Conversaciones que importan

29 de Julio de 2018

El estímulo de la buena comunicación con los padres es decisivo para que el niño desarrolle el lenguaje.

Hablar ocurre de forma espontánea y en un plazo relativamente corto. Pero los padres pueden preocuparse cuando notan que algunos niños aprenden el lenguaje más rápidamente que sus hijos. Mientras un pequeño a los 24 meses dice un puñado de palabras, otro ya pronuncia 300. ¿En qué radica la diferencia?

Pueden existir condiciones neuropsicológicas o síndromes del desarrollo que explicarían la falta de adquisición, indica la psicóloga clínica Alsacia Maridueña de Reyes; “pero uno de los argumentos más utilizados para explicarla es la pobreza de estímulos”, debido a errores como interpretar los balbuceos o monosílabos del niño o facilitarle las cosas cuando las señala.

La tecnología podría ayudar a estimular el lenguaje, “pero nada reemplaza cantarles, contarles cuentos y, sobre todo, pronunciar con claridad (como adultos) al hablar a nuestros hijos”. Se ha identificado que los padres y madres tienen un papel activo en la interacción con el bebé: un lenguaje que se ha dado en llamar maternés, y que en los distintos idiomas conserva características similares: “Frases cortas, habla lenta, entonación o prosodia exagerada”, que son los principales recursos para estimular el desarrollo lingüístico.

En la escuela, las maestras pueden detectar si el lenguaje del niño no está acorde a la edad que tiene, sea por engreimiento, falta de estimulación o si hay la necesidad de recurrir a un especialista (fonoaudiólogo, logopeda).

En este último caso, Maridueña explica que hay aspectos importantes a tomar en cuenta en la interacción familiar: contacto visual del niño con sus padres u otros, gestos de escucha cuando le hablan (aun sin contacto visual), sonidos o palabras que emite para comunicarse con sus padres, cómo se relaciona con los juegos y juguetes, a qué juega, si elige a alguien para jugar o se aísla. Esto permite saber si conviene derivar a un especialista.

Estímulos favorables

La fonoaudióloga Sylvana Irigoyen Crisci, especialista en estimulación temprana, recomienda:

1. Use inflexiones de voz variadas para estimular la atención del bebé cuando le habla al bañarlo, cambiarlo o alimentarlo.

2. Al vestirlo y bañarlo, nombre correctamente las partes del cuerpo.

3. Haga pausas en la conversación para que él interiorice los modelos del diálogo.

4. Escuchen música adecuada para cada edad y use los ritmos musicales para que imite sonidos o haga gestos según la canción.

5. No lo siente frente al televisor ni le dé algún dispositivo electrónico a pesar de que vea programas educativos. “El lenguaje se aprende socializando, no frente a una pantalla”.

6. Cuide el ambiente sonoro al que expone al niño: volumen de la música, juguetes sonoros con intensidades elevadas.

7. Evite ‘entenderle’ cuando el niño haga gestos o sonidos sin esforzarse por lograr un modelo verbal más próximo a la palabra.

8. Evite que los hermanos mayores hablen por el pequeño o sirvan de traductores.

Los padres también se inquietan si el niño no dice aunque sea una palabra básica al cumplir el año. ¿Qué hacer? Se debe empezar por una exhaustiva historia clínica aplicada por el terapeuta, aconseja Irigoyen. En caso que no haya indicios importantes de que el problema de lenguaje sea un síntoma de un cuadro más severo (como podría ser un retraso mental o el autismo) es medida importante valorar la audición. “Es común que las otitis causen descenso de la audición en etapas tempranas y esto sea un obstáculo para la adquisición del lenguaje”. (D. V.)

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