Uso del poder
Si bien el poder en sí mismo puede ser usado para el bien común, existen factores que pueden distorsionar su sentido. Una distorsión es caer en la autosuficiencia en la cual la persona que ejerce la autoridad no se ve necesitada de personas de su entorno o censura las críticas que no se ajustan a su propia visión. Esto es sumamente peligroso, pues genera aislamiento de la realidad y contacto con las necesidades de la persona a su alrededor.
Otra ilusión grave que genera el poder es el sentido de omnipotencia, creyendo ser una figura mesiánica destinada a resolver los problemas de su entorno. En la antigua Roma, los emperadores tenían una persona cercana a ellos para recordarles en todo momento que eran mortales. Los emperadores eran conscientes del riesgo de ser enceguecidos por el poder. En nuestros días este riesgo permanece. Los líderes organizacionales siguen necesitando personas que les recuerden que no son dioses y que el poder mal llevado enceguece. Es vital que cuente con interlocutores maduros capaces de expresar otros puntos de vista, aunque no sean del agrado de la persona que está a cargo.
Hay un cierto sentido de gratificación para el jefe de sentirse imprescindible, pero no estaría ejerciendo un liderazgo eficaz si no permite a su equipo desarrollarse y asumir su tarea con autonomía y responsabilidad.
Un antídoto contra los riesgos descritos es vivir la dinámica del servicio y la humildad. Cuando el líder busca servir a los demás sale de la visión egocéntrica en la que busca ponerse en el centro de la realidad. Así mismo, la humildad previene de creerse dueño de la verdad y lo hace experimentar la necesidad de buscar consejo y ser capaz de reconocer los propios límites y errores. Lejos de inspirar temor, el líder servicial y humilde brinda confianza, pues transmite generosidad, autenticidad y sencillez inspirando a su equipo y exhortándolo a asumir con madurez y responsabilidad un papel protagónico en la organización. (O)
