Hablar con máscaras

21 de Octubre de 2012
Sheyla Mosquera de Calderón

La hipocresía esconde las verdaderas intenciones y personalidad de quien la ejecuta. Pero ¿qué tan destructiva o constructiva es? Las respuestas las encontrará en este artículo nada hipócrita.

Hay que reconocerlo. Todos en algún momento de nuestra vida hemos sido hipócritas. Esta palabra viene del griego hypokrisis, que significa fingir, actuar o hablar con máscaras. El que diga lo contrario, miente.

Wikipedia la define como la actitud constante o esporádica de fingir creencias, opiniones, virtudes, sentimientos, cualidades o estándares que no se tienen o no se siguen. La persona que la practica muestra cualidades o sentimientos contrarios a los que tiene o experimenta. La hipocresía en sí es un tipo de mentira o pantalla de reputación.

Según el lingüista y analista social norteamericano Noam Chomsky, la hipocresía es la negativa a aplicar en nosotros los mismos valores que aplicamos en otros. La definió como uno de los males centrales de nuestra sociedad, que promueve injusticias como la guerra y las desigualdades sociales en un marco de autoengaño.

Agrega que este pensamiento incluye la noción de que la hipocresía es una parte necesaria o benéfica del comportamiento humano y la sociedad.

El antropólogo César Torres Jaramillo opina que, en nuestro medio, la hipocresía se ha ido universalizando, es decir, toda la población, de una u otra manera, se caracteriza como tal, aspecto que se ha introducido en los modos de vida y es evidente en la cotidianidad.

El hombre emplea la hipocresía para engañarse a sí mismo, acaso más que para engañar a otros”.
Jaime Luciano Balmes (1810-1848), filósofo español.

En la burguesía colonial, por ejemplo, se utilizaban a propósito los seudónimos y los disfraces para ocultar la identidad, especialmente cuando se trataba de aspectos románticos y políticos, para alcanzar algo que no estaba al nivel, por eso se necesitaba fingir, mentir, aparentar.

Con el desplazamiento de las clases sociales, agrega, la hipocresía se volvió más evidente. Era normal observar al pretendiente que vivía en la pobreza aparentar con elegantes vestidos para engatusar a la pretendida amada.

Torres considera que la sociedad y las instituciones han impuesto normas y condiciones que obligan a mentir para alcanzar algún tipo de involucramiento. “Cuando queremos, por ejemplo, conseguir algún puesto de trabajo, muchas veces hacemos el ejercicio de alterar los currículums. O cuando por autoritarismo somos obligados a desempeñar un rol con el cual no nos identificamos”.

Temor o cobardía

Todos, en cierta manera, somos hipócritas, dice el cubano Camilo Vicens Tamayo, analista de la religión yoruba (creencia en los santos proveniente de África), porque en muchas ocasiones, por temor o cobardía a ser auténticos o al qué dirán, no defendemos nuestros ideales o no luchamos por cambiar aspectos negativos o destructivos que causan mal a la sociedad o a la familia, y que sabemos que al transformarlos en positivo nos permitiría vivir en armonía y bienestar.

Todo hombre es sincero a solas; en cuanto aparece una segunda persona empieza la hipocresía”.
Ralph Waldo Emerson (1803-1882), escritor, filósofo y poeta.

También, agrega, es un hipócrita quien no desecha los antivalores como la mentira, el doble discurso, el irrespeto, la envidia, la soberbia, la irresponsabilidad o la infidelidad, sabiendo que son destructivos.

Esto sucede, dice la psicóloga clínica Rosita Sánchez Laserna, porque la persona hipócrita tiende a disimular aquello que cree que no le gusta a los demás y muestra lo que quiere que los otros vean. Pero, agrega, deben tener claro que la hipocresía denota deshonestidad y, por lo general, es un indicador de una falta de autoestima o de negación de una realidad que puede ser dolorosa y difícil de aceptar.

