Duelo exitoso después del divorcio

18 de Septiembre de 2016

La separación definitiva supone la superación total de los conflictos de la pareja. Pero para algunos de los que se acogen a ella no es así.

Muchos de los que pasan por el divorcio esperan que el sufrimiento llegue a su fin, y descubren que no es tan fácil. Esto es así por una razón, explica la psicóloga clínica Linda Coronel de Arias. “Solo pensaron en cómo salir de tantas diferencias, maltratos, infidelidades e irresponsabilidades”, pero no se detuvieron a pensar en lo que venía: “El dolor, la tristeza, la frustración, los sentimientos de fracaso por una serie de factores que, con un poco de inteligencia, tolerancia y habilidad podrían solucionarse” y, en el mejor de los casos, reestructurar la pareja y la familia.

“Sin embargo”, reconoce, “hay casos en que la humillación, el desprecio, la desconfianza, la agresividad, la carencia de vida sexual, la ninguna sociabilidad y el distanciamiento han destruido el amor”. En estos casos, las personas han mostrado indiferencia ante el deterioro de la relación, y el divorcio es la mejor de las opciones. “Es mil veces preferible la separación que seguir en una relación tóxica sin futuro”.

“La ruptura del sistema familiar siempre es dolorosa y conlleva duelo”, admite también la psicóloga clínica Sonnia Navas, “pero no enfrentar la realidad de que el matrimonio ya no tiene las bases suficientes como para generar armonía y el crecimiento sano de los hijos, es nocivo para todos a corto y largo plazo”.

¿Cómo evitar llegar a eso? Es preciso, afirma Coronel, hacer un análisis minucioso, justo y conciliador, reconociendo, asumiendo y corrigiendo errores. Así se evitaría incluso generar el ambiente para el divorcio “y por qué no decirlo, mujeres y hombres ilusos, que van por la vida creyendo que su próxima pareja será un dechado de virtudes. No hay seres humanos perfectos, no pidamos perfección, porque nosotros tampoco la damos”.

Así pues, es necesario hablar de un proceso adecuado de duelo después del divorcio. ¿Cuánto dura? Eso está relacionado a la forma de ser de cada uno, indica Coronel, “pero sí podemos decir que esta experiencia termina por enseñar a los involucrados a ser diferentes, a valorar la vida, a ser tolerantes y a apreciar el amor en toda su dimensión”.

Sin embargo, sea cual sea su personalidad, no se imponga un duelo demasiado extenso. Para que esté en los márgenes de lo funcional, advierte Navas, no puede exceder a más de cuatro años.

Sanar paso a paso

El duelo es una respuesta de tipo emocional que se evidencia en tres etapas, cada una de ellas enfrenta a la persona con una realidad ineludible, resultado de las decisiones tomadas.

La etapa del porqué. “La podemos resumir como un tiempo de cuestionamiento”, detalla Coronel, “en que la persona se pregunta: ¿Por qué a mí? ¿Por qué dejó de amarme? ¿Qué haré sola?, sumado a una gran tristeza, miedo hacia un futuro incierto, sentimientos de abandono y de mucha ansiedad”.

La etapa de la culpa. “Se observa una autoestima muy baja, sentimientos de culpabilidad, piensa que no podrá encontrar otra persona igual o mejor a la que tenía, decide que no volverá a enamorarse”. Coronel dice que lo que ocurre, en realidad, es que la persona no se adapta a su nueva forma de vida. Siente incertidumbre y vienen a su mente solo los buenos recuerdos de la relación.

También está la tentación de pensar que la culpa es exclusivamente del otro. Aquí, Navas recalca que hay que aceptar que la relación de pareja es de dos, y que por tanto un divorcio también lo es. Que puede existir un miembro que haya puesto un porcentaje mayor para que la relación se acabe, pero los dos aportaron. “Erradicar la idea de que hay solo un culpable”.

La etapa de la aceptación. “Poco a poco”, dice Coronel, “va aceptando que no le queda más que enfrentar la realidad, que su pareja ha dejado de estar en su vida y siente que puede existir sin ella, que es hora de efectuar cambios. Llega a la conclusión de que también ella o él cometieron grandes errores”. Esta fase es esencial para evitar repetir lo que se hizo mal.

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¿Volverse a ver o no?

Desde el punto de vista de Coronel, es indispensable el perdón. “Aprenda a perdonar y a perdonarse por los errores cometidos, somos falibles, trate de sacar provecho de esa mala experiencia”.

Ya que ha salido de esa relación, Coronel propone un recurso: respetar la nueva vida del otro. No intervenga en asuntos que no le corresponden. Trate de llevar una relación cordial, muy necesaria por el bien de todos. Permita que los hijos disfruten con el padre o con la mamá. Lleguen a acuerdos sobre gastos, salud, educación, festividades, viajes y otras actividades.

Recuerde, señala Navas, que la separación total solo aplica a personas sin hijos. Procure que ellos comprendan que los padres dejan de ser pareja, pero no dejan de ser padres. “Los compromisos y el afecto se deben mantener.

Su responsabilidad también es hablar con los hijos y liberarlos de la culpabilidad. Explíqueles, recomienda Coronel, que no han tenido nada que ver en ese conflicto, que el amor de los padres para ellos está intacto.

“Es preferible”, asevera Navas, “no involucrar a familia o amigos en las decisiones del divorcio; los consejos deben ser muy analizados, ya que por la cercanía estas opiniones son parcializadas. Lo más beneficioso es pedir asesoría especializada”.

Evite a toda costa la manipulación afectiva, continúa Navas, “que es lo más común. El padre o la madre que se queda con la custodia suele utilizar a los hijos como un medio para obtener beneficios o poner límites. Para castigar a un hijo, le quitan la visita al padre ausente”.

Tampoco funcionará desprestigiar al padre o a la madre que está fuera del núcleo, porque eso deja a los hijos en una posición de orfandad. “Si escuchan que su madre o padre es una mala persona, les genera una sensación de abandono”.

Si sus hijos son menores de edad, agrega, se debe procurar e incentivar los lazos afectivos con el excónyuge y con su familia, “ya que es importante que los niños o adolescentes comprendan que el divorcio se dio entre los padres, mas no con ellos”.

Dé la bienvenida a lo nuevo

Su vida debe seguir. ¿Cómo? Desarrollando actividades que llenen, indica Coronel, cumpliendo con sus sueños, haciendo nuevas amistades, buenos proyectos y alcanzando metas.

Navas concuerda: “Procure llenar su vida con estudios trabajo, proyectos”. No busque pareja desesperadamente ni llene el vacío con relaciones tormentosas, pues generará mucha más confusión para usted y sus hijos.

¿Qué queda entre los excónyuges? Cumplir con los roles que corresponden a cada uno, dice Navas, poniendo los límites necesarios: “No somos amigos, no somos parientes, no somos novios. Somos padres de esos niños y esa inevitable relación solo terminará cuando los hijos sean adultos. Si es constructiva, se habrá acabado un sistema que no funcionaba y se iniciará otro que sí funcione, con buena comunicación, respeto, límites y proyecto de vida”. (D.V.) (F)

Seguir muy vinculado a la familia de la expareja produce confusión. Hay que ser muy maduro para no tener ese tipo de problemas, cosa que no es muy frecuente. No es ventajoso para nadie en la familia”.
Sonnia Navas Gafter

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