Jugar es aprender para el futuro

19 de Agosto de 2018
  • Supervisar el juego no implica intervenir en toda interacción entre los niños.

¿Qué está pasando en la cabeza de su hijo mientras juega? No está perdiendo el tiempo.

El verdadero juego es la libertad para que los niños se involucren y aprendan del mundo que los rodea. Al conectarlos mental y físicamente con el mundo, se los empodera para crear y crecer el resto de sus vidas. Es un derecho fundamental de todos los niños, asevera un grupo de directivos reunidos por el Foro Económico Mundial.

Entre ellos están John Goodwin, director ejecutivo de la Fundación LEGO y sus similares, Paul Polman (Unilever), Jesper Brodin (IKEA) y Gary Knell (National Geographic Society).

El juego es, insisten, vital para el desarrollo del niño, pues lo equipa con habilidades necesarias para asir el futuro de la humanidad: inteligencia emocional, creatividad y resolución de problemas. Así, ser un superhéroe es liderar, invitar a un osito a comer es organizar, construir una fortaleza de sábanas es innovar: jugar es aprender.

Las cuatro empresas nombradas dicen estar comprometidas a crear un movimiento que priorice la importancia del juego no solo como algo que deja que los niños sean niños, sino como lo que enciende la chispa para el desarrollo y el aprendizaje.

Estas oportunidades deberían garantizarse a los niños siempre que sea posible. Pero millones de jóvenes alrededor del mundo carecen de espacios seguros para explorar y ejercitarse. De hecho, 78% de los padres están de acuerdo en que en su niñez el mundo era ‘más seguro’. Es crítico que la libertad de jugar no se pierda, porque los niños que se desplazan en un ambiente seguro y favorecedor desarrollan mejor comunicación cara a cara, trabajo en equipo y habilidades para negociar, haciéndolos más resistentes a los desafíos que experimentarán en sus vidas.

Experiencias que se pierden

Muchos más niños siguen perdiéndose estas oportunidades, que son cada vez menos importantes entre las presiones y distracciones del mundo cronometrado, evaluado y regido por la tecnología. “Tristemente, nuestra creencia en la vital importancia de jugar dentro y fuera del salón de clases no es compartida por tantos como quisiéramos”, lamentan los ejecutivos.

Entre las experiencias que sus hijos y nietos dejarán atrás, el portal de tecnología y ciencia Futurism enumera: el ser las entidades más inteligentes del planeta (con el desarrollo de la inteligencia artificial), la barrera del lenguaje (Skype ya ha incorporado la traducción simultánea), un ambiente tranquilo y silencioso (en 2100, 84% de los 10,8 billones de humanos vivirán en ciudades) e incluso el hambre mundial (de manera optimista, se popularizarán los huertos urbanos, que actualmente ya proveen a vecindarios de vegetales y pescado).

¿Niños o reclusos?

En los últimos 30 años, el tiempo que los niños pasan jugando en la escuela se está reduciendo. En algunos países, dos de tres niños se quejan de que sus padres organizan demasiadas actividades extraescolares, y la mitad de los padres encuestados sienten que no pueden encontrar tiempo para jugar con sus hijos, según el Play Report 2017, publicado por IKEA.

Así que mientras el mundo cambiante siga entorpeciendo el juego de los niños, el futuro de la sociedad también se verá frustrado. “Si 56% de los niños siguen pasando menos tiempo en exteriores que los presos de máxima seguridad en los Estados Unidos”. afirma el documental de la campaña Free the Kids, de Unilever, “entonces será más difícil la búsqueda de nuestros futuros líderes, creadores y exploradores”.

El crecimiento de tecnologías como el aprendizaje de las máquinas y la inteligencia artificial significa que los niños que entran a la escuela hoy trabajarán en oficios que aún no existen. Y eso implica repensar y evolucionar los sistemas educativos, programas de entrenamiento laboral y procesos de evaluación para que los niños del mañana estén preparados para lo que el futuro les traiga.

Cuando los niños juegan, practican el pensamiento original, que es uno de los principales procesos cognitivos de la creatividad. El juego de construcción, en especial, en la primera infancia, está correlacionado con el desarrollo de habilidades de visualización espacial, que se conectan con la capacidad matemática y de resolución de problemas a la que se enfrentarán más adelante en la vida escolar.

Mientras más jueguen los niños hoy, más listos estarán luego. “El juego nos dará líderes que pueden gestionar conflictos, construir comunidades conectadas e inspirar a la sociedad a florecer”, defienden los representantes de las cuatro gigantes compañías. “Estamos comprometidos con la idea de que cada niño, donde quiera que esté, puede ser ese líder”.

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