Permanecer abiertos al amor

Por Paulo Coelho
01 de Enero de 2017

Existen momentos en que desearíamos ayudar a alguien a quien queremos, pero no podemos hacer nada. Bien sea que las circunstancias no permiten que nos aproximemos, bien que la persona está cerrada a cualquier gesto de solidaridad y apoyo.

Entonces, solo nos queda el amor. En los momentos en que todo es inútil, todavía podemos amar, sin esperar recompensas, cambios, agradecimientos.

Si somos capaces de actuar de esta forma, la energía del amor comienza a transformar el universo que nos rodea. Cuando aparece esta energía, siempre consigue realizar su trabajo. “El tiempo no transforma al hombre. El poder de la voluntad no transforma al hombre. Lo transforma el amor”, dice Henry Drummond.

Leí en un periódico acerca de un niño, en Brasilia, que había sido brutalmente golpeado por sus padres. Como consecuencia, perdió la capacidad de moverse y hablar.

Internado en el Hospital de Base, estuvo al cuidado de una enfermera que a diario le decía: “Te quiero”. Pese a que los médicos le aseguraban que no podía oírla y que sus esfuerzos eran inútiles, la enfermera seguía diciendo: “Te quiero, no lo olvides”.

Tres semanas más tarde, el niño había recuperado la movilidad. Cuatro semanas más tarde, volvía a hablar y sonreír. La enfermera no concedió entrevistas, y el periódico no publicó su nombre. Pero he aquí lo que ha quedado para la posteridad: el amor cura.

El amor transforma, el amor cura. Pero, a veces, el amor prepara trampas mortales y acaba destruyendo a la persona que decide entregarse por completo. ¿En qué consiste este complejo

sentimiento que, en el fondo, constituye la única razón para seguir viviendo, luchando, intentando mejorar?

Sería una imprudencia intentar definirlo, porque, como todo el resto de los seres humanos, yo solo consigo sentirlo. Se han escrito miles de libros, se han representado obras teatrales, se han producido películas, se han compuesto poemas, se han tallado esculturas en madera o mármol, y aun así, lo único que el artista puede comunicar es la idea de un sentimiento, no el sentimiento en sí.

Pero yo he aprendido que este sentimiento está presente en las pequeñas cosas, y que se manifiesta en la actitud más insignificante que adoptamos. Por eso, siempre hay que tener presente el amor, tanto cuando actuamos como cuando dejamos de actuar.

Coger el teléfono y decir la palabra de cariño que dejamos para otro día. Abrir la puerta y dejar entrar a quien necesita nuestra ayuda. Aceptar un empleo. Abandonar un empleo. Tomar la decisión que dejábamos para más adelante. Pedir perdón por un error que cometimos y que no nos deja tranquilos. Exigir un derecho que tenemos. Abrir una cuenta en la floristería, que es más importante que el quiosco. Poner la música bien alta cuando la persona amada está lejos, bajar el volumen cuando está cerca. Saber decir “sí” y “no”, porque el amor lidia con todas las energías del hombre. Descubrir un deporte que se pueda practicar en pareja. No seguir ninguna receta, ni siquiera las de este párrafo, porque el amor necesita de la creatividad. (O)

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