Caídas, quemaduras y accidentes

17 de Diciembre de 2017
Teresa Nauber DPA

¿Cómo deben actuar los padres en estas eventualidades y emergencias que suelen multiplicarse entre niños, adolescentes e incluso adultos durante las celebraciones de fin de año?

Los chicos corren por la plaza, se trepan a los juegos, a veces hasta alcanzar una altura desde la cual luego no saben cómo bajar... o tienen una curiosidad enorme por saber qué se está cocinando sobre la hornalla. Es casi imposible evitar a veces que los niños se lastimen intentando descubrir el mundo. La mayoría de las veces sufren lastimaduras menores. Pero en algunas situaciones puede ser importante saber qué hacer.

Caídas

La mayoría de los padres se asustan mucho cuando ven caer a su niño desde un juego más o menos alto. La mayoría de las veces, los niños se levantan del piso y siguen comportándose con total normalidad. Si esto sucede, por lo general está todo bien. De todas formas, los padres deberían estar atentos en las horas siguientes a posibles síntomas que deben generar alarma. Si el niño vomita, le duele la cabeza, le sangra un oído, parece ausente o está muy somnoliento, puede haber sufrido una conmoción cerebral. En ese caso hay que llevar al niño al hospital y dejarlo en observación por 48 horas.

Lastimaduras

Uno de los mayores misterios de la paternidad es por qué los niños suelen caerse justo sobre aquella superficie que terminará lastimándolos, como la esquina de una mesa ratona. La mayoría de las veces sufren lastimaduras que pueden sangrar bastante. Por lo general, se lastiman la frente, el mentón o las cejas. Si la herida no comienza a cicatrizar después de seis horas hay que ir al médico para que la cosa o, como es cada vez más habitual hoy en día, la pegue.

Quemaduras

Los niños suelen quemarse con agua hirviendo de alguna olla o tetera que se encuentra sobre la hornalla. Si la quemadura es pequeña, lo mejor es colocar la parte del cuerpo afectada de cinco a diez minutos en agua fría. Lo ideal es quitarle la ropa y no olvidar el pañal. Si hay telas pegadas al cuerpo, no hay que retirarlas sino cortar la tela alrededor de la herida y llevar al niño a la salita de auxilio. Si se rompe una ampolla por sí sola, hay que ir al médico para evitar que se irrite la herida.

Atragantamientos

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Estas son las situaciones más peligrosas: el niño tragó una nuez, un caramelo o un trozo de manzana y le quedó atorado. Esta situación cotidiana supone, sin embargo, un riesgo para la vida. Por eso es imprescindible actuar de inmediato. Si se trata de un bebé pequeño que aún no sostiene la cabeza por sí solo, hay que colocarlo boca arriba y presionar cinco veces seguidas con firmeza en la mitad del tórax. Si es un bebé más grande, hay que colocarlo sobre su barriguita en el propio muslo y dar golpes firmes pero cuidadosos cinco veces entre los hombros. De esta forma, deberían poder expulsar lo ingerido.

Con niños de más de un año hay que hacer lo mismo. Si no funciona, hay que colocarse detrás, abrazar el torso, formar puños con las manos y colocarlas sobre el plexo solar del niño. Presionar los puños hacia uno para sacar el aire restante del pulmón. No hay que tenerle miedo a la maniobra: la vida del niño puede depender de ello.

Ingesta de algo venenoso

Los niños son curiosos. Si ven una botella colorida con lejía cerca, probablemente se acerquen a investigarla. Si los padres creen que el niño ingirió el líquido, deben llamar de inmediato a urgencias (en general, el teléfono figura en el mismo producto). Allí le dirán qué hacer. Siempre ayuda dar agua de beber, pero no leche. Tampoco hay que hacer vomitar al niño.

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