Una nueva aventura

Por Paulo Coelho
07 de Enero de 2018

Lo que depara el futuro para usted depende totalmente de su capacidad para el amor. Y para ello, debe tener una confianza absoluta y total en lo que está haciendo. No deje que otros digan: ‘Ese camino es mejor’ o ‘esa ruta es más fácil’. El regalo más grande que Dios nos dio es el poder de tomar decisiones.

La aventura de los próximos días debe estar llena de romance, porque el mundo necesita eso. Por lo tanto, cuando esté sobre su ‘caballo’, sienta el viento en su cara y disfrute de la sensación de libertad, pero no se olvide que usted tiene un largo viaje. Si se entrega totalmente al romance de todo esto, se puede caer. Si no hace paradas de vez en cuando, su caballo puede morir de sed o cansancio. En el momento en que todo parece ir bien y su sueño está casi a su alcance, es cuando hay que estar más alerta. Cuando su sueño está cerca de cumplirse, lo asaltará una terrible sensación de culpabilidad. Usted verá que está a punto de llegar a un lugar donde muy pocos han estado y pensará que no merece lo que la vida le está dando. Olvidará todos los obstáculos que superó, sufrió y sacrificó. Y debido a ese sentimiento, podría destruir inconscientemente lo que le tomó construir. Ese es el más peligroso de los obstáculos, porque renunciar a la victoria tiene un cierto halo de santidad. Pero si un hombre entiende que es digno de lo que ha luchado, notará que no llegó solo y debe respetar la mano que lo condujo.

Enseñando al caballo a volar

Vamos a dividir la palabra “preocupación” en dos partes: la preocupación, es decir, ocupar su mente con algo antes de que realmente suceda. Esto es lo preocupante: tratar de resolver problemas que ni siquiera han tenido tiempo de aparecer; imaginar que las cosas, cuando suceden, siempre resultarán lo peor. Naturalmente, hay excepciones. Una de ellos es el héroe de esta pequeña historia: un viejo rey de la India condenó a un hombre. Cuando el rey terminó de orar, el condenado dijo: “Usted es sabio, su majestad, y tiene curiosidad por todo lo que hacen sus súbditos. Respeta a los gurús, sabios, encantadores de serpientes y faquires. Bueno, cuando era niño, mi abuelo me enseñó a hacer volar un caballo blanco. Dado que no hay nadie más que sepa cómo hacerlo, mi vida debe ser perdonada”.

El rey ordenó que trajeran el equino. “Necesito pasar dos años con este animal”, dijo el condenado. El rey lo amenazó con ahorcarlo si no cumplía lo que decía. Muy contento, se fue con el animal y explicó a su familia preocupada: “Antes que nada, nadie ha intentado enseñarle a un caballo a volar, y el caballo bien podría aprender. Segundo: el rey ya es muy viejo y podría morir en los próximos dos años. Tercero: el caballo podría morir y luego me darán otros dos años para enseñarle al nuevo caballo, sin mencionar la posibilidad de revoluciones, golpes de Estado y amnistías generales. Y si todo sigue exactamente como está, aun así ganaré dos años con los que podré hacer todo lo que quiera. ¿Eso te parece poco?”. (O)

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