Postergando lo impostergable

Por Carlos Muñoz Gallardo
18 de Marzo de 2012

Existen responsabilidades y decisiones importantes que vamos dilatando, aunque sabemos que son necesarias, llevando a la persona a un desgaste innecesario de energía en preocupaciones o lamentaciones,  pero sin ponerse en marcha para avanzar la tarea encomendada.   El verbo procrastinar viene del término latín procrastina, que significa «para mañana»; entendiendo la procrastinación como la tendencia a postergar las propias responsabilidades de manera indefinida. 

En el ámbito organizacional muchos trabajadores no son capaces de avanzar en sus objetivos dedicando tiempo a tareas irrelevantes y postergando las realmente importantes hasta el último momento, afectando la calidad de su trabajo. Son diversas las causas para procrastinar, y van desde la pereza,  miedo al fracaso o crítica, perfeccionismo, creerse incapaz, sobredimensionar la magnitud de las tareas, o  imaginar escenarios catastróficos que nunca ocurrirán.

El primer paso para quebrar con la inercia que impide a la persona avanzar con prontitud  es determinar cuál de las causas expuestas es la que se da con mayor frecuencia.  La estrategia a seguir es distinta para cada situación.  Por ejemplo, para evitar un desgaste innecesario en actividades irrelevantes o  evitar la ansiedad que generan tareas complejas, es necesario brindar  claridad en las directrices y prioridades así como estructurar el trabajo en partes manejable con objetivos realistas, midiendo así los avances del proceso.

Es importante motivar adecuadamente a la persona evitando simplemente un estilo acusatorio que agudiza el problema, pues pone sobre el trabajador una carga adicional a la que ya tiene.  Es apropiado involucrar al personal en la toma de decisiones para lograr el protagonismo de cada miembro de  la organización en la consecución de las metas organizacionales.   

Cuando la persona  no encuentra sentido o significado en las tareas que realiza no se esfuerza por vencer los obstáculos externos  o internos,   encontrando siempre excusas para postergar lo que debe hacer.  La motivación  necesaria para ponerse en movimiento será mayor si se presenta un ideal por el que valga la pena luchar, y en el que  pueda cristalizar sus expectativas de realizar un aporte significativo para los demás.   Cada día debe ser vivido con intensidad como si fuese el último.

carlosmunoz@humane.edu.ec

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