Amarillo es el color
La alegría es inevitable y el festejo también. Lo hacen aquí los terrícolas y los que se fueron al cielo, seguro, también. Una desbordante marea humana vistiendo todos camisetas amarillas lo dice a grito pelado: “Barcelona campeón, Barcelona campeón…”.
La desbordante algarabía por la estrella quince del equipo más popular del país se ha trasladado a todos los rincones de todas las provincias y la pegajosa melodía que identifica al “equipo del Astillero” se escucha por doquier.
Vale recordar que a ninguna dependencia deportiva se puede ingresar con bebidas alcohólicas. Recuerde que el exceso de alcohol desestabiliza su organismo y esto generalmente conduce a un estado alterado de conciencia.
Recuérdeles a los más jovencitos de la casa que si van al estadio deben permanecer en el lugar asignado y que no es permitido ingresar arbitrariamente a la zona de juego. Las normas hay que respetarlas.
Cuantas veces lo amerite, hable de la necesidad de ser tolerante, esto es lo que identifica a un caballero.
Gritar ofensas o amenazar a los contrarios solo conduce a la violencia. No hay que andar por la vida siendo un provocador callejero, esto no lo lleva a nada positivo.
Está bien la algazara, es parte del disfrute, pero mida sus palabras, que no se conviertan en palabrotas.
Evite que su emoción impida la visibilidad de sus compañeros espectadores. No se suba en los asientos.
Si descubre que uno de sus amigos quiere ingresar al estadio con luces de bengala o artefactos de pirotecnia, por pequeños que sean, recuérdele que esto no está permitido en ningún escenario deportivo. El peligro que estos generan puede ser mortal. La historia registra algunos lamentables casos.
No acepte el desafío de subirse por las fachadas o postes de luz eléctrica. Lejos de ser una hazaña, que está siendo registrada por las cámaras del circuito cerrado, pone en peligro su vida.
Por ninguna razón se deben lanzar fundas de plástico, a manera de globos, dirigidas a otros espectadores.
Si la reunión es en casa, no permita que nadie suba los pies sobre los muebles. La cortesía empieza en la casa.
No le pida nunca a ningún niño que le acerque una bebida alcohólica. Tampoco cigarrillos.
¡Salud, campeones! (O)