En defensa de las altas capacidades

12 de Agosto de 2018
  • Alejandro Busto y Olga Carmona, psicoterapeutas infantiles.
Dayse Villegas

¿Puede estar en desventaja un niño más dotado de lo normal? Sí, cuando sus necesidades educativas y emocionales no son atendidas.

En cada país hay diferentes definiciones de lo que son las altas capacidades (AC). Es un término que engloba la precocidad, el talento y la sobredotación. Así, todos los superdotados tendrían altas capacidades, pero no todos los niños y niñas con AC serían superdotados.

Estos últimos son excepcionales en todas las áreas y aptitudes de inteligencia. Según la Organización Mundial de la Salud, para ser calificado como superdotado es necesario un cociente intelectual igual o superior a 130 en la escala de inteligencia Weschler.

Mientras tanto, quien tiene talento puntúa alto en una aptitud específica (talento simple) o en varias combinadas (talento complejo), pero están dentro de la media o por debajo en el resto de aptitudes. Esto se mide con modelos como el de Inteligencias Múltiples de Gardner.

La precocidad intelectual definiría aquellos niños que alcanzaron temprano hitos intelectuales o psicomotores: comenzaron a hablar antes de los 2 años o a escribir antes que el resto de sus compañeros. Todos los superdotados son precoces, pero no todos los precoces vienen a ser superdotados, sino que se estabilizarán con el tiempo.

Los niños con AC tienen en común un perfil altamente creativo y un carácter distinto desde bebés. “Si esto no se diagnostica a tiempo puede tener graves consecuencias, por ejemplo, el fracaso escolar”, explica Olga Carmona, especialista en neuropsicología de la educación, quien estará en Guayaquil para dictar una serie de talleres dirigidos a educadores, psicólogos y padres que creen o están seguros de que sus hijos están en este grupo.

Los cursos se anuncian con la etiqueta #YoSoyParteDeLaSolución. ¿Cuáles son las principales dificultades que hay que solucionar desde la psicología en el tema de los niños y adultos con AC?

“Por desgracia, está todo por solucionar”, sostiene Carmona, experta en Atención Psicoeducativa de Niños con Altas Capacidades Intelectuales. “Desde los profesionales de la psicología hace falta formación e información, saber evaluar y hacer buenos diagnósticos diferenciales para no confundir un niño superdotado con un niño que padece algún trastorno como déficit de atención o Asperger, por nombrar los más frecuentes”.

Pero también, continúa, es hora de especializarse en la intervención terapéutica a estos niños. “No padecen ninguna patología, pero pueden necesitar acompañamiento, comprensión, contención, trabajo de aceptación de su condición, habilidades sociales para ayudarles a integrarse en un mundo que no está diseñado para sus necesidades y que muchas veces los margina y agrede”. Incluso si el niño no necesita intervención, sí se beneficiará de docentes y pediatras sensibilizados con esta realidad.

Por supuesto, los padres de niños con AC tienden a preocuparse, especialmente cuando los diferentes diagnósticos no satisfacen sus inquietudes y las de los niños, quienes con facilidad pueden ser declarados hiperactivos e inmanejables.

El enfoque de Carmona es optimista. Insiste en que las altas capacidades son un desafío, pero no un trastorno. Si se detectan, la familia merece recibir felicitaciones e información para acompañar a los niños de la mejor manera posible en los retos de la crianza y educación. No es correcto notificarlo como si fuera un problema.

“Nos consta que hay una tendencia en el mundo de la educación y de la psicología a enfocarse en lo patológico y a etiquetar y diagnosticar sin haber hecho antes una evaluación completa y un riguroso diagnóstico diferencial. Y esto es muy grave. Es terrible decirles a unos padres que su hijo tiene un trastorno cuando no es así, y más grave aún es para el niño sentir que le pasa algo malo cuando lo que hay es una gran falta de información y de interés por parte de una gran mayoría de profesionales”. La ignorancia, advierte Carmona, no es una opción cuando se trata del cuidado y protección a un menor.

Por tanto, hay que formarse y dejar de ver a los niños con AC como un problema. “El problema somos los adultos que no tenemos la sensibilidad, el interés y la capacidad de intentar comprenderlos para poder acompañarlos en su recorrido vital para que lleguen a convertirse en lo que quieran, porque tienen todo el potencial”.

