacer una revisión. O quizás sea su oportunidad de reestructurar desde el principio.

La psicóloga clínica Sonnia Navas explica que es importante evitar el descontrol general como respuesta a una catástrofe o problema social. “Afecta gravemente a la comunidad, ya que se manipulan consciente o inconscientemente las emociones de los demás y se crea un ambiente de pánico”.

Ella menciona conductas como la fuerte tendencia al consumo de imágenes desgarradoras, a compartir datos falsos y a reproducir rumores sin responsabilidad. “Es contagioso. La ansiedad y desconfianza se apoderan del sistema y eso es peligroso”.

Para calmarse, respire

Los especialistas en psicosomática explican que cuando las personas se asustan y se alteran, respiran en exceso, exhalando demasiado dióxido de carbono. Esta baja causa que los músculos de las extremidades tengan espasmos, cosquilleos y tensiones.

Muchos de los que experimentan estos síntomas se ponen a la defensiva porque piensan que se los acusa de tener una enfermedad mental. Eso tiene sentido si uno se pone en el lugar de quien lo experimenta. Los síntomas que están sintiendo son reales, y cuando aparecen, incluso si el afectado simplemente se dejó llevar por las emociones y la ansiedad del grupo, ¿cómo explicar manifestaciones físicas como ahogos, desmayos, náuseas y dolores estomacales? ¿Pueden ser el resultado de otra cosa que una enfermedad del cuerpo?

En un elevado estado de ansiedad, a menudo se pueden malinterpretar esas sensaciones, en especial si la gente llega a desmayarse, según explica Gary Small, profesor de psiquiatría de la Universidad de California en Los Ángeles. Una vez que le sucede a alguien, será fácil que ‘contagie’ sus síntomas de origen mental a los demás. Al respirar en una bolsa de papel, se regula el nivel de dióxido de carbono y los síntomas desaparecen con rapidez.

Comunicar la ansiedad

Los desastres naturales brindan a los medios la posibilidad de lograr notoriedad, dependiendo de su manejo de la información. A través de las redes sociales, los individuos pueden aspirar también a conseguir la misma atención, aunque no le den a esos datos un manejo profesional.

La psicóloga clínica Glenda Pinto relaciona este impulso irrefrenable de publicar información impactante con conductas personales de irresponsabilidad e inmadurez. De ahí que no haya meditación sobre la veracidad ni la utilidad ni el daño que pueda provocar en el público.

No es fácil detectar la exactitud de una información. Sin embargo, Pinto sugiere aspectos básicos, que se resumen en el adagio: “Si no es cierto ni bueno ni necesario, dejémoslo en el olvido”.

1. Investigue el origen y la fuente, revise su idoneidad, si es seria y confiable, qué tanta experiencia tiene o qué tan entendida es en la materia.

2. Revise si ya se ha escuchado o leído en algún medio de información pública, para confirmar su certeza.

3. Piense en la utilidad o beneficio de esa información para aquellos a quienes la piensa compartir.

4. Considere si causará daño emocional o alterará la estabilidad de la persona que la recibe, o si proporcionará paz, aliento o alegría.

Toda información, añade Navas, sea de personas o instituciones, debe tener aval académico. “Jamás propague rumores que no gocen de esta condición. Las redes sociales son una herramienta y están bajo el criterio de las personas. Deben existir reglas de convivencia en los medios digitales”. No olvide que las imágenes generan emociones diversas, y es necesario educarse en su manejo.

Esta tecnología, dice Pinto, está entre las más útiles al momento de resolver y tomar decisiones por su gran velocidad de respuesta. Pero puede generar ‘basura informática’ entre quienes quieren causar malestar.

“No puedo culpar a las redes, deberé adjudicar ese daño al usuario. La tecnología está para servir a la gente, y la gente debe estar preparada para administrarla, ponerle límites y conseguir la mejor utilidad”.

La angustia y el miedo paralizante nacen de no saber cómo proceder. La serenidad y la calma son estrategias de supervivencia para controlar el estrés. Pueden significar la diferencia entre la vida y la muerte”.
Glenda Pinto

Estrategias emocionales

¿Es realmente quedarse tranquilo en medio del caos lo mejor que uno puede hacer? En una catástrofe, dice Navas, el autocontrol puede generar pensamientos ordenados que se convierten en oportunidades de vida.