“La hipocresía causa daño. Quien actúa con esta vive en un mundo irreal y de mentiras, donde las máscaras siempre caerán. Puede llevarla a cuadros depresivos y reacciones extremas, incluso a enfermar”.

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Además, quienes tratan con una persona hipócrita, debido a que es mentirosa, pueden perder totalmente la confianza y credibilidad en los demás, volverse suspicaces y prevenidos, ya que los actos hipócritas pueden destruir amistades y relaciones, dice.

Incluso, refiere Torres, aunque el acto de fingir culturalmente es aceptado, este es reprochable y negativo para la persona hipócrita, ya que no le permite desarrollar la verdadera individualidad e identidad, es decir, ser lo que realmente es, descubrir su propio rostro.

El ser humano, dice Torres, ha introducido la hipocresía en la cotidianidad y la ejerce consciente o inconscientemente. Por lo tanto, es imposible pensar que se pueda vivir sin las apariencias, pues no existirían las instituciones sociales.

“Los hindúes se han matado explicando que este acto es un impedimento para la realización espiritual, al cual incluso lo han definido como maya o ilusión. No existirían los mesías, los novelistas ni el arte. Aparentamos ser dioses cuando en realidad somos hombres dotados de imperfecciones o apariencias”, asegura Torres.

Mecanismo de defensa

Para el psicólogo clínico Samuel Merlano, la hipocresía es un término que se usa desde un marco sociológico, pero en la realidad este fenómeno sucede en el inconsciente (elementos guardados o reprimidos) del individuo cuando en su proceso de crecimiento (infancia) trata de defender su yo (identidad) en formación, evitando a toda costa los reproches, la descalificación, la desaprobación y lo más profundo, el afecto.

Internamente, agrega, hay una lucha entre dos de los niveles de la personalidad: el ello (impulsos) y el superyó (voz de la conciencia). El primero busca el placer, la satisfacción, la autocomplacencia, mientras que el segundo es lo moralista, punitivo o castigador, en el cual la persona trata de encontrar un equilibrio en su yo. Cuando esto no se logra, se crean contradicciones y se forma la hipocresía (mecanismo de defensa).

Detectar al hipócrita

Según Sánchez, nadie nace hipócrita. Pero refiere que la hipocresía se instala en el transcurso de un tiempo de exposición prolongada, bien sea por imitación, evasión o fantasías.

O porque comprobamos que obtenemos ganancias secundarias mayores que las consecuencias que pueda implicar dicha conducta.

Un hipócrita, agrega, es bueno en la representación de su papel, pero tarde o temprano se descubre su juego. Por lo general, critica a otros por defectos que él mismo tiene, y justifica siempre sus actos sin asumir la responsabilidad y consecuencias. Incluso, su forma de actuar no es sincera y dicen lo que no sienten, por lo tanto, tampoco expresan lo que realmente sienten, predican y no aplican.

La manera más fácil de detectar a un hipócrita es ver más lo que hace que lo que dice. Este no se siente culpable por actuar con hipocresía, ya que, por lo general, es un mecanismo de defensa inconsciente (no actúa con plena conciencia), siente justificados sus actos y para este es la mejor forma de agradar a otros. Además, piensa que la culpa siempre será de otros, no suya.

Salir de la hipocresía

El psicólogo Samuel Merlano indica algunas sugerencias para saber despojarse de la hipocresía:

• Aprender a expresar su verdadera emoción dentro del hogar. Sirve para que la persona se sienta libre y no tema la desaprobación o rechazo al interno de la familia.
• Es importante la autorreflexión y autoanálisis para conocer la verdadera motivación de las conductas.
• Aprender a decir sí y también no, según sea el caso. Con esto permitirá no comprometernos, ya sea en temas laborales o familiares solo para quedar bien.
• Hacerse un psicoanálisis para conocer sus mecanismos de defensa que están inconscientes en su conducta.

