Formar familias sólidas

27 de Septiembre de 2015

Carolina Dell Oro, profesora de filosofía de la Pontificia Universidad Católica de Chile, estará en Guayaquil el 30 de septiembre para hablar sobre la familia.

Los padres que están preocupados por cómo se desenvolverán sus hijos en una sociedad consumista pueden hacer mucho para enviarlos preparados, dice la filósofa chilena Carolina Dell Oro, quien dará una conferencia gratuita en el salón Los Presidentes del Centro de Convenciones de Guayaquil (30 de septiembre, 19:00) con el tema ‘El desafío de formar familias sólidas en el mundo de hoy’.

Ella expone algunos de los aspectos en los que es posible ayudar a los niños a comprender mejor el mundo y a reconocer al otro como un mecanismo para liberarse del miedo y de la agresividad.

• Formar en pequeños detalles. “No con demasiadas cosas, sino con la capacidad de sorprenderse de sí mismos y de los otros. Para esto se necesita saber estar sin un exceso de panoramas y aprender el arte de encontrarse con los otros desde la pequeña infancia. Se aprende principalmente en familia”.

• Presentar las cosas de una manera positiva. No se trata de pensar en forma negativa ni de hablar a los niños de lo malo, de los castigos, de las repercusiones ni de los peligros que puede encontrar en otras personas. “Lo principal”, dice Dell Oro, “es educar en la generosidad y en darse cuenta de que los otros nos enriquecen”.

• Explicar la realidad desde el propio ejemplo. ¿Cómo puede enriquecer a un niño un medio que los padres pueden percibir como estresante, demandante e incluso cruel? La expositora considera que es bueno explicar a los niños la realidad de los otros, pero para contribuir a crear verdadera empatía y que los chicos aprecien lo que reciben de sus familias. Es esencial educar en un concepto que no siempre produce una buena impresión: la austeridad, entendida no como una vida de privación, sino como una vida sin excesos. “Significa tener libertad frente a los bienes materiales. Para poder tener esta libertad se requiere desapego, y para que nuestros hijos vivan este desapego es necesario que vean nuestro ejemplo”.

• Educar para la solidaridad. Es posible integrar a los niños a situaciones reales en que puedan entregar su ayuda y su tiempo a otros, empezando por el hogar. “Ser solidario es una actitud que hay que educar en el día a día, de modo que (al ir creciendo) puedan enfrentar el desafío de ayudar a los más necesitados con el hábito adquirido de preocuparse por el otro”, lo que hace más eficiente y seguro cualquier esfuerzo por colaborar con conocidos y extraños.

• Generar cierto grado de adversidad. ¿Cómo hablar a los niños de la posibilidad de que las cosas algún día no vayan bien? Más que hablar de adversidad hay que generársela a los hijos. “En la educación, las situaciones de una persona educan más que un discurso. Tenemos día a día situaciones complejas donde podemos producir cierta adversidad a los niños: desde prohibirles cosas, proponerles desafíos diarios, hasta aprovechar las situaciones cotidianas”.

• No tomar extremos al castigar. Desde la filosofía, Dell Oro reconoce que en Latinoamérica el castigo físico es frecuente, pero cree que también es fácil tomar el extremo opuesto. “Soy partidaria de la ternura y la firmeza, de poner reglas claras, aunque pocas, pero que se cumplan, y jamás un castigo físico, sino un castigo reparador.

¿Cómo aplica la autoridad en su familia? Coméntenos

Una gran travesía

Dell Oro es autora de varios libros, entre ellos Familia y felicidad, una gran travesía, en el que expone sobre el reconocimiento del otro. Esto se cultiva en la mutua admiración, “cuando se habla de las cosas positivas y se agradece mutuamente. Esa actitud genera un ‘colchón’ sobre el cual descansar en momentos de conflictos que tarde o temprano aparecerán”. No significa dar grandes discursos, “sino estar alerta, agradecer los detalles de la vida diaria: qué rico te quedó el sándwich, qué bueno que llegaste temprano”. Cuando haya un conflicto, el peso de las experiencias positivas permitirá ver el problema con más perspectiva.

También trata el asunto de la autoridad, para ella “uno de los conceptos más cuestionados en este tiempo (...) se ve como una imposición arbitraria de la mentalidad del que tiene el poder sobre los otros”. El verdadero sentido de autoridad, propone la autora, haciendo énfasis en el rol de los padres, “es estar al servicio de la vida del otro, acompañar y conducir el proceso de crecimiento”, y es un requisito para educar en la libertad.

No dará los mismos resultados educar a los niños desde el compañerismo ni desde la sola amistad. “Los hijos no son amigos de sus padres, ni los padres deben pretender ser solo amigos de sus hijos”, indica Dell Oro, pues lo que ellos necesitan es cercanía y presencia, que son manifestaciones distintas. “Hay padres que creen que son más cercanos si hacen amistad con los amigos de sus hijos, se ponen en su nivel en el lenguaje, en la forma de expresarse y de comunicarse”. La autoridad tampoco es solo liderazgo, opina la filósofa, y explica la diferencia: “El líder despierta, muestra caminos, pero la autoridad se hace cargo y es responsable del crecimiento y plenitud del otro”.

Otra cualidad fundamental es la asimetría entre padre y madre y la experiencia que aporta cada uno. “Los hijos no necesitan padres paralelos, sino padres asimétricos que han vivido la vida y pueden sugerir caminar por aquí o allá”. (F)

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