Escolares y padres ausentes

04 de Mayo de 2014
Liliana Anchundia

Una importante cantidad de alumnos afronta la ausencia definitiva de uno o ambos padres.

Muchos estudiantes en edad escolar presentan un declive en la curva de su desempeño académico y su recuperación no siempre es satisfactoria o se da en periodos largos. Los docentes Liliana Arias (M.Sc.) y Fabricio Zanzzi (Ph.D.) habían observado esta problemática y decidieron investigar el tema.

Partieron de analizar el historial de notas de los niños de séptimo año de educación básica, detectando los bajones de calificaciones, para entrevistarlos y averiguar las posibles causas. Arias y Zanzzi encontraron que esto, en gran parte, estaba relacionado con la ausencia permanente de uno o ambos padres.

La ausencia permanente puede deberse a causas voluntarias –divorcio, emigración–, así como a causas involuntarias –enfermedades catastróficas, la muerte o la cárcel–.

Para realizar la investigación obtuvieron el patrocinio de la Universidad Estatal de Milagro (Unemi) y durante un año recopilaron la información.

La muestra fue de 21 escuelas, de un total de 101, en las que se analizó el desempeño escolar a través de las calificaciones obtenidas en cada año por todos los niños (1.210) del nivel final de estudios, provenientes de diez escuelas privadas y once estatales, de los estratos sociales alto (9), medio (7) y bajo (5), con la finalidad de no sesgar el análisis, para lo que se eligió a la ciudad de Milagro, pues es necesario tener la realidad completa de una ciudad para poder luego generalizar las conclusiones.

Arias se encargó de la lógica educativa y la remediación en la problemática expuesta, y Zanzzi abarcó la modelación matemática, el tratamiento estadístico y la interpretación cuantitativa.

Sus conclusiones han sido recogidas en varias publicaciones especializadas internacionales. Incluso, refiere Zanzzi, ya les han solicitado la metodología para aplicarla en Trujillo, Perú.

Remediación

En la realidad ecuatoriana, un profesor pudiera esperar que una tercera parte de sus estudiantes esté atravesando por este problema, según los resultados de este estudio. Identificarlo no es sencillo: el docente debe estar pendiente de los cambios anímicos del alumno, intentar el uso de instrumentos de evaluación psicológica y de entrevistas selectivas con sus representantes.

Una variable que se sugiere utilizar como señal de alarma es el nivel de calificaciones del menor, considerando que en muchas ocasiones los adultos cercanos al niño no comunican al cuerpo docente de la escuela acerca de su nueva situación, en un intento por no causarle más dolor ni revictimizarlo, explica Zanzzi.

Pero la alternativa del docente como colaborador en la recuperación del menor a través de la concentración en su desempeño académico no debiera ser subestimada, señala Arias, ya que así puede mejorar su capacidad para sobreponerse (resiliencia).

Para la detección es importante conocer, a nivel institucional, la pendiente de la curva de desempeño académico de cada estudiante y dedicarle mayor tiempo al periodo de recuperación, indica Arias. Lo mismo con los promedios del curso, para fines comparativos. Así, los directivos escolares podrán, además, proyectar la cantidad de recursos económicos que se deberán destinar en la atenuación de estas situaciones.

Informar al docente

Arias señala que una vez detectado el problema, el docente debiera conocer cómo ha quedado la estructura familiar del menor luego de iniciado el periodo de ausencia. Así sabrá con qué familiares cuenta para lograr su recuperación. En la mayoría de los casos es un abuelo o algún hermano (al estar su madre laborando lejos, por ejemplo).

Este problema se presenta en escuelas de todo tipo: privadas (mayor presencia de divorcios)/estatales (mayor presencia de fallecimientos), grandes/pequeñas, laicas/religiosas, barrios de alto nivel económico/barrios de bajo nivel económico.

De acuerdo con otras investigaciones, a medida que avanza la edad del estudiante cuando se produce la ausencia, la afectación se reduce. Lo mismo, cuando el estudiante comprende que la ausencia no es voluntaria para su progenitor, sostiene Arias.

En tanto, “no ha sido posible encontrar una diferencia significativa, estadísticamente, entre el grupo de peores calificados entre niños con padres y los sin padres; tampoco en el grupo de mejores calificaciones. No se ha encontrado que el número de niños cuyos padres se ausentaron de manera permanente se vaya reduciendo en los cursos más elevados”, señala Zanzzi.

Cabe recordar que en todos los países de América del Sur la norma legal faculta a los docentes a intervenir en favor del escolar, por lo que la situación menos mala se da cuando se identifica el problema apenas empieza, refiere Arias, y recomienda que se elaboren “guías de recuperación” para que los docentes puedan arremeter contra el problema de manera decidida, aun en situaciones de escasez de recursos económicos. Siempre será importante y necesario que el docente reciba el apoyo de un profesional de la psicología. Y agrega la importancia de que se realicen más investigaciones, las cuales debieran también trasladarse a los niveles secundario y universitario, para verificar todo el proceso y poder comprender mejor la problemática para un óptimo tratamiento.

Contactos: Fabricio Zanzzi, Ph.D., docente Fac. Cs. Soc. Espol, pzanzzi@espol.edu.ec.
Liliana Arias, MSc., docente Fac. Educ. U. Laica, larias@ulvr.edu.ec.

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