Enfrentando pesadillas

Por Lenín E. Salmon
08 de Octubre de 2017

El mundo de las pesadillas es de terror, y nadie en su sano juicio quisiera ser parte de él. Para quien las vive, la hora de dormir es una tortura, su mente sufriendo entre la necesidad de dormir y el temor a quedar indefenso a merced de estos malos sueños. Por esto el insomnio es una de sus consecuencias. Las pesadillas ocurren durante la fase más profunda del sueño, la del sueño REM, en la que el cuerpo está paralizado, los ojos se mueven rápidamente y las ondas cerebrales son de rápida frecuencia, como cuando se está despierto. Estos sueños, que usualmente ocurren al final de la noche, son muy vívidos y explícitamente muestran una situación de extremo peligro en la que el individuo no tiene la menor oportunidad de defenderse o escapar. Generalmente se despierta gritando, sudoroso, con el pulso acelerado y lleno de terror. Despertarse sin haber sufrido una pesadilla concede un alivio temporal, que se diluye al pasar las horas y acercarse otra vez la noche.

Cualquiera puede sufrir un evento de esta naturaleza, pero son especialmente vulnerables las personas que sufren de estrés postraumático (sobrevivientes de guerra, catástrofes naturales, accidentes graves). También son susceptibles quienes atraviesan periodos de fuerte ansiedad o depresión, o tienen problemas para dormir. Es más común en los infantes: Casi la mitad de los niños hasta los seis años sufren de frecuentes pesadillas, decreciendo su incidencia hasta llegar al 5 por ciento en los adultos.

Muchas personas no buscan ayuda profesional hasta que las pesadillas interfieren con el funcionamiento de su diario vivir. El tratamiento puede estar orientado hacia aliviar las causas del estrés y obtener un escenario más tranquilo a la hora de dormir. En ocasiones puede ser recomendable afianzar la terapia con una medicación específica. Últimamente se está empleando con mucho éxito una técnica conductual (IRT, por sus siglas en inglés) en la que el paciente, despierto y muy relajado en un ambiente terapéutico, recuerda y visualiza la pesadilla, y “ensaya” varias veces al día diferentes finales inofensivos para la misma. El objetivo es que se familiarice con la trama de dicho sueño, no se atemorice, y con la práctica logre guiarlo hacia un final tranquilo, desarrollado por su voluntad. (O)

salmonlenin@yahoo.com

  Deja tu comentario