Simple pero sabroso: Bar de frutas que encanta

Por Epicuro
03 de Julio de 2016

“Frutabar es un sitio absolutamente sin pretensión ni decoración sofisticada... La carta propone sánduches de todo tipo”.

Era una de esas noches en las que no deseaba cenar ni beber vino, tampoco regocijar mis ojos con platos complicados. Lo ideal habría sido algún quiosco de estos que proponen sánduches de chancho (palabra que suena más apetitosa que cerdo o puerco), pero era muy de noche, no se los encuentra fácilmente a esas horas. Opté por un local minúsculo ubicado en un sector donde no hay restaurantes cercanos, de no ser La Resaca en el Malecón 2000.

Frutabar es un sitio absolutamente sin pretensión ni decoración sofisticada. Las fotografías hablan del mar y hasta convirtieron en mesa una tabla de surf. Aparentemente llega aquí mucha juventud, amigos o parejas que no poseen mucho dinero y buscan la opción más ventajosa o la iluminación discreta que tanto atrae a los enamorados.

La carta propone sánduches de todo tipo, se utiliza un pan integral de mucho sabor, se lo rellena con ingredientes frescos, pollo con lechuga, jamón de espalda, queso de tipo holandés todo en cantidad generosa. Sabemos que no es tan sencillo lograr la excelencia en algo tan simple. Una leve planchada otorga al conjunto la textura deseada recordando los “aplanchados” que ofrecían en un lejano pasado las famosas carretillas.

Ustedes pueden escoger el tamaño que más convenga a su apetito. Opté por el sánduche tribilín ($ 5,51) porque la unión del queso laminado con el pollo, el jamón y la mayonesa siempre me gustó. El tamaño más pequeño basta para aplacar el hambre, mi acompañante se sirvió el más grande dividido en dos partes, bebió dos cervezas ($ 2,62) mientras yo, siendo muy aficionado a lo dulce, pedí un enorme mojito de coco ($ 5,27) tan dulce que no quise al final pedir postre.

La carta propone esencialmente sánduches, pero también ofrece piqueos, bolitas de lomo en salsa barbacoa, jugos o batidos de veinte frutas diferentes (lo que me pareció atractivo), hamburguesas. Si les gusta la cerveza, la promoción les permitirá beber dos por $ 2,99. Los cocteles llegan en la presentación clásica con el filo de la copa impregnado de azúcar o de sal. El barman tiene muy buena mano para los daiquiris, caipiriñas, mojitos, margaritas, piña colada, en total más de veinte combinaciones. Por si acaso les doy la receta de la michelada: una cerveza clara con limón, salsa tabasco o picante, salsa inglesa Worsteitershire o soya, a veces las dos, sal en el filo de la copa.

La lista de los sánduches abarca más de una docena de tentempiés sabrosos siendo el tribilín el más solicitado, así como la pava loca, el extraño achitata (pollo durazno, salami, mayonesa), el bufón, el cachuflín, el greñaldo, el guinguiringongo, al apache.

El daiquiri se basa en ron blanco y zumo de limón, nació en Cuba pero conoce en la actualidad muchas variantes. Algo parecido sucedió con el mojito que puede combinarse con coco, frutilla, durazno, wasabi o guanábana según el gusto conservador o perverso de su paladar. Aunque extremadamente dulce la versión con coco que ofrece Frutabar es muy agradable.

La margarita, basada en tequila, limón y Cointreau, nació en México entre 1938 y 1942, existen varias historias o leyendas acerca de su nombre, así como nacieron muchísimas versiones según los licores utilizados.

Mi cuenta para dos personas fue de $ 26,08 con dos cervezas, un coctel grande, dos sánduches. Lugar que recomiendo por ser informal bueno y barato. (O)

epicuro44@gmail.com

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