Fama, Temor y amor

Por Paulo Coelho
23 de Abril de 2017

Dos maestros cotidianos

Allá fuera, la ciudad de Oslo se prepara para el invierno. En el bar, converso con una cantante europea muy popular. Hablamos de la fama, del éxito, y, en un momento dado, me pregunta si tengo algo importante que enseñarle.

–Claro que no –respondo–. Usted vive su vida sabiendo que un día ha de morir, y eso es lo más importante. Puedo, sin embargo, proponerle una tarea: escribir, durante los próximos seis meses, un diario que se llame “el maestro de cada día”. Siempre aprendemos algo nuevo entre la mañana y el atardecer. ¿Qué tal registrar eso?

Ella acepta el encargo. Seis meses después, recibo una copia de su diario con anotaciones interesantísimas, lecciones de personas con las que se cruzó solo una vez, pero que seguramente quedarán para siempre. A continuación transcribo algunas de las cosas más importantes.

Aceptarse a sí mismo

Mirando a los demás aprendí quién soy. Tengo miedo de no ser tan buena como piensan, pero creo que todo el mundo piensa eso de sí mismo. Durante el tiempo en que escribí este diario, acepté finalmente que tengo suficiente valor para tener miedo y para verme tal y como soy, sin artificios. Tengo suficiente seguridad en mí misma como para sentirme insegura.

Vi que los demás intentan proyectar en uno sus propias inseguridades, de la misma manera que uno proyecta las suyas en los demás. Intentan empequeñecernos porque se sienten pequeños, intentan amedrentarnos porque no están convencidas de lo que son capaces de hacer.

En busca del amor

Hoy he conocido a un coreano que me ha leído las manos. Era un tipo divertido, un sabio para los otros, aunque él mismo sea incapaz de aprender lo que enseña. Por supuesto, como todos los quiromantes, pensó que yo quería saber de mi vida afectiva, y me recordó cosas que necesito oír constantemente:

a) Que busco al mismo tiempo seguridad y aventura, y estas cosas no son compatibles (no dije nada, pero si tuviera que escoger, me quedo con la aventura).

b) Me apasiono con mucha rapidez, y me aburro con la misma velocidad. “Aprende a amarte a ti misma”, me dijo. Mi problema no es exactamente el amor, pues consigo apasionarme fácilmente; mi problema es cómo demostrar ese amor, es mi relación con los demás.

C) ¿Por qué entro en tantas relaciones frustradas con tantos hombres? Porque creo que siempre tengo que estar relacionándome con alguien, y así me obligo a ser fantástica, inteligente, sensible, excepcional. El esfuerzo de seducir me obliga a dar lo mejor de mí misma, y eso me ayuda. Aparte de eso, es muy difícil convivir conmigo misma. (O)

www.paulocoelhoblog.com

  Deja tu comentario