Salones de clase del siglo XXI

13 de Noviembre de 2016
Brittany Shoot Smithsonian Magazine

De ser un ‘Pinterest para profes’, Room2learn pasó a proveer ideas para mejorar el diseño de las aulas, fomentando la iniciativa e interactividad estudiantil.

Room2learn es un espacio para que los maestros compartan ideas grandes y pequeñas para repensar la forma tradicional de poner los asientos en fila en el salón de clases.

Hay desde simples sugerencias para convertir una pared convencional en una superficie para tiza líquida, hasta planos para reconfigurar los escritorios. Los usuarios pueden marcar sus diseños favoritos o subir sus propias imágenes e ideas, sea que las hayan probado en la clase o aún estén en la fase conceptual.

Como cualquier otra red social, un sistema de etiquetado permite buscar los diseños y las categorías ayudan a navegar según necesidades específicas.

Tecnología, diseño y educación

Las fundadoras, Grace O’Shea y Jane Zhang, tienen trayectorias distintas pero complementarias. O’Shea es una profesora de escuela pública en Brooklyn y Zhang es estudiante en la Escuela de Posgrado en Diseño de Harvard.

En 2015, el amor por salones de clase mejor diseñados las unió en la ‘hackathon’ (convención de desarrolladores) HIVE HackED. Su proyecto, Room2learn, ganó el primer lugar en la competencia y también fue finalista en el Desafío Global Ideas del Instituto Tecnológico de Massachusetts.

Desde entonces han hecho crecer el sitio, valiéndose del Laboratorio de Innovación de Harvard, que les da acceso a apoyo de especialistas y mentores, así como del equipo del laboratorio virtual.

Durante un reciente videochat, O’Shea y Zhang explicaron en detalle el futuro de Room2learn y el diseño escolar colectivo.

“Al entrar en la ‘hackathon’ no sabíamos que lo que estábamos haciendo era construir para resolver problemas en los espacios de estudio. Para mostrar nuestros proyectos, usamos lluvias de ideas y escribimos notas sobre diferentes temas y vacíos que nos preocupan en la educación. Los pusimos en una pared y así fue como nos encontramos, en la sección sobre espacios de clases y empezamos a trabajar en eso”, relata Zhang.

“Yo estaba atraída por los problemas de espacio por las mismas razones que Jane. Vengo de una escuela primaria y estoy especialmente interesada en aprendizaje social y emocional. Nadie estaba hablando sobre el diseño de los salones de clase. Era solo un espacio en blanco. Y las dos llegamos directo hasta allí”, complementa O’Shea.

Para cuando terminó la ‘hackathon’, habían elaborado un prototipo en un sitio gratuito de construcción (Wix) y luego compartimos con otros participantes lo que podíamos ofrecer. Zhang consultó con un estudiante de ciencias de la computación del MIT para refinar el prototipo y llevarlo a la escuela donde O’Shea enseñaba.

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Inteligencia social y espacial

Pero además, recurrieron a Twitter como otra gran palanca para congregar profesores de todos los Estados Unidos. “Hemos podido utilizar ciertos hashtags y encontramos maestros que ya estaban compartiendo millones de fotos de sus propios planes para acomodar el salón, especialmente en época previa al inicio de clases”.

¿Cuál es su actual visión en el tema? “El aprendizaje ha cambiado, los salones no”, dice Zhang. “Nosotros somos el puente entre diseñadores y educadores del siglo XXI”.

“Encontramos mucha resistencia cuando decimos que, por más que queramos enseñar habilidades del siglo XXI como comunicación y colaboración, hay muy poco que podamos hacer cuando cada estudiante le está dando la espalda al otro”, agrega O’Shea.

Para ella, como educadora, los diseños más atrayentes son aquellos que promueven la iniciativa del estudiante. Los profesores de escuela, opina, se están alejando del concepto de ‘dominar el salón’, hacia facilitar experiencias de aprendizaje. El espacio físico tiene un gran papel en ese cambio. La iniciativa estudiantil y aprendizaje autodirigido requiere que los profesores construyan, dentro del aula, sistemas que den soporte a la individualidad, la flexibilidad y la toma de decisiones libres.

Mientras tanto, Zhang habla del modelo que le resulta más interesante, en la escuela estatal Hazelwood, en Glasgow, diseñada por Alan Dunlop, específicamente para estudiantes con necesidades especiales complejas. El edificio está construido para favorecer las experiencias táctiles, tanto con el material de las paredes como con vegetación natural en los alrededores.

El próximo paso para Room2learn es enfocarse en los profesores. “Son importantes porque están allí siempre. Saben cómo usar mejor su espacio. Estamos trabajando con escuelas en Boston”, señala O’Shea, “dándoles consultoría en diseño para que el sitio se adapte a las necesidades de los estudiantes, permitan la interacción y hagan que las entradas sean más acogedoras”.

La mayoría de las escuelas en esa ciudad tienen alrededor de 50 años de existencia. Zhang explica que esa es la expectativa de vida útil de ese tipo de edificaciones. “En Room2learn nos vemos como un recurso de curaduría, y trabajamos para entender cómo usar todo este conocimiento y a estas comunidades para hacer el mayor impacto”.

La decisión de O’Shea de no regresar a su salón de clases este año fue dura, pero no la desanima. “Mi enseñanza continuará, aunque de una manera más formal y con mayor influencia”. (F)

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