Las ventajas de llegar a la madurez

Por Ángela Marulanda
08 de Febrero de 2015

Esa figura sólida y respetable de unos padres que eran símbolo de sabiduría para sus hijos ha ido desapareciendo porque los adultos ya no queremos parecer tales y por eso dejamos de ser un modelo que ellos admiren e imiten. En el pasado, cuando los mayores eran todopoderosos y los menores tenían muy pocas prerrogativas, los niños aspiraban a “ser grandes” para poder gozar de los privilegios que tenían los padres. Pero como hoy la eterna juventud se convirtió en el sueño dorado, la meta es parecer eternamente jóvenes y bellos. Y por eso muchos padres están adoptando, no solo los modelos juveniles en la forma de lucir sino también en la forma de pensar y actuar.

Lo grave es que esto ocurre en un momento histórico en que los niños están más solos que nunca: ambos padres trabajan, muchos están separados, hay pocos hermanos, los parientes viven lejos y ya no se entretienen con amigos sino con aparatos. Y por eso tienen pocas figuras a su alrededor que les sirvan de ejemplo. Mientras la cultura actual les propone ídolos frágiles, frívolos y turbios, los padres que tendrían que ofrecerles una imagen de lo que significa ser mayores, se están asemejando a los adolescentes.

Hoy los niños necesitan más que nunca un papá y una mamá que luzcan y actúen como adultos estables porque ellos son el ejemplo de lo que significa ser esposos y papá o mamá de sus hijos. Esto es crucial en un momento histórico en que los niños están más solos que nunca porque ambos padres trabajan, muchos viven separados, hay pocos hermanos, los parientes viven lejos y ya no se entretienen con amigos sino con máquinas. Y mientras los medios les proporcionan ídolos frágiles y turbios, quienes tendrían que ofrecerles un ejemplo sólido de integridad, estabilidad y realización personal, se están asemejando a los adolescentes y dejándolos sin un modelo a seguir. Es decir, sin quiénes dirijan su trayectoria por la infancia, por lo que será difícil que puedan llegar a ser adultos capaces de liderar la vida de las generaciones que les siguen. Y no podrán gozar de todas las bendiciones que implica llegar a la cima de la madurez, gracias a que vieron en nosotros que es allí donde florecen la grandeza del corazón y la sabiduría del alma. (O)

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