Si sabe que alguien es hipócrita:

• Confrontar de manera firme y amigable su comportamiento hipócrita. Sirve para no caer en su juego y ayudarlo en su crecimiento personal.
• Evitar ser manipulado para impedir que manejen sus emociones.
• Evitar andar con personas hipócritas para reafirmar su franqueza y no participar de estas actitudes.

No atacar, no ofender

Sánchez asegura que por ningún caso se debe ser hipócrita, ya que siempre es mejor ser honestos y sinceros. Pero esto no significa que se deba atacar y ofender a estas personas. “Si somos asertivos, escogeremos siempre el momento oportuno y forma adecuada para decir lo que sentimos y por ende nuestra verdad”.

Sin embargo, Vicens considera que la hipocresía en un momento determinado puede ser constructiva. Como cuando un médico no se atreve a decirle a su paciente que se está muriendo, es ahí cuando está tomando la conducta de hipócrita porque no le está diciendo la verdad. “No es que el médico engañe a su paciente, sino que disfraza lo mal que está para levantarle la autoestima y siga luchando por sobrevivir”.

Pero la hipocresía también es dañina cuando un médico de manera consciente miente a su paciente diciéndole que tal tratamiento le hará bien, cuando sabe que a la larga le causará más rápido la muerte o le impedirá que tenga una mejor calidad de vida.

Es que la hipocresía, asegura Vicens, afecta mucho a la unidad, a la solidaridad y crea incertidumbre. “A pesar de que la ciencia ha evolucionado, agrega, algunos seres humanos han involucionado en cuanto a los sentimientos a causa del materialismo, que ha creado desconfianza, pues muchas veces ya no se sabe si a uno lo tratan por lo que somos, por lo que sentimos o por lo que tenemos”.

Percepción social

Merlano asegura que no hay un estudio que indique que una persona es más hipócrita que otra. Pero la percepción social es que los varones sienten que las mujeres lo son más, por el hecho de que exteriorizan y verbalizan sus sentimientos y pensamientos, en los que a veces ellos encuentran las contradicciones. En cambio, como el hombre manifiesta poco sus emociones y se reprime, a la mujer le cuesta entender si él está siendo hipócrita al hablar o está evadiendo su responsabilidad.

Pero en lo que si las personas tienden a ser más hipócritas es en temas religiosos y respecto de las clases sociales. En el primer caso, porque quieren mostrarse más santas o menos pecadoras que los demás. Psicológicamente son muy críticas, les gusta comparar y disimular, aparentar ante los demás su alto nivel de religiosidad. De ahí viene la palabra fariseísmo.”

En el segundo caso, porque viven en un mundo de apariencias y de vanidad. Hay quienes, por ejemplo, se sienten mejor por tener un apellido de alcurnia o bienes u objetos materiales, sin darse cuenta de que la grandeza de la persona se mide por los valores y los principios que tengan. “A estas personas, en cambio, les gusta hablar de sus pertenencias, del legado que han recibido, de los éxitos de sus familiares, de los viajes que han realizado o sobre las marcas que usan. Por eso se dice que la hipocresía está en lo cotidiano”.

AGENDA

Taller de constelaciones organizacionales. Organizado por AlmaSophia (Sabiduría del Alma). Será dirigido por el médico psiquiatra Raúl C. Pardo, docente del Centro Latinoamericano de Constelaciones Familiares. Entre los temas por tratar están: El dinero y yo, Mi profesión, éxito o fracaso de mi empresa, Conflictos entre mis empleados, socios, entre otros.

Fecha: 8 de noviembre del 2012.
Horario: Desde las 16:00 hasta las 21:00.
Lugar: Trade Building (al lado del Mall Sol, detrás del hotel Sonesta).
Informes: 099-769-6204, 04-601-1676.

Fotos: Víctor Álvarez Modelos: Ma. José Coello (Agencia William Herrera. Telf.: 099-845-8639) y Marcos Bonifaz Máscaras: Pelucas y Postizos. Cdla. Simón Bolívar. Av. las Américas diagonal al antiguo aeropuerto. Telf.: 269-0687.

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