¡Viva España!: Y su rica gastronomía

Por Epicuro
11 de Octubre de 2015

“En pleno centro guarda aquel silencio apenas subrayado por un hilo musical: es La Tasca de Carlos...”.

A pesar de todos sus problemas políticos y económicos, España es una tierra bendita, abierta como una mano generosa entre dos mares, el océano Atlántico y el mar Mediterráneo. Aquella encrucijada a la que se añade la particularidad de estar como una puerta disponible hacia África hace de este país europeo una tierra entrañable.

Los productos gastronómicos son muchos, desde el jamón de Jabugo o cualquier otro ibérico, los chorizos, la morcilla, los vinos de la Rioja, de Ribera del Duero, el Vega Sicilia, el Pingus, el Valbuena, el Pintia, el clarete de Aranda de Duero, los vinos de Galicia, de Penedés, el inefable y robusto Priorato de Cataluña (mi vino predilecto), los espumosos de San Sadurni de Noya, los brandies y amontillados de Jerez, la sidra de Asturias, los quesos manchego, cabrales, uno en forma de seno que se llama tetilla, el Idiazábal vasco de oveja, el Mahón, el sudado. Pasé muchas vacaciones en España, estoy algo enamorado de aquella tierra, su música, sus grandes compositores, el flamenco, los platos de tan diversa variedad.

Este largo prólogo me lleva a un rinconcito que me cobija como si fuera un enclave de España en Guayaquil. En pleno centro guarda aquel silencio apenas subrayado por un hilo musical: es La Tasca de Carlos donde estuve un día lunes, supuestamente de poco movimiento, pero estaba casi lleno: hombres de negocio, empleados de bancos, secretarias, parejas, pues es un oasis de paz en el corazón de la urbe.

Un personal bien entrenado atiende con afabilidad, el dueño, Carlos Lamas, está siempre presente, así como su esposa, María Victoria. No deseaba un almuerzo completo aunque la paella, el lechón asado, los callos a la madrileña me hacían señas. Preferí un surtido de tapas. Vuelvo a lamentar la imposibilidad en la que se encuentran los restauradores para importar productos genuinos, pero Carlos se las arregla para servir pulpos muy tiernos, calamares a la plancha, tortilla española, embutidos, pescado de buena sazón, camarones.

En realidad no tuve más hambre, no terminé las generosas porciones que me presentaron. Como postre no pueden faltar las tocinetas del cielo (la receta clásica del queso de leche incluye huevos, leche condensada, leche natural entera, azúcar, a veces crema, luego caramelo, pero existen muchas variaciones sobre el tema; la primera receta la dio Catón hace unos dos mil doscientos años y él recomendaba servirla en ollitas de barro nuevo).

La disposición del lugar es algo abracadabrante con una larga sala en forma de corredor que desemboca en otra salita muy acogedora. En las paredes centenares de cuadros hablan de todo: historia, música, danza con muchos etcéteras. A la entrada hay un bar con ilimitada cantidad de botellas de toda forma y color. Prueben la deliciosa sangría. El menú está en varias pizarras. Al final un buen café expreso, los precios son razonables Me agradan mucho aquellos restaurantes que desafían el tiempo mientras otros quiebran o mueren sin pena ni gloria.

Es importante que los principales países del mundo sean representados con su excelsa gastronomía, son como embajadas o consulados del buen comer. El jamón de jabugo es un producto caro, la mitad de los españoles nunca lo ha probado, es una pena que ya no se lo pueda importar, pero de igual modo visiten a Don Carlos Lamas, su tasca es una tradición. Recuerden por favor que no abre durante la noche. (O)

La Tasca de Carlos en: General Córdoba y P. Ycaza. Telf.: 230-0783. También en La Torre (vía a Samborondón). Telf.: 283-6680 y, en la ciudad de Quito: Luxemburgo, 170135. Telf.: (02) 601-6519.

epicuro44@gmail.com

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