Validando las emociones del adolescente

Por Lenín E. Salmon
29 de Marzo de 2015

No existe otra etapa en la vida como la adolescencia para la formación y expresión de emociones en su más amplio rango. Del amor al desprecio, del placer extremo a la depresión profunda, de la euforia más contagiosa a la reclusión absoluta. El estado de ánimo de un joven parece estar manejado por poderes mágicos e incomprensibles. Él mismo no entiende lo que sucede en este laberinto en que se transforma su mente, y muchas veces los adultos empeoran el caso cuando no pueden ayudarlo a interpretar correctamente sus emociones y sentimientos.

Tomemos el caso de un chico de 17 años que en los últimos tiempos se ha vuelto retraído, ha bajado sus calificaciones, está sumamente irritable, ha dejado de ver a sus amigos y pasa mucho tiempo solo en su cuarto. Sus padres intuyen que se siente mal porque su enamorada parece querer terminar la relación. Para ayudarlo le dicen que así es la vida y que mañana conocerá a otra chica, que no hay que darle tanta importancia al asunto, que debe dedicarse a lo trascendental para su futuro, que son sus estudios, y que los hombres deben ser fuertes. El chico sigue deprimido y desconcertado, porque para él es un problema gravísimo. Le resiente que sus padres estén minimizando la parte central del tema, que es cómo se siente él. No siente que están ‘leyendo’ sus emociones correctamente, y están llegando a conclusiones absurdas. El resultado es que se sentirá más alejado de ellos y de las soluciones reales.

El adolescente necesita que validen su afectación, que se solidaricen con él, que entiendan por qué se siente así, aun cuando no compartan su enfoque (al que tiene derecho). Oír lo que el joven tiene que decir, sin prejuzgarlo ni darle un sermón lo hará sentirse bienvenido en un territorio que jamás antes compartió con sus padres: hablar de su vida tal como él la vive, y ser escuchado con genuino interés. Reconocer esta realidad creará un ‘terreno común’ que facilitará la comunicación positiva, piedra angular del desarrollo de la personalidad del adulto. Hay que tener muy presente que la adolescencia es la última etapa en la que los padres tendrán alguna influencia significativa sobre la dirección que sus hijos tomen en la vida. (O)

salmonlenin@yahoo.com

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