Guardar la calma no es el equivalente a inmovilizarse, sino a pensar con claridad. Glenda Pinto recalca que es una de las primeras condiciones para evitar daños a la integridad física.

“La serenidad y la calma son estrategias de supervivencia para controlar el fuerte estrés que provoca la experiencia. Pueden significar la diferencia entre la vida y la muerte”.

El miedo ante la idea de una muerte violenta o daño irreparable lleva a la psiquis al máximo de su exigencia, y esto hace percibir la situación de manera distorsionada, aumentada y terrorífica, manifiesta la especialista, incrementando en el sistema nervioso límbico la necesidad de protección y huida, pero de manera desorganizada, como también puede paralizar. Uno de los errores más comunes es correr desesperadamente.

¿Cómo se logra la calma? Pinto cita a un jefe de bomberos local: “Con conocimiento”. La serenidad proviene de un proceso consciente que se sustenta sobre la base de la preparación y el conocimiento.

Capacítese sobre las normas de seguridad ante emergencias. Inicie a los niños en este aprendizaje para crear una cultura de seguridad y primeros auxilios básicos. Edúquese sobre señales de evacuación.

Tomar el control del pensamiento significa dominar la conducta. A eso llaman los psicólogos como Pinto inteligencia emocional, “que no es una cualidad heredada sino aprendida, de recursos adquiridos”.

¿Cómo cultivar la calma? Coméntenos

Abrazar lo trascendental

Adicionalmente, dice el psicólogo clínico Samuel Merlano, es importante que las personas logren y desarrollen el sentido o inteligencia espiritual, que es diferente a la religiosidad. “Cuando reflexionamos juntos en la trascendencia de la vida, en el porqué de las cosas, en cómo salir adelante, se obtiene fortaleza interna”. Se puede mirar a la divinidad desde un marco no religioso.

“El psiquiatra Víctor Frankl, creador de la Tercera Escuela de Psicoterapia de Viena, mencionó en uno de sus libros que el sufrimiento puede dar sentido de vida. Depende de la actitud con que se tome lo que está pasando. Si hay una razón de vivir, se puede aceptar cualquier circunstancia que se presente, porque estamos abrazados a las cosas trascendentales”. En El hombre en busca de sentido, Frankl enfoca la importancia de entender que el sufrimiento ayuda a crecer a los seres humanos.

Es normal sentirse afligido, incluso si uno no ha sido directamente afectado. En caso de estar nervioso, experimentar ansiedad y no poder dormir, Merlano sugiere hacer algo al respecto, como emprender una tarea de ayuda o crear un grupo de apoyo, para canalizar la energía del miedo y convertirla en algo positivo: “Cuando empiezo a pensar en el otro, dejo de pensar en mi propio miedo”.

Diferente será para los sobrevivientes, en especial quienes han perdido familiares. El psicólogo opina que para algunos sería aconsejable reubicarse, no con el propósito de olvidar, sino para poder crear nuevos recuerdos y asociaciones en otros espacios.

“También es importante”, reflexiona, “que las personas puedan transmitirse afecto, abrazos, palabras de ánimo. Ese acompañamiento afectivo vitaliza el alma y las emociones”.

Proyectar seguridad a los niños

Los miembros más jóvenes de la familia son el público más frágil y vulnerable, y por tanto, el que más rápido capta e incorpora conductas nocivas y las convierte en parte de su habitual modo de proceder.

Es más, puede que la primera fuente de aprendizaje de los jóvenes ya no sean los padres, dice Pinto, sino los medios electrónicos y cibernéticos, que aportan “un mundo de información, pero sin límites, y estos últimos son la parte formativa esencial de la educación”. De ahí que en la práctica psicológica se vea a jóvenes seguidores de las conductas aprendidas en los medios, que no pueden distinguir conceptos esenciales, como la diferencia entre lo público y lo privado.

Son los padres y tutores, afirma la revista Psychology Today, los que tienen la responsabilidad de cuidar, primero que nada, de sus propias reacciones. “Esto significa conseguir la información más precisa posible y no reaccionar con miedo irracional. Su información y reacción tendrán un poderoso efecto en los niños”.

