El alto costo de la represión emocional

Por Lenín E. Salmon
05 de Agosto de 2012

Las experiencias tempranas, mientras más agudas o traumáticas, más profundas huellas emocionales dejan en la mente del niño. La mente, para proteger su equilibrio emocional, ubica el recuerdo de estas experiencias en un sector de la conciencia (la parte inconsciente) a la que el individuo no tiene acceso voluntario. Como resultado de esta acción de higiene mental el evento queda reprimido. Pero no eliminado; sus efectos en la vida futura de esta persona marcarán mucho de su camino, usualmente limitándola en sus alcances y obligándola a tomar desvíos so pena de enfrentarse a un fantasma del pasado cuya naturaleza desconoce, su enorme fuerza reconoce y teme, y para enfrentar al cual no se siente preparada. También el inconsciente guarda deseos e impulsos que el individuo opta por reprimir por considerarlos vergonzosos o contrarios al estilo de vida que quiere tener. Las áreas que más tendencia tienen a ser reprimidas son las sexuales, las de violencia y las de autoconfianza.

Puede darse el caso de una persona que, habiendo sufrido abuso sexual en la infancia, reaccione anormalmente en una situación de intimidad voluntaria, al liberarse los recuerdos reprimidos debido a la semejanza de contextos. O, por los efectos desinhibidores del alcohol, actuar de una manera bochornosa o escandalosa en el lugar equivocado o delante de la persona equivocada. O la persona que recibió o presenció mucha violencia en su infancia la exprese en un momento de crisis sin haber existido un antecedente ni un motivo válido.

La vida de esta persona es incompleta y llena de ansiedad porque no puede permitirse actuar del todo espontáneamente. Vive suprimiendo sentimientos y evitando situaciones que considere riesgosas, lo cual implica un enorme gasto de energía psíquica sin ninguna consecuencia positiva, ya que el resultado es aislamiento, frustración y amargura. La represión es el más dañino de los mecanismos que la mente utiliza para defenderse de la ansiedad, y su tratamiento requiere de una sólida preparación emocional para permitirle a la persona, con una visión adulta y madura, gradualmente analizar el pasado crucial. En ese trayecto se dará cuenta de que lo que le pasó al niño se lo puede dejar en la infancia, sin estragos para el adulto.

lsalmon@gye.satnet.net

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