Hablar con los animales

Por Paulo Coelho
12 de Noviembre de 2017

Apenas sabemos de la vida de Esopo, aparte de que nació en torno al siglo VI a. C., y que fue esclavo de un hombre llamado Jadmón (o Janto de Samos). Sus fábulas, reunidas por Demetrio en 300 a. C., nos dan una visión completa del comportamiento humano.

En la parábola de Esopo, el lobo observa al cordero y busca un pretexto para devorarlo. Lo acusa de estar contaminando el agua, a lo que el cordero responde: “¡Pero si tú vives en la parte alta del río!”.

“El año pasado atacaste a mis padres”, insiste el lobo, y el cordero le asegura que en aquella época él no había nacido.

“Eres un maestro en el arte de convencer, pero todo eso no son más que excusas”, dijo una vez más el lobo, y finalmente mató a su presa. La metáfora sigue siendo válida: quien está decidido a hacer cualquier mal, encontrará siempre un argumento que lo justifique. A continuación, los animales hablan sobre el comportamiento del hombre:

1. Nunca pidas ayuda a quien siempre hace daño: el zorro saltaba un despeñadero, resbaló y se agarró a un espino para evitar la caída. Sintiendo cómo la sangre le manaba por las heridas de las patas, le recriminó: “Te pedí ayuda, y me heriste”. “La culpa es tuya”, dijo el espino. “¿Acaso no sabes que yo nací para herir a todo el que se me acerque?”.

2. Lo que hoy es lo ideal, mañana puede ser mortal: dos ranas que se morían de sed descubrieron un pozo lleno de agua. Estaban a punto de saltar al pozo cuando una previno a la otra: “Querida hermana, tenemos sed porque la tierra está seca. Este pozo también se va a secar, y después de que nos hayamos bebido el agua, ¿cómo volveremos a la superficie?”. En ese momento decidieron que más valía seguir sedientas que buscar una solución aparentemente fácil.

3. No dejes que tus victorias te impidan conocer tus límites: dijo el mosquito al león: “Sé que tú eres más fuerte que yo, pero yo soy capaz de volverte loco”. Y durante todo el día le estuvo picando en la nariz, dejando así en ridículo sus grandes garras y sus poderosos colmillos, que nada podían hacer para evitar el tormento. Contento por haber vencido al más poderoso de todos los animales, el mosquito salió de allí loco de ganas de contar su victoria, pero enseguida cayó atrapado y murió en una frágil tela de araña.

4. Más vale dejar que el mal se aparte de ti que intentar controlarlo: el león entró en la hacienda de un labrador, que inmediatamente cerró las puertas. Mientras iba a una hacienda vecina para pedir prestada una escopeta para matar al león, este devoró los carneros, mató algunos bueyes, y consiguió entrar en la casa. Al regresar, el labrador vio que su familia estaba amenazada de muerte, y decidió abrir las puertas de la hacienda para que el animal pudiese escapar. Y aún tuvo que oír la recriminación de su mujer: “¿Por qué mantener cerca de ti cosas que no puedes dominar?”. (O)

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