Primeras señales de independencia

01 de Mayo de 2016
Camille Webb, Health Leader

Los chupones y demás objetos de consuelo de los niños pequeños no son perjudiciales. En el momento apropiado los dejarán, si usted los ayuda a vivir el proceso de una manera no traumática.

Puede ser un chupón, el pulgar, una mantita o un peluche viejo. Los niños se conectan a ese objeto y el consuelo inmediato que les aporta, de acuerdo con los expertos del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas, en Houston.

Cathy Guttentag, psicóloga infantil y profesora de Pediatría, dice que más de la mitad de los bebés y niños en Estados Unidos tiene objetos de consuelo. “Pueden ser muy beneficiosos para los pequeñitos”, dice. “Pueden ayudarlos a tolerar el separarse de los padres, el cansancio o el malestar, los ayudan a dormir mejor y a sentirse cómodos al explorar nuevos ambientes”.

Pero estos objetos son también de transición, pues están pensados para servir como un puente entre el consuelo que da el padre y la propia habilidad del niño para soportar la separación y ligeros niveles de estrés.

Una mantita o un chupón no reemplazan la calidez de un papá, pero sí pueden estar presentes durante un examen médico, después de una caída o en el primer día de guardería.

Los padres, dice Guttentag, temen que los chupones o el pulgar interfieran con el habla o la alineación de la dentadura. También se cansan de buscar objetos perdidos, olvidados o sucios. Se preguntan por qué permitieron que se creara ese hábito.

En el momento correcto

Mfon Ekong, profesor de Pediatría, dice que la mejor solución cuando el niño realmente no quiere dejar su chupón es dejarlo en paz. “Si es una batalla y está causando alteraciones, es mejor retomarlo un par de meses después”.

Cuando crea que ha llegado el momento, proceda en orden:

Use oportunidades naturales para convencer al niño. Dígale que no entiende lo que está diciendo mientras tiene el dedo en la boca o que necesita dejar el chupón para comer algo que le gusta.

Ponga límites razonables de tiempo y espacio para usar el chupón, por ejemplo, en el sitio donde toma la siesta.

Deje que lo use en momentos de estrés, cuando se despide de usted en la mañana o durante un viaje largo en auto.

Reduzca gradualmente el número de chupones en la casa hasta que solo quede uno en la cama del niño.

¿Aprueba el uso de los chupones?
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El desafío de los pulgares

Es más difícil esperar que el niño deje de chuparse el pulgar porque en este caso no hay cómo esconderlos. Ekong dice que este tipo de costumbre se quita usualmente cuando el niño entra al kínder. Para apresurar el proceso, ella recomienda los elogios. “Vi que no te chupaste el dedo en toda la tarde”. Los niños internalizan ese tipo de comentarios.

Otro método es la distracción. Mantenga a los niños ocupados durante el día al punto en que olviden el hábito. Permita que lo retomen en la noche para relajarse y adormecerse. Ese comportamiento también se irá con el crecimiento.

Guttentag sugiere invitar al niño a idear con usted una señal para recordarle que es momento de quitarse el dedo de la boca, especialmente en presencia de otras personas.

Si el niño ya no es preescolar y le preocupa que siga haciendo esto, Ekong aconseja examinar el motivo. Hay que explorar los siguientes tópicos:

¿Hay algo en el entorno social del niño que le causa estrés?

¿La familia se está mudando de casa con frecuencia?

¿Están en proceso de divorcio?

¿No le gusta esa escuela?

¿Alguien lo molesta en la escuela o en el vecindario?

Positivo y negativo

Guttentag hace una lista de comportamientos positivos de parte de los padres:

Reconozca el valor que esos objetos tienen en el desarrollo emocional de su hijo.

Aproveche el uso del chupón o el pulgar para enseñarle al niño a encontrar la calma por sí mismo.

Vea el chupón o el pulgar como señales de que su hijo está ansioso o necesita consuelo. Sea sensible a su hijo y el objeto no será necesario.

Recuerde que el hábito decrecerá naturalmente con el tiempo si tiene paciencia y usa estrategias suaves y no impositivas.

En cambio, evite a toda costa:

Ridiculizar al niño o permitir que otros lo hagan. Incluye llamarlo ‘bebito’.

Prohibir abruptamente o perder ‘accidentalmente’ el chupón sin un periodo de transición.

Amenazar con quitárselo como castigo por portarse mal o llorar.

Si el niño percibe que usted reprueba su chupón, incrementará su inseguridad y se le hará más difícil dejarlo. (F)

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