La escuela que sabe jugar

29 de Enero de 2017
Marta Ycaza Oehlke pedagoga

Una recomendación útil para los padres que buscan un establecimiento de educación inicial: estén atentos al movimiento, la expresión y el juego, más que a ofertas de aprendizaje acelerado.

Como no tenía señal en mi celular ni un libro a la mano y además hacía un calor infernal, decidí cruzar la calle y meterme en un ciber que queda frente al taller donde estaban reparando mi carro. Con aire acondicionado y navegando en Google, la espera no será tan tortuosa, pensé. Justo estaba buscando textos de canciones para niños, y me distraje al escuchar una voz infantil algo quejumbrosa.

“Ya estoy cansada” decía una niña de unos cinco años, vestida de uniforme escolar, a una señora que, algo impaciente, le contestaba “Ya te queda poco”. Adivinando de qué se trataba, me acerqué a ver si podía ayudar en algo.

Vi cómo la mano pequeña de la niña con esfuerzo cogía un lápiz y escribía en un cuaderno escolar: “La pala de Lalo”. Iba por la última línea. Nueve ya tenía escritas. La animé diciéndole que ahora podía ir a jugar, a lo que me contestó que tenía hambre, que estaba cansada.

Claro –me dije–, cómo no va a estar agotada con ese deber sin sentido. Seguro que quieren que se le grabe la letra L a la fuerza. Como se decía hace años: que “la letra con sangre entra”. En lugar de estar jugando con una pala verdadera en la arena, tiene que repetir mecánicamente una frase ridícula.

No se puede pretender que los niños amen la lectura, la escritura, si se los somete a actividades que para ellos son como una tortura. Lo más penoso es que escenas como esta se repiten a diario en miles de hogares de nuestro país. Solo atiné a aconsejarle a la mamá que no la presionara, que lo más importante a esa edad era que juegue, y que no la obligara a escribir o a leer porque sería contraproducente.

 

¿Qué busca usted en una escuela? Coméntenos

Tenemos que entender que es muy importante que los niños amen la lectura. El escritor inglés Neil Gaiman dijo alguna vez por qué, en su conferencia Nuestro futuro depende de las bibliotecas: leer nos cambia para bien. “Una vez en Nueva York escuché una charla sobre prisiones privadas –una industria que crece mucho en los Estados Unidos. La industria de las prisiones necesita planificar su crecimiento futuro. ¿Cuántas celdas tendrán, cuántos presos habrá en cincuenta años? Y descubrieron que podrían predecirlo con mucha facilidad, usando un algoritmo muy simple, basado en preguntar cuántos niños de 10 y 11 años no sabían leer. Y ciertamente no leían por placer”. No es una relación directa, como reconoce el autor: “No se puede decir que en una sociedad culta no hay delincuencia. Pero existe más de una correlación innegable. Y creo que alguna de esas correlaciones, las más simples, proceden de algo muy sencillo. La gente culta lee ficción”.

Leer es más que una necesidad básica, es una manera de encontrar nuevos rumbos y descubrir nuevos mundos. Imponer la lectura a la fuerza podría causar el efecto contrario en los niños.

Por eso si usted es padre o madre y está buscando una escuela para su hijo, asegúrese de que el sistema con el que trabajen no sea caduco. No se deje impresionar si le dicen que a los 5 años su hijo saldrá leyendo y escribiendo. Para eso hay tiempo luego. En la edad preescolar el niño necesita movimiento, espacio para crear, necesita tener oportunidad de elegir, de expresarse, de cantar, jugar. Hable con los directores, los profesores, los padres de los chicos de diferentes colegios y con los niños que ahí asisten. Si algún niño le contesta: “Aquí solo jugamos”, pues ese es un buen síntoma. (F)

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