Actualmente se ha desarrollado sensibilidad para los niños que están en déficit en algún área y se entiende que sus necesidades son diferentes. “Pues bien, nuestros niños con AC también se encuentran fuera de la normalidad y tienen demandas educativas distintas. Y tienen derecho a que sean satisfechas”.

Es urgente aprender a educar a cada niño según su necesidad y no según la del percentil 50”.
Olga Carmona

En casa y en la escuela

¿Qué es lo básico que deben conocer padres y educadores para manejar las reacciones emocionales de los niños con AC? No se conforme con lo básico. “Son niños y niñas de una sensibilidad enorme, sin filtros que amortigüen el dolor, la injusticia, el miedo... y por lo tanto son muy vulnerables emocionalmente”. Para que el niño con AC pueda ser competente a nivel cognitivo, deberá estar canalizado y ajustado a nivel emocional. De lo contrario, su potencial se bloqueará o se canalizará como disrupción y agresividad.

Y si padres y maestros necesitan informarse, las instituciones educativas están en urgencia de transformarse para todos los niños, incluyendo a sus alumnos AC, si no quieren perderlos en el camino. “La mayoría de los centros educativos responden a una necesidad del siglo XIX”, opina Carmona, y no basta con una revisión del sistema. “La era tecnológica nos está diciendo a gritos que las competencias que el mercado va a requerir de nuestros hijos no tienen nada que ver con lo que se demandaba en la revolución industrial”.

A esto hay que sumar que la velocidad y forma de aprendizaje son diferentes en AC. “Las tareas que no implican reto, que no desafían, que no implican descubrimiento, rutinarias, rígidas y repetitivas, que no tienen significado para ellos, que responden a metodologías decimonónicas donde el profesor ostenta el poder del conocimiento y el alumno es un ser pasivo que traga información para después vomitarla en un examen, atentan gravemente contra el niño superdotado, que comienza a sentir un rechazo visceral al colegio y puede llegar a convertirse en un alumno conflictivo o peor aún, deprimido”.

Olga Carmona y el psicoterapeuta infantil Alejandro Busto Castelli, directores del Centro Psicología Ceibe, de Madrid, dictarán en Guayaquil el Curso Internacional de Altas Capacidades, el 20 y 21 de agosto (estudiantes y profesionales de Psicología, Psicopedagogía y Educación); el Taller Internacional de Altas Capacidades (dirigido a padres), el 22 y 23 de agosto, y el Taller de Certificación Internacional en Habilidades Emocionales, el sábado 25 de agosto. Lugar: Centro Integral Klubo (Bálsamos 813 entre Guayacanes e Higueras). Más información: 504-7304, 098-442-7259.

SEÑALES DE ALTAS CAPACIDADES

Bebés muy demandantes, se sobreestimulan con facilidad, levantan la cabeza antes del mes de vida, vocalizan dos sonidos diferentes sobre el mes y medio, dice su primera palabra hacia los 5 meses y a los 6 ya responden a su nombre.

Los superdotados son muy intensos emocional y sensorialmente. Esa intensidad desconcierta a los padres. Estallan en rabietas, reaccionan de forma exagerada a una película triste o de miedo, tienen una enorme capacidad empática y un radical sentido de la justicia y la equidad. “Es muy frecuente que se diagnostique por error TDAH a niños superdotados”.

Cuestionan la autoridad y las normas si estas no están argumentadas y tienen sentido para ellos.

Les preocupan los temas existenciales: la muerte, la existencia de Dios, nuestro origen, la justicia social.

Memoria prodigiosa a corto y largo plazo, con un nivel de detalle muy preciso y sin necesidad de usar mnemotecnia.

Lectoescritura temprana y autodidacta, cuando son escolarizados a los 3 años, ya leen y escriben sin haber recibido estimulación ni aprendizajes previos.

Vocabulario preciso, rico y muy amplio para su edad.

Predilección por juegos de carácter cognitivo, tipo rompecabezas, legos, etc.

Autocríticos, perfeccionistas y competitivos. Gran sentido de la independencia y de la libertad. No resultan fáciles de educar en sistemas familiares y escolares rígidos y con exceso de normas.

Muy distraídos fuera de aquello que les interesa. Su cerebro percibe todo, todo el tiempo, por lo que tienen sobrecargas sensoriales y emocionales, desorganización personal, distracción, retraso en el procesamiento de la información menos relevante, bloqueos y fatiga mental.

 

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