¿Qué puedo hacer en situaciones adversas?
En varias ocasiones nos sentimos desanimados por el ambiente laboral en el que nos encontramos, experimentando cierta resignación ante dichas situaciones. Es como si la empresa tuviera sus propias reglas o lógicas internas ante las cuales tenemos que adaptarnos para sobrevivir. Estas leyes podrían ser tales como “El más fuerte es el que avanza”; “Si confías se aprovecharán de ti”; “Utiliza a los demás para tu provecho”.
La clave para el cambio del entorno empieza por uno mismo. No se trata de tener puestos importantes para generar un cambio en la empresa. Cada persona aporta al cambio de la cultura desde su forma de ser, tomando decisiones cotidianas que generan un estilo de hacer las cosas e incluso con pequeños gestos: actitudes de servicio, la amabilidad en el trato, entre otros.
Ante las injusticias que se percibiesen en la empresa debemos evitar ser conflictivos e indiferentes. En estos casos la persona tiene que buscar la manera más inteligente de solucionarlo, pero sin traicionar a la verdad. Esto exige mucha creatividad; acudir a personas prudentes para el discernimiento de cómo actuar.
En otras ocasiones los problemas no vienen del entorno empresarial, sino de las justificaciones que nos damos para actuar en contra de nuestros principios y valores: “Todo el mundo lo hace”. “El sistema me obliga a actuar así”. No podemos vivir una doble vida: por un lado lo que digo creer personalmente y por otro lo que vivo en el ámbito laboral. A veces la presión es tal que pone en riesgo tu puesto de trabajo. He sido testigo de casos en que personas han estado dispuestas a perder su trabajo por negarse a realizar despidos injustos que sus jefes les imponían por ahorrarse la indemnización. En este caso aplica la cita bíblica: ¿De qué le servirá a un hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma? (Mt 16, 26).
Todos podemos ser agentes transformadores de la cultura en la empresa, así se va vivificando el “alma” de la empresa que se gesta desde las personas que la conforman. (O)