Es muy importante permanecer positivo y estar atento a sus propias respuestas emocionales (recuerde que la ansiedad es contagiosa y hasta los niños más pequeños pueden captarla). Si conserva la calma, los menores se sentirán seguros.

¿Qué decirles a los niños? Piense en qué etapa del desarrollo están. Los escolares necesitan:

1. Saber que están a salvo y que aquellos que los cuidan también lo están.

2. Que sus padres, en caso de no estar presentes, también están bien.

3. Que hay profesionales de la salud que pueden cuidar de los niños y las familias.

4. Es una buena idea restringir las noticias para ellos. Decida qué quiere compartirles y recuerde que los pequeños piensan que lo que ven en la pantalla está sucediendo al otro lado de la puerta.

Los adolescentes necesitan:

1. Conocer los hechos, y además hacer preguntas y conversar con los mayores.

2. Saber qué causó el problema y si va a continuar y por cuánto tiempo.

3. Saber si esto los afectará de alguna manera el resto de sus vidas.

4. Si usted no sabe las respuestas, búsquenlas juntos de fuentes reconocidas.

Para chicos especialmente ansiosos, limite el acceso a los medios, especialmente los que sensacionalizan las historias. Tampoco permita películas de horror.

Los niños dependen de los adultos para estar tranquilos. Eso implica la responsabilidad de estar bien informados y dispuestos a hablar con ellos de acuerdo a su edad.

Cuándo no acompañar

Los motivos que llevan a alguien a difundir un contenido incierto y alarmante son tan diversos como las personas mismas, dice Pinto, quien cita puntos en común como la irresponsabilidad social y un carácter fácilmente influenciable.

Ningún extremo es recomendable, “ni la defensa ni el rechazo extremo; corregir a las personas no es una tarea que esté a nuestro alcance, menos si son adultos. Lo que sí podemos hacer es no acompañar, no hacer eco de esas conductas”. (D. V.) (F)

Testimonio: GABY GÓMEZ DE CORDOVEZ

Hay que seguir

El país entero se sacudió. El resultado: más de 600 muertos, un sinnúmero de heridos, incontable cantidad de afectados. El producto de esos segundos de sacudón: una transformación permanente en el Ecuador que pensábamos conocer.

Mientras aún trataba de procesar la magnitud de los daños, aceptar la realidad de las imágenes que llegaban por distintos medios, cuantificar los muertos; mientras decidía si gritar de desesperación o llorar de impotencia y planificaba la manera en que podía y debía ayudar; mientras perdía la esperanza una vez más por la mala suerte de nuestro querido país, ya otros se me habían adelantado y habían actuado.

De un momento a otro mi celular estaba inundado de mensajes de SOS, de pedidos de víveres, medicina, ropa, carpas, colchones, manos. La gente había dejado todo y se volcaba a ofrecer su ayuda en colegios, iglesias, calles, casas. Las cajas se llenaban, los camiones viajaban a los rincones afectados, los médicos llegaban. El deseo de ayudar se iba regando como el mayor de los virus cibernéticos, multiplicándose exponencialmente hasta convertirse en la mejor de las plagas que haya contagiado al Ecuador. Una plaga que no ha conocido banderas ni razas ni edades ni clases sociales ni nivel económico. Una plaga que nos hincha de orgullo, que nos atora la garganta con un nudo enorme, que nos rebosa los ojos; pero que nos ha hecho caminar en una misma dirección, nos ha quitado el miedo y nos ha devuelto la voz.

Las tragedias son eventos que no tienen solución y este terremoto lo fue; de eso no cabe la menor duda. Nada del pasado podía evitarlo: estaba escrito y debía ser. Pero todos tenemos una manera diferente de procesarlo. Unos gritamos, otros lloramos, otros actuamos. Ecuador actuó. De norte a sur y de oeste a este, el país se sacudió al mismo ritmo: lo hizo ese sábado 16 de abril y lo replicó durante la larga y solidaria semana que siguió. Nos sacudimos de nuestros temores y de nuestra indiferencia y caminamos unidos hacia un mismo rumbo. El Ecuador de hoy es otro porque las tragedias nos cambian para siempre. Hemos modificado nuestro ADN y somos ejemplo. Dos semanas no son nada; recién es el comienzo y hay que seguir. Pero estamos de pie y seguiremos de pie.

 

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