La duda es necesaria: Dejarla que aparezca

Por Paulo Coelho
22 de Marzo de 2015

“No tengas miedo a que te llamen loco –haz hoy alguna cosa que no combine con la lógica que aprendiste. Contraría un poco esa conducta seria que te enseñaron a tener”.

Los monjes del desierto afirmaban que era necesario dejar actuar la mano de los ángeles. Para ello, de vez en cuando hacían cosas absurdas, como hablar con flores o reír sin motivo.

Los alquimistas siguen las “señales de Dios”; pistas que muchas veces carecen de sentido pero que terminan llevando a algún lugar.

“El hombre moderno quiso eliminar las inseguridades y las dudas de su vida y terminó dejando a su alma morir de hambre, ya que el espíritu humano se alimenta de misterios”, dice el deán (sacerdote) de la Catedral de San Francisco.

No tengas miedo a que te llamen loco –haz hoy alguna cosa que no combine con la lógica que aprendiste. Contraría un poco esa conducta seria que te enseñaron a tener. Esta pequeña cosa, por menor que sea, puede abrir las puertas para una gran aventura, humana y espiritual.

El universo que conspira a favor

“Cuando se quiere algo, el universo entero conspira a favor de obtenerlo”.

Estamos acostumbrados a interpretar esta frase solamente desde un punto de vista positivo: nuestros verdaderos deseos siempre se transforman en realidad.

Sin embargo, es preciso estar atento a las tinieblas del subconsciente. Allí, escondidos bajo una serie de buenas intenciones, están los deseos que no osamos confesar ni siquiera a nosotros mismos: la venganza, la culpa, los autocastigos, la alegría macabra de la tragedia.

El universo no juzga: conspira a favor de lo que deseamos, y a veces queremos lo peor para nosotros mismos. Miremos con valor las sombras de nuestra alma, por más doloroso que esto pueda ser. Iluminemos estas tinieblas con la luz del perdón, de la misericordia y del respeto.

El universo siempre conspira para realizar lo que queremos: es necesario tener mucho cuidado.

Yo estoy aquí

Existe un ejercicio de meditación que consiste en añadir –generalmente durante 10 minutos cada día– un motivo a cada una de nuestras acciones.

Por ejemplo: “yo ahora leo el diario porque quiero informarme”, “yo pensé ahora en tal persona porque tal asunto que leí me ha llevado a pensar en ella”, “he ido hasta la puerta porque voy a salir de casa”, y así sucesivamente.

Buda llama a esto “atención consciente”.

Cuando nos vemos repitiendo la más común de las rutinas nos damos cuenta de la riqueza de nuestra vida.

Comprendemos cada paso, cada actitud. Descubrimos cosas importantes y también pensamientos inútiles.

Al cabo de una semana de práctica –la disciplina es siempre fundamental– estamos más conscientes de nuestras faltas y distracciones. Y esto nos hace más fuertes.

Proverbios indios

“Las mujeres ya nacen con inteligencia; los hombres necesitan aprenderla en libros” (rey Shudraka, sección I).

“No se puede colocar la mitad de una gallina en la olla y esperar que la otra mitad ponga huevos” (anónimo). (O